Discurso Sobre El arte de la guerra. Wu Qi
el coraje? ¿Dónde termina el coraje y empieza la temeridad? Esas son preguntas difíciles de responder. Luego de haber reflexionado y dialogado con sus colaboradores, los líderes las deberán responder por sí mismos ya que de ellos es la responsabilidad. La pregunta de los límites está siempre presente cuando se discute el tema universal del coraje. Es también central en la tradición occidental. Platón dedica el diálogo Laques a su tratamiento. El coraje no es suficiente si el líder no tiene el equilibrio para saber cuándo atacar y cuándo retirarse. La temeridad puede tener un alto costo para su propio ejército. Desde luego, esto es válido para cualquier tipo de organización comercial en medio de la lucha por atraer y mantener a todos sus stakeholders satisfechos.
Hemos recorrido solo algunos de los tantos pasajes del Discurso sobre el arte de la guerra que pueden servir de inspiración y de guía para los líderes empresarios. Sus consejos son grandes disparadores de la reflexión. Sería un buen ejercicio para los equipos de dirección usarlo como herramienta de autoconocimiento. Wu Qi puede ser un consultor ideal para facilitar cualquier taller de estrategia empresarial.
A modo de introducción
por Rodrigo Cipiliano
El Discurso sobre el arte de la guerra de Wu Qi ocupa un lugar significativo entre los manuales militares clásicos de la antigua China imperial. Tanto este tratado como el ya famoso Arte de la guerra de Sun Zi son conocidos bajo el término común: “El arte de la guerra de Sun y Wu”. Vale aclarar que no existe un libro con este título, solo se trata de una forma en la que los intelectuales chinos combinan los nombres para referirse a las obras de estos dos magníficos estrategas.
Wu Qi (440-381 a. C.) fue un estratega militar, reformador y estadista que se desempeñó durante la etapa inicial del periodo conocido como “Periodo de los Reinos combatientes” en China. Obtuvo altísimos logros, tanto en los asuntos internos como en los militares. También fue un hombre versado en el pensamiento confuciano. Teniendo en cuenta el impacto de su legado en China y en el mundo entero, cabe recordar aquí que Confucio (551-479 a. C.) elaboró un pensamiento que finalmente llegó a constituir el cimiento de la cultura china durante más de dos milenios. Su filosofía se articula en torno de los principales ejes siguientes: la importancia de las relaciones jerárquicas –el orden como pilar de una sociedad armoniosa–, el contrato social basado en la benevolencia de los gobernantes hacia el pueblo –la conducta apropiada y el respeto como garantes del valor moral–, el énfasis en la ética, la armonía y el rechazo al lucro, como la forma adecuada de ejercer el gobierno. Este legado incluye además un profundo disgusto por la guerra. La influencia de esta corriente filosófica puede detectarse en el entramado argumental de la obra de Wu Qi.
Es importante resaltar que, para Wu Qi, los ámbitos político y militar deben presentar un estado simbiótico de coexistencia y retroalimentación en el método de gobierno. Por lo tanto, un líder debe atribuirles igual grado de magnitud: no puede preferir uno y desatender el otro. Bajo esta premisa, nuestro autor le otorga una trascendencia relevante a la administración de ambos mediante el uso de la justicia, el ceremonial (ritual), la benevolencia y el Dao (道). Esto deja en claro que Wu Qi sostiene una postura por demás cautelosa frente a la guerra y se opone al abuso de la fuerza.
Creo necesario realizar algunas observaciones acerca del concepto de Dao. Dao es la transcripción, en el sistema pinyin aquí utilizado, de lo que habitualmente se conoce como Tao y se refiere al flujo que es fundamento y origen de todas las cosas del universo. Según criterios occidentales podría decirse, salvando las distancias, que corresponde a la “energía divina” que crea y envuelve el todo. Si bien existe un consenso relativamente universal en torno de la imposibilidad de traducirlo a una única palabra, ya que se trata de un concepto complejo, de algo inefable e inasible, en muchas escuelas de pensamiento se le atribuye la noción de “camino”, “modelo”, o “ley”, sea esta natural o humana, en función de las diferentes corrientes filosóficas. Por ejemplo, Confucio concibe el Dao en el sentido de “lo humano” (人道), mientras que Lao zi lo enfoca en la “ley natural”. Cuando se refieren al Dao, tanto Wu Qi como el ya conocido Sun Wu lo hacen en el sentido confuciano. En el contexto de este tratado, el Dao puede considerarse como el “camino ético del líder”, ya que Wu Qi lo relaciona con ambos ámbitos aludidos –el político y el militar– y se refiere a las recomendaciones del párrafo anterior: el ejercicio de la justicia, el ceremonial (ritual), la benevolencia y el Dao como características de un gobierno sabio.
Por otra parte, a continuación del tratado de Wu Qi he añadido algunos comentarios acerca de dos conceptos fuertemente presentes en el pensamiento de diversos estrategas, a saber: benevolencia y ceremonial (ritual), que forman parte del engranaje conceptual del confucianismo. Estas dos ideas confucianas son por demás complejas: la intención del agregado es solamente brindar una herramienta adicional para así permitir al lector abordar el texto con un mayor rango de libertad interpretativa.
Con el ánimo de complementar este trabajo, he agregado la traducción de algunos extractos del tratado Las tres estrategias de Huang Shi Gong. Además de compartir con Wu Qi el énfasis en las dos nociones recién mencionadas, este se centra en el aspecto estratégico y político: abarca de manera más específica las distintas formas de control de los subordinados y las modalidades correctas a aplicar para la elección de los líderes.
La complementariedad que se manifiesta entre estos dos pensadores hace de este libro una guía por demás útil que, a diferencia de otros tratados, no se limita solamente a analizar el adecuado modo de actuar, sino que incluso ofrece las herramientas necesarias para seleccionar correctamente a quienes serán los encargados de ejecutar las acciones definidas por quien gobierna.
Acerca de la traducción
En la antigua China, la mayoría de las oraciones (por no decir casi todas) se encapsulaban en grupos de cuatro caracteres. Cada uno de estos es una palabra con uno o varios significados. Por ejemplo, Confucio dijo: “Si se ha cometido un error y este no es corregido, a esto [no corregir el error] se lo llama el verdadero error” (guo er bu gai,shi wei guo yi (“ 过而不改,是谓过矣”).
La tarea es sumamente compleja pero bellísima, ya que tanto el chino moderno como el antiguo son en sí mismos un arte, la expresión compleja de la armonía y la fluidez, y sus caracteres son los cofres que encierran la sabiduría de un pueblo poderoso y milenario.
A lo largo del tiempo se elaboraron y utilizaron diversos sistemas de transcripción de los caracteres chinos, conceptuales, a alfabetos occidentales, fonéticos. Pero la reaparición más efectiva de China en el tablero mundial durante el siglo XX –y especialmente su auge económico de las últimas décadas– hizo necesario el establecimiento de un sistema que se volviera más universal. El sistema pinyin, que romaniza los caracteres del chino mandarín, es actualmente el sistema oficialmente adoptado por la misma China –e incluso por la norma ISO, ya que esta cuestión tiene implicancias muy significativas, no solamente en la multiplicación de los intercambios comerciales, sino también políticos y culturales– y el más utilizado a nivel internacional, y es, por lo tanto, el que aplicamos a nuestro trabajo. Sin embargo, sabemos que el método Wade-Giles fue el sistema más difundido para la transcripción de los nombres chinos en Occidente durante todo el siglo XX. Este método posee muchas diferencias con el metodo pinyin que aquí utilizamos. Por lo tanto, el lector no ha de sorprenderse si Sun Tzu (sistema Wade-Giles) pasa a escribirse Sun zi (sistema pinyin), si Lao Tse (sistema Wade-Giles) deviene Lao zi (sistema pinyin), y si al Tao (sistema Wade-Giles) se lo denomina Dao ( sistema pinyin).
En otro orden, queremos señalar que los agregados o las diferentes opciones de traducción que consideramos relevante aportar en los textuales se mencionan entre corchetes.
Por último, el propósito de nuestro “Comentario” al final de cada capítulo es simplemente ofrecer una primera línea directa de abordaje de los contenidos, pero ello de ninguna manera agota las posibles lecturas o los eventuales niveles de interpretación de los mismos.
Con todo, nuestra traducción ha respetado estrictamente el registro, el mensaje