En buena lógica. Humberto Marraud González
tipos. Una singularidad de las prácticas argumentativas frente a otras prácticas es que son típicamente reflexivas y autorreguladas, de manera que en el curso de muchos intercambios argumentativos se pueden cuestionar y debatir algunas de las reglas que lo regulan.
Una disciplina se define por su objeto y por su método. El objeto de la teoría de la argumentación son las prácticas argumentativas —es decir, las prácticas consistentes en dar, pedir y examinar razones. En cuanto a su método, es un campo interdisciplinar en el que confluyen la lingüística (pragmática, lingüística del texto, análisis del discurso), la psicología del razonamiento, la teoría de la comunicación, la retórica y la filosofía (lógica, epistemología). Comprende tanto la teoría general de la argumentación como el estudio de la argumentación en contextos específicos: argumentación jurídica, argumentación política, argumentación en la ciencia, etcétera.
Razones
En un sentido muy general, una razón es una respuesta a una pregunta del tipo “¿Por qué…?”. Usamos ese tipo de preguntas con distintos propósitos, y en esa medida se pueden distinguir distintos usos de las razones (o incluso, según algunos, distintos sentidos de “razón”).
Atifa Ljajic se ha quedado compuesta y sin novio, aunque mejor decir sin marido, quien ha puesto pies en polvorosa después de que esta haya dado a luz a un rollizo bebé a sus 60 años de edad.
Había soñado toda la vida con ser madre. Pero algo se lo impedía. Su voluntad, a prueba de todo, no le permitía rendirse. Y continuaba en su afán por concretar sus deseos, pese a todas las advertencias médicas. Para ello, contaba con su esposo, Serif Nokic, quien siempre la alentó.
El matrimonio de Novi Pazar, Serbia, finalmente —tras 20 años intentándolo— tuvo la gran noticia. Atifa sería madre a los 60. Fue mediante una fertilización in vitro. Los cuidados fueron constantes y los riesgos, también. Debió permanecer en reposo desde el 31 de marzo hasta el pasado 20 de junio, cuando su pequeña, Alina, nació.
“Después del quinto intento, pude quedar embarazada y tener un bebé. Sabía que sería un gran riesgo por mi edad, pero mi único deseo en la vida era tener un hijo”, contó Atifa. Pero lo que debía ser el inicio de una familia resultó ser un mal trago para la mujer, quien de un día para otro vio cómo sus planes se derrumbaban. Serif, con 68 años, se rindió y la abandonó.
Su razón es insólita: dice que está muy viejo para criar a un bebé y que por eso sería mejor que dejara el hogar que mantuvo con su esposa durante décadas. “Más allá de todo, soy un hombre enfermo. Tengo 68 años, soy diabético y tengo un corazón débil. No es fácil dormir de noche y escuchar el llanto de un bebé”, se excusó Serif. (“Las razones de un marido para plantar a su esposa... ¡que ha tenido un hijo a los 60 años!”. Periodista Digital, 19/07/2017.)
La pregunta “¿Por qué plantó Serif Nokic a Atifa Ljajic?” puede interpretarse —y en consecuencia responderse— de distintas maneras. En primer lugar, como “¿Qué hizo que Serif Nokic plantara a Atifa Ljajic?”. La respuesta es entonces que Serif Nokic creía que estaba muy viejo para criar un bebé. Aquí estamos refiriéndonos a los motivos de Nokic para actuar como lo hizo, a las creencias que le llevaron a actuar así. En segundo lugar, puede interpretarse como “¿Qué derecho tenía Serif Nokic a separarse de Atifa Ljajic?”. Ahora la respuesta es que está muy viejo para criar un bebé, o que tiene 68 años, es diabético y tiene un corazón débil. De lo que se trata ahora es de los hechos, reales o no, que pueden aducirse para justificar la decisión de Serif Nokic de separarse de Atifa Ljajic. Debemos, pues, distinguir entre motivos y razones propiamente dichas.
No juzgamos los motivos y las razones del mismo modo. En el artículo se dice que la razón de Nokic para separarse de su esposa es insólita. Si por “insólito” entendemos poco frecuente, es un juicio acerca de su motivación que alude a regularidades: la gente no suele hacer eso por ese motivo. Si por “insólito” entendemos reprobable, es un juicio acerca de la razón aducida, que alude a normas: sentirse demasiado viejo no es una razón para abandonar a tu cónyuge con un bebé, y por ello la motivación de Nokic no es una razón admisible. Así, los motivos son o no son, mientras que las razones son buenas o malas.
Imaginemos ahora que alguien, comentando esta noticia, dice: “la verdadera causa de la huida de Serif Nokic es su inmadurez afectiva” (algo que referido a una persona de casi 70 años no dejaría de ser un poco paradójico). Esa aseveración es una respuesta natural a la pregunta “¿Por qué se separó Nokic de su mujer cuando tuvieron un bebé?”, así que, según lo expuesto, nos encontramos ante algún tipo de razón. La supuesta inmadurez de Nokic no parece un motivo ni una razón normativa, en el sentido explicado. Por una parte, es una cualidad de los sujetos y no un estado doxástico, así que no parece una motivación. Por otra parte, no tiene sentido discutir si la inmadurez afectiva justifica el divorcio, y por tanto no parece una razón normativa. Esto es, aquí no está en juego la validez del precepto “Quienes son afectivamente inmaduros tienen derecho a divorciarse”, sino la aceptabilidad de la regularidad “Quienes son afectivamente inmaduros tienen tendencia a divorciarse”. Lo que sí tiene sentido decir es que la inmadurez afectiva de Nokic explica que se divorciara de su mujer cuando esta tuvo un bebé. Esto lleva a algunos1 a establecer una clasificación tripartita de las razones (o, mejor, de los usos de las razones) en razones motivacionales, razones normativas o justificativas, y razones explicativas.
Justificar y explicar
Argumentar es dar razones, y damos razones con distintos propósitos, según se acaba de exponer. Eso permite distinguir especies del género argumentar. Para empezar, basándose en lo expuesto en la sección anterior, se puede distinguir entre justificar y explicar, entre argumentos justificativos y argumentos explicativos. Las razones motivacionales definen un tipo particular de explicación, porque hacer explícito el motivo por el que alguien actúa de un cierto modo no es presentarlo como una razón para actuar así, sino como una razón para comprender por qué actuó de ese modo.
La distinción entre justificar y explicar se basa en los propósitos con los que se presenta algo como una razón para otra cosa. Para describirlos debemos distinguir los propósitos intrínsecos y los propósitos extrínsecos del argumentador. Quien presenta algo como una razón justificativa intenta mostrar o hacer patente que hay razones para tenerlo por cierto. Por tanto, el propósito intrínseco del argumentador es que el destinatario capte esas razones. Además, el argumentador puede ambicionar que el destinatario las haga suyas, y como consecuencia acepte la conclusión que sustentan. Ese sería entonces el propósito extrínseco del argumentador. Dicho de otra manera, el emisor intenta que el destinatario se percate de que está dando razones, y espera que ese reconocimiento persuada al destinatario. Pero por estrecha que sea la relación entre justificar y persuadir, son cosas distintas, aunque no sea más que porque lo segundo requiere el concurso activo del receptor.
[Vicente Gimeno, director del colegio El Vedat,] no tiene miedo al debate. Al contrario: «Sin pretender convencer» —subraya—, quiere que se conozca mejor un sistema educativo [educación separada por sexos] que en la Comunitat Valenciana adoptan siete centros. […] Él sintetiza la filosofía de estos centros. Sostiene que «los procesos madurativos en los niños y en las niñas son distintos», con el «corte radical que supone la menstruación». «Las aspiraciones y los intereses son totalmente distintos. Y respecto a las capacidades, en las niñas se desarrollan más pronto las capacidades lingüísticas, mientras que en los niños surge antes el cálculo mental y el razonamiento matemático», agrega. Así pues, sigue su explicación, «si hay que atender a la diversidad, y ya es muy difícil hacerlo en un aula con 30 alumnos, resulta mucho más complicado si encima tienes procesos madurativos muy distintos en el aula». (Paco Cerdá, “Educación segregada sería si los chicos aprendieran física y las chicas macramé”. Levante, 28/08/2012.)
Aunque Vicente Gimeno afirma que no quiere convencer a nadie, da una razón para justificar la existencia de colegios exclusivamente masculinos o femeninos. Esto es, lo que pretende Gimeno no es tanto que quienes le escuchan acepten que la educación separada por sexos es beneficiosa, como que acepten que existen razones para mantenerlo (aun cuando pueda haber otras para defender lo contrario).