La pequeña historia para amar(te). Amanda Chic
que el 70 % restante vendría dado por factores del entorno y nuestras experiencias.
Todo esto nos confirma que las creencias limitantes pueden modificarse y trabajarse, y si los propios psicólogos tienen diferentes visiones sobre lo que es la autoestima, yo os digo lo que significa para mí: según mi experiencia, una de las mejores formas de ganar autoestima, además de empaparte de buenas historias, como la que cuenta este libro que tienes en las manos, es precisamente perder el miedo a exponerte ante una audiencia. En mi caso me di cuenta de que las personas con baja autoestima no hablaban en público y, de la misma forma, quienes hablaban en público veían elevada su autovisión y su autoconcepto, generando un círculo virtuoso que refuerza la confianza. Sería algo así: «Como disfruto de una autoestima positiva, hablo en público bastante bien y con seguridad. Al mismo tiempo, hablar en público mantiene alta mi autoestima».
La que nos cuenta Amanda es la historia de una mujer valiente que habla desde su propia experiencia, la de alguien que decidió transformar las cosas menos agradables de su vida y compartir sus aprendizajes para ayudar e inspirar a otros, en una eterna vocación de ayuda y servicio a los demás. Además de atraparte en una narración apasionada, te ayudará a analizar y diagnosticar las situaciones que vives, y te proporciona un método para elevar la autoestima y detectar las relaciones que no te están aportando como deberían, con técnicas y herramientas específicas, además de un plan de trabajo para elevar tu amor propio en pocas semanas. Este foco en las acciones es otro de los aspectos fundamentales de la propuesta de Amanda, y en ese sentido encaja de lleno con la mentalidad de crecimiento que más se requiere en estos momentos.
Este es un libro imprescindible, en definitiva, para quienes quieran trabajar en su autoconcepto, pero que también puede resultar muy útil para todos aquellos que quieran conocer más sobre estas cuestiones, aunque no sientan a priori esa falta de autoconfianza, y sobre todo es una guía para que tomemos conciencia y comprendamos mejor a las personas que están sufriendo por esta causa. Espero que lo disfrutes tanto como lo he hecho yo, y que su lectura te anime a llevar a cabo esa mirada interior que te permita descubrir todo lo bueno que llevas dentro. ¡Buena suerte en ese viaje!
Juntos mejor.
Mónica Galán
Autora del método BRAVO, Public speaking trainer
y experta entrenadora en comunicación,
oratoria y comportamiento no verbal
Capítulo 1:
La niña que fuiste
No juzgues un libro por la tapa
ni por sus comienzos,
pues de una crisálida
se forma la mariposa.
De mi corazón al vuestro. Amanda chic
Si te toparas hoy con la niña que fuiste… ¿qué le dirías?
María tenía tres años y estaba en la parte alta de la escalera.
Abajo estaba ese ser extraño con una muñeca enorme, acompañado de algunos familiares que intentaban convencerla para que bajara las escaleras.
—Baja, María, ¡es tu padre! —exclamaron.
Ella miraba sorprendida con sus grandes ojos verdes; estaba asombrada y asustada a la vez. No entendía absolutamente nada. Para ella tan solo existían su madre y sus abuelos, esa era su familia, y… ahora ese ser extraño que estaba esperándola al final de la escalera decía ser su padre…
Tragó saliva fuertemente y comenzó a bajar las escaleras lentamente, con inseguridad, tratando de entender qué estaba sucediendo, mientras en su cabeza pasaban muy rápido todo tipo de reflexiones e ideas… ¡Toda su familia se había vuelto loca!
Los padres de María se divorciaron cuando ella tan solo tenía diez meses de vida. Dicen que los hijos de parejas divorciadas que han sido utilizados en conflictos de divorcio, tienen traumas psicológicos equivalentes a ser maltratados. Cuando utilizas a un menor como moneda de cambio en un conflicto familiar, el trauma queda ahí, y eso es lo que sucedió con esta historia de divorcio. En los procesos de separación influyen muchos elementos, pero lo más importante es no hacer sufrir a los hijos.
A los ocho años, María estaba en un juzgado en donde se decidía con quién tenía que vivir, si con su madre y sus abuelos (con los que había vivido hasta esa edad) o con su padre, esa persona ajena a la pequeña y que quería sacarle totalmente la custodia a su madre, para arrebatarle a María. Más de una hora estuvo llorando con una psicóloga que le exigía que debía irse con su padre, dibujando la familia feliz y perfecta, pero… ¿qué es una familia feliz?
Para María, la familia feliz era seguir viviendo con sus abuelos y su madre, aunque ella no ejerciese cien por ciento como madre por todos sus problemas. Ella no quería irse con ese ser desconocido que además no le transmitía ninguna confianza; y es que desde pequeña María siempre se guiaba por las sensaciones y las energías que le transmitían las personas que conocía.
Por suerte, la jueza finalmente le dio la custodia a su madre y María pudo vivir con ella y sus abuelos tranquilamente. Fue un juicio traumático, una mala experiencia para ella. Cuando llegó ese día a casa solo tenía ganas de llorar, no era capaz de controlar el llanto, el miedo que sentía... se imaginaba cómo sería su vida si no estuviera en su amado hogar, donde sentía el calor de los suyos.
Las separaciones, en sí mismas, no tienen por qué dañar a los hijos. Sufrirán, sobre todo al principio, pero cuando todo se asienta, se calma, se hacen las cosas bien y lo asumen, tienen más recursos para acomodarse o incluso, encontrar alguna ventaja al tener dos modelos de crianza o dos ámbitos sociales.
Reflexión:
Haz que tus sueños sean más
grandes que tus miedos
Capítulo 2:
El patio
Fuera, vete de mi casa
Tú no eres mi amiga
que yo sigo jugando,
qué más da…
Canción de Pablo López
Los niños pueden ser tan crueles… Ya lo decía Mario Benedetti:
«Es curioso como a veces se puede llegar a ser tan inocentemente cruel».
Se crean grupos. Por un lado, están los populares y los no populares, que son excluidos de alguna forma por el primer grupo, alejándolos de las actividades que están realizando, no dejándolos participar en juegos y los llegan a discriminar, intelectual, emocionalmente, etcétera.
María siempre se sentía sola. Pasaba los recreos uniéndose a gente diferente cada día. Pero descubrió que de todo se podía aprender algo. La parte buena de no estar siempre con los mismos era que así conocía más gente. Pensaba para sí misma: «No saben los demás lo que se están perdiendo por tener ese círculo tan cerrado en el que siempre juegan los mismos». Pero… ¿para qué negarlo?, le hubiese gustado dejar de tener la incertidumbre en cada recreo, en cada pausa o actividad y que la dejaran formar parte de ese grupo.
El ser humano tiene la necesidad de pertenencia a un grupo. En la infancia es algo importante pertenecer a un grupo, saberse parte de él, sentirse útil, parte activa y fundamental de este. Somos seres sociales.
Los años de colegio fueron bastante desconcertantes para María. Desde preescolar ya vivía situaciones un tanto rocambolescas. Tenía una profesora que todos los