Simple. René Arce Lozano

Simple - René Arce Lozano


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microempresarios de mi comunidad, músicos locales, entre otros. Desde la primera semana de la pandemia por COVID-19 pensé que el desarrollo mental, social y económico iba a cambiar para siempre y que nos íbamos a volver como nuestros antepasados, que tenían relaciones, comercio y necesidades de adentro hacia afuera. Ya no era un tema «nacionalista» y menos internacional, sino «de la colonia» o «de la comunidad» donde estuviéramos físicamente.

      La verdad es que nunca pensé que esto fuera a durar tanto y que, además, se mezclaría con asuntos de nuestros gobernantes y de otros países que complicaran tanto nuestra existencia. Porque creo que estamos en una intersección que quedará marcada para nuestras vidas en todas las áreas de nuestra convivencia: en lo familiar, lo laboral y lo personal. No hay nadie, por mucho o poco dinero que tenga, por solo o acompañado que se encuentre, que no esté sufriendo las consecuencias causadas por esta situación.

      Esa es una de las razones de este libro, una manera de hacer, en la medida de lo posible, más llevaderos los meses y años que vienen. Porque estamos en una crisis económica, en una crisis de principios y de acción, pero sobre todo en una crisis de amor. Por más romántico que esto parezca, es una realidad que si no nos hace tomar acciones, nos va a costar décadas de esfuerzo y de amor recuperarnos.

      EL MOMENTO ES UNO,

      ES PERFECTO Y ES HOY.

      Como explicaré más adelante, la oportunidad es una de las variables que he aprendido a apreciar enormemente a lo largo de mis años; particularmente en estos días, decidí que por primera vez iba a hacer un esfuerzo para tratar de ayudar y tocar la cabeza de otros que, como yo, están pasando por un momento difícil y complicado.

      Espero que en estas letras, algunos encuentren la manera de salir adelante y de sacar lo mejor de todos los momentos, pero sobre todo de todas las crisis. Tengo afinidad por los momentos difíciles porque me han tocado como preámbulo de épocas felices. Al final, eso es lo que hacemos como profesionistas: salir adelante de tiempos complicados y prepararnos para los que sin duda vendrán. No quiero sonar pesimista, pero creo que estamos en un punto en el que necesitamos sacar lo mejor de nosotros para que cada quien, en nuestro mundo, atienda de la mejor manera cada día que nos toque vivir.

      Esto también tiene que ver conmigo. No tan joven, no tan viejo, no tan verde, no tan negro. Si este momento fuera un puente, sería capaz de ver el principio del mismo y, en el horizonte, su final. Este pequeño lapso ha sido un privilegio porque nos permite apreciar los obstáculos recientes y, a su vez, encontrar la fuerza para enfrentar los retos que están adelante. Para mí es también un espacio en donde todavía tengo cosas en común con las generaciones más jóvenes, de las que a veces vivo sus problemas en carne propia, pero también entiendo a quienes tienen más años que yo y aprecio mucho la sabiduría que han adquirido con el paso de la vida. Hay en mí algo del ego del joven y de la humildad del no tan joven, que entiende mucho más simplemente por haber estado más tiempo aquí.

      AL FINAL, ESO ES

      LO QUE HACEMOS

      COMO PROFESIONISTAS:

      SALIR ADELANTE DE

      TIEMPOS COMPLICADOS Y

      PREPARARNOS PARA LOS

      QUE SIN DUDA VENDRÁN.

      He escrito estas páginas a partir de mi educación como abogado, particularmente de mi pasión por la metodología jurídica y un poco por mi carácter. He aprendido que, a pesar de tener un fondo sólido, si fracasas en la forma, es decir, en la metodología, el argumento se puede perder por completo, como si el fondo no importara.

      Por ello, quiero enfatizar la importancia de contar con una metodología fundamentada en principios de fondo que valoro, aprecio y pretendo contagiarles. Asimismo, quiero comunicarles que esta metodología, esta forma de hacer las cosas (de pensar, de ser) que he usado para cumplir o comunicar esos principios a lo largo de mi vida, muchas veces no ha sido la mejor. Este es mi legado para los lectores de este libro: transmitirles los aspectos esenciales de la forma, de la metodología, que pueden serles útiles en este momento crítico por el que estamos atravesando.

      Intentaré compartirles mis errores de una manera clara, pero sutil. De antemano me disculpo con tanta gente que quiero y he querido mucho, por errores que ahora, en retrospectiva, veo tan claros, pero que en su momento me llevaron a hacer lo que hice. Este libro me brinda hoy la oportunidad de pedir perdón y de dar gracias por muchas cosas. Señalo esto en este primer capítulo porque no sería lógico para mí comenzar a platicarles todo esto sin aceptar que en muchas ocasiones no le di a la metodología (es decir, a la forma) la importancia debida.

      Desde el punto de vista personal, a veces tuve pésimas formas para argumentar o presentar un tema. El fondo (es decir, la sustancia) podía estar perfecto pero la manera de presentarlo, argumentarlo o implementarlo pudo haber sido mejor. Hoy veo esas fallas y trato de liberar, al menos un poco por medio de estas letras, algo de esa culpa. Porque esto también es un ejercicio de liberación para el que escribe; parte de mi metodología actual es estar atento a la carencia o al error en las formas y pretende corregir eso pidiendo perdón. Un humilde y sincero perdón.

      La manera en la que desarrollaré mi exposición de la metodología será similar a como atiendo las problemáticas jurídicas en el día a día, con la salvedad de que este análisis puede ser compartido por ciertas personas pero rechazado por otras. No obstante, intentaré que el lector comprenda y razone con consistencia sobre nuestro punto de vista porque, aunque no pretendo convencer a nadie acerca de nuestra sustancia (el fondo, los principios que valoro), sí espero hacerlo sobre la metodología empleada. De la misma manera, trataré de dar las herramientas suficientes para que esta metodología (forma) de análisis pueda ser apropiada por los lectores para que, incluso, lleguen a conclusiones diferentes a las mías y así puedan ver objetivamente el poder de la misma.

      Mi intención es que con esta metodología basada en principios generales (sin llegar a lo técnico) de la ciencia jurídica, podamos promover una discusión sobre lo que necesitamos como sociedad, con una premisa superior y fundamental: el respeto a todas las opiniones, a todos los antecedentes, a todas las experiencias y a todos los objetivos que tenemos como seres humanos conviviendo en un mundo tan complicado como el que vivimos.

      Parto de una base de respeto y comprensión de diferentes puntos de vista con el objetivo de ser incluyente para lograr ser más felices. No hay otro fin más que sembrar con este esfuerzo una sonrisa, una palabra de aliento, una idea que ayude o una filosofía de comunidad. Porque este elemento de comunidad es lo que nos va a perpetuar o nos va a destruir como raza en este mundo en donde nunca habíamos estado tan conectados y tan sensibles. En donde nuestras vidas enteras pueden ser vistas por millones de personas por medio de un search engine, una red social o un mensaje de texto. En donde una muerte en el otro extremo del mundo puede generar, minutos después, una protesta en la capital del país más lejano a ese evento.

      La conexión es un elemento fundamental para comprender la intención de estas letras, ya que es la que provoca estos efectos casi inmediatos en los extremos de nuestra comunidad. Una comunidad local, regional, nacional que si toca las fibras adecuadas se transforma rápidamente en viral y probablemente global. Si pensamos en esta conexión y este enlace continuo, veremos cómo moldea nuestro mundo de una manera nunca antes vista. Es la misma conexión que nos llevó a esta pandemia. Es tan importante, que en el 2020 detuvo al mundo y, al mismo tiempo, puede volver a movernos. Si se utiliza para salvar, cuidar y sostener a nuestra comunidad, creo que el efecto puede ser proporcionalmente positivo.

      Si no le damos el cauce correcto, esa idea, ese sentimiento se puede quedar muerto en el borde de nuestros labios. Estar conscientes de esto es el objetivo de estas páginas.

      Este espacio es muy sencillo de escribir porque esto no es ni pretende ser un catálogo de coaching. No quiero convencerlos de absolutamente nada. No me interesa que sean como yo ni que sigan mi ejemplo. No es un libro de autoayuda ni de caldos de pollo para el alma de nadie.

      Parto de los errores que me han tocado


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