Mujeres que tocan el corazón de Dios. María C. Domezi
vemos en Romanos 16,3.
Priscila era muy conocida entre los cristianos por su liderazgo y por ser una ministra de Iglesia que enseñaba con autoridad. Es por ello que, en contra de la costumbre que determina nombrar primero al marido, en los relatos bíblicos del Nuevo Testamento por lo general se le cita antes que a Áquila.
… la relación fecunda de la pareja
se vuelve una imagen para descubrir
y describir el misterio de Dios,
fundamental en la visión cristiana
de la Trinidad que contempla
en Dios al Padre, al Hijo y al Espíritu de amor.
(Papa Francisco, Amoris Laetitia 11).
¡Oh Dios tan grande y
tan cercano, tan poderoso y amigo,
acógeme en el misterio de tu comunidad!
En ti busco una casa, un hogar,
un abrigo seguro, y un lugar en la gran mesa
en la que todos somos iguales.
Adaptaré mis pasos a los de aquel
que camina a mi lado.
Compartiremos el pan, la palabra
y nuestros sueños, y enfrentaremos juntos
los desafíos y los problemas.
Que nuestro amor sea abierto,
don multiplicado, que haga el bien a todos
y traiga felicidad.
Amén.
María,
la madre de Jesús
Ella es María, madre de Jesús y su primera discípula. Venerada y respetada en muchas religiones, tiene un lugar especial en la Iglesia de las discípulas y los discípulos de Jesucristo, como madre siempre presente. Los católicos tienen por ella un amor filial y especial veneración, y se valen de su intercesión como vía para llegar a Dios.
Los evangelios y otros textos bíblicos del Nuevo Testamento hablan muy poco de ella, porque el interés está puesto en Jesús. Sin embargo, los pocos pasajes en los que se le menciona son suficientes para evidenciar toda la grandeza de la acción de Dios a través de su madre, así como la enorme generosidad de María al ponerse a disposición del proyecto de Dios.
Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala. Jesús, al ver a la madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’. Después dijo al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre’. Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa.
(Juan 19,25-27).
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