"Por una merced en estos reinos". Carolina Abadía Quintero
en que se desarrollaba su vida, que están constituidos por lo local, el mundo virreinal y el Imperio hispánico.
Además de los elementos mencionados, hay que entender que las redes son diacrónicas porque permiten estudiar un fenómeno de manera permanente en el tiempo. En términos prácticos, esto quiere decir que, a pesar de que los grafos que ilustran la red aparecen de manera estática, las relaciones y los vínculos que la componen se mantienen, por lo general, de manera permanente a lo largo de la vida del individuo.39 Eric van Young resume mejor las características mencionadas sintetizándolas en los siguientes criterios: durabilidad, es decir, con una persistencia en el tiempo; reciprocidad, en la medida en que los vínculos son más horizontales que verticales; horizontalidad, y ligadas a la voluntad de las partes por mantener algún tipo de vínculo.40
El ejercicio de elaboración de redes permitió, como menciona en múltiples de sus trabajos José María Imízcoz,41 superar la delimitación geográfica impuesta por el espacio de estudio, en este caso el obispado de Popayán, y ubicar de manera simultánea las relaciones y conexiones familiares, afectivas, políticas y comerciales, entre otros, de varios de los obispos y prebendados residentes en Popayán. Así, mientras moraban en la capital del obispado payanés, mantenían relación permanente con amigos, apoderados y conocidos en Santa Fe, Quito, Lima, Sevilla, Madrid y Roma; la mayor parte de estas conexiones demuestran que, a pesar de sus funciones, los obispos y algunos prebendados mantenían vínculos y amistades con los que vigilaban de manera permanente sus deudas, pleitos, negocios e intereses de promoción en otras geografías. A este universo de múltiples y diferenciados vínculos lo denomina Imízcoz análisis relacional, definido en palabras de este autor como:
Un análisis de tipo inductivo que parte de la observación de las acciones e interacciones de los individuos como actores efectivos de la vida económica, política, social y cultural, con el objeto de hallar sus configuraciones o agrupaciones reales, de percibir sus relaciones con el contexto (con las instituciones, normas, ideas y estructuras del sistema), de seguir en el tiempo las dinámicas que constituyen con su acción y, a término, de explicar los procesos de cambio desde la agencia de los actores que los producen efectivamente.42
No sobra decir, como señala José María Imízcoz, que el análisis inductivo se refiere a la composición de argumentos y explicaciones a partir de la información que brindan las fuentes históricas, lo cual no implica reducir la complejidad del sistema que se estudia.43
La metodología que se usó para diseñar las redes complejas de los obispos de Popayán pasó por determinar, en primera medida, el tipo de relaciones que tenían obispos y capitulares, y así ir identificando los cargos, los lugares geográficos y el tipo de vínculos establecidos con esos otros, y si estos intervenían o no en el proceso de promoción, ya sea con una recomendación, o como testigos de los méritos y servicios, o como agentes en la corte. Para determinar esta red, fue necesario comprender que hacer una implica establecer el tipo de vínculos construidos por los sujetos de estudio; como menciona María Isabel Sánchez Balmaceda, existe una tipología de relaciones propuesta por Koke y Kuklinski,44 con la que es posible reconocer diversas formas relacionales: a) de transacción referidas a “intercambios comerciales”45 y mercantiles de todo tipo; b) de comunicación, definida por “la transmisión de mensajes”46 entre los sujetos de estudio; c) instrumentales, establecidas para buscar alguna merced, recompensa o beneficio; d) afectivas, definidas por conexiones de amistad y paisanaje; e) de poder, representativa de sujetos pertenecientes a corporaciones e instituciones; f) de parentesco, constituida por lazos familiares.47
Así, en el proceso de identificación de relaciones y conexiones de los obispos de Popayán, fue necesario evaluar la calidad y cantidad de la información para establecer sus redes. Para esto, se cruzaron los datos presentes en documentos notariales, cartas, relaciones de méritos y servicios, diccionarios biobibliográficos y poderes especiales, con los que fue posible establecer las redes de siete obispos: Juan de la Roca, fray Juan González de Mendoza, fray Ambrosio de Vallejo, Diego Montoya y Mendoza, fray Francisco de la Serna, Vasco Jacinto de Contreras y Cristóbal Bernaldo de Quirós. De los otros siete obispos, la información encontrada no fue profusa o consistente por los siguientes aspectos: a) no tener documentos notariales para los tres primeros obispos de Popayán (Juan del Valle, fray Agustín de la Coruña y fray Domingo de Ulloa), b) el estado de deterioro en que se encuentran algunos documentos de archivo y c) no identificar en los documentos relaciones consistentes, como se denota en los casos de Melchor de Liñán y Cisneros, Feliciano de Vega y Padilla, fray Matheo de Villafañe y Panduro y Pedro Díaz de Cienfuegos.
Se apeló, además, a la llamada teoría de grafos, comprendiendo el grafo como “una representación abstracta de un sistema cualquiera, en el que los elementos del sistema o ‘nodos’ se relacionan entre sí mediante conexiones que indican la presencia de una interacción”.48 En términos técnicos, los cuales no pueden dejarse de lado en vista de las redes que se presentarán a continuación, un nodo es definido como “las personas o grupos de personas que se encuentran en torno a un objetivo común”,49 un vínculo “son los lazos que existen entre dos o más nodos”50 y un flujo como la línea que “indica la dirección del vínculo”.51 En este sentido, en Ucinet, un programa especializado en el diseño de redes, se estableció un tipo de grafo centralizado, con un ego determinado, que, en este caso, son varios de los obispos de Popayán, de quienes se desprenden los nodos, vínculos y flujos. Esto quiere decir que el tipo de redes que se presentan son egocentradas o personales, constituidas por “relaciones a partir de una persona”,52 distinta de una red sociocentrada, que “mide las relaciones entre todos los actores de un grupo determinado”.53 Para diferenciar tipos de vínculos, se presentan nodos representados en diversas formas geométricas, que se van diferenciando según su funcionalidad en cada red.
No sobra decir que complementan este marco metodológico e interpretativo dos obras que brindan elementos de tipo analítico para comprender y, sobre todo, enunciar el conflicto y la negociación, ambos procesos estructurales con los que se clarifican las tensiones jurisdiccionales que este proyecto pretende abordar. Por un lado, Jonathan I. Israel y su trabajo Razas, clases y sociales y vida política en el México colonial, 1610-1670,54 en que expone, específicamente en la segunda parte, la posibilidad de estudiar la vida política desde el conflicto poniendo en escena y en el orden de lo narrativo hechos, ideas, individuos y movimiento colectivo, conectando actores, intereses y jurisdicciones desde una perspectiva atlántica amplia. La otra obra es la de Arrigo Amadori,55 quien, estudiando la gestión de los virreinatos americanos desde la política del conde duque de Olivares, valido del rey y del Consejo de Indias en la primera mitad del siglo XVII, va dando cuenta de las diversas escalas de negociación que estos entes tuvieron que establecer con las élites locales americanas como muestra de la vinculación y conexión de los territorios hispánicos con la Corona, con lo cual se demuestra que “la negociación y la búsqueda del consenso no solo tenían lugar en el seno de las cortes; también estaban presentes en la relación del poder central con varias instancias del ámbito local, e incluso con individuos determinados”.56 Ambas visiones, la del conflicto y la de la negociación, son las que posibilitan que redes de poder, sistema de patronazgo y movilidades eclesiásticas encuentren los escenarios propicios de acción y, por ende, de estudio.
Finalmente, respecto de la elección temporal, es 1546 el punto de partida al ser el año de erección del obispado, extendiéndose el periodo de estudio a 1714, momento en que muere el último obispo payanés del siglo XVII, años que muestran una importante circulación de clérigos y religiosos peninsulares e indianos en Popayán, proceso que no se denota con intensidad en el siglo XVIII al fortalecerse la presencia de integrantes de las élites regionales payanesas en las instituciones religiosas del obispado.
Se pensó el espacio desde dos perspectivas definidas por el ámbito jurisdiccional y territorial, así como por el ejercicio del poder y la mentalidad de la época. Así, un tipo de características encierra la capital obispal como centro ordenador de las realidades eclesiásticas del obispado y otras son el tipo de lógicas territoriales gestadas con la comprobada circulación y movimiento de capitulares y prebendados. Respecto