Desde la capital de la República. AAVV
A partir del Congreso de Ginebra la solidaridad juvenil con la República se acrecentó: el 6 de septiembre, en la misma Ginebra y tras oír el informe presentado por los delegados españoles, se reunieron un centenar de congresistas de «juventudes socialistas, comunistas, anarquistas y otras» que representaban a 13 países y 33 organizaciones. Decidieron crear comités de ayuda locales y nacionales que agrupasen a todas las organizaciones juveniles que quisieran participar, dando así origen a comités juveniles de ayuda a la República en diferentes lugares; pedir a la Internacional Juvenil Socialista y a la Comunista que organizaran conjuntamente la solidaridad; y, cuando hacía pocos días que se había establecido la política de no intervención, presionar a los gobiernos de sus respectivos países para que cesase el bloqueo a la República y el envío de material a los sublevados. Procedente de Ginebra, una comisión juvenil formada por delegados de organizaciones juveniles americanas –un cubano, tres canadienses y seis estadounidenses– visitó Barcelona y Madrid y llevó al surgimiento de comités juveniles de ayuda en países como Estados Unidos, Canadá, Cuba y México.38
Las organizaciones juveniles españolas convocaron una «Conferencia Europea de la Juventud sobre los sucesos de España»,39 que se celebró en París el 19 de diciembre de 1936. En ella participaron representantes de más de 100 organizaciones juveniles, tanto internacionales como representantes de 23 países, incluyendo algunos extraeuropeos como Cuba o Estados Unidos. Representaban un amplio espectro ideológico y religioso, aunque predominaban las organizaciones socialistas y comunistas y, entre las organizaciones religiosas, las protestantes. Jóvenes españoles de diferentes organizaciones presentaron seis informes que trataban los temas más controvertidos a los que hacía frente el gobierno republicano: su posición internacional y la postura de los demás países hacia él, la cuestión nacional, el problema agrario, la educación, la formación del ejército republicano, y la cuestión religiosa. Los informes y la resolución aprobada hicieron hincapié en el carácter democrático del gobierno republicano y de los objetivos de su lucha. Mientras que las Juventudes Libertarias consideraron que la conferencia representó las posiciones de republicanos y socialistas, la JSU planteó que «los jóvenes del mundo, sin distinción de ideologías», querían ayudar a la República y que la «unidad de la juventud española» en el Frente de la Juventud se había considerado «el camino a seguir».40
En una segunda reunión, celebrada al día siguiente, se decidió formar la Comisión Internacional de la Juventud por la España Republicana, conocida como Comité de París, con el objetivo de «coordinar el trabajo de ayuda directa y de información». La importancia que le daban los políticos republicanos a esta acción internacional de los jóvenes se reflejó en que el gobierno subvencionó al representante del Frente de la Juventud estatal en esta comisión, mientras que la Generalitat hizo lo mismo con el Frente de la Juventud de Cataluña y, aunque no sabemos el resultado, se intentó gestionar que el gobierno vasco subvencionara al representante del Frente de la Juventud Vasca.41
Así, se sucedieron también viajes de miembros de organizaciones juveniles a España y de delegaciones juveniles españolas al extranjero, dando mítines y recogiendo fondos. Ya en marzo de 1937 se había anunciado que viajaba hacia París el profesor Gregorio Bergman, presidente de honor del RME y representante en éste de la Federación Universitaria Argentina. Una delegación juvenil española viajó a Estados Unidos, donde recolectó 18.000 dólares en mítines organizados por la American Student Union (Unión de Estudiantes Estadounidenses (ASU). El movimiento de solidaridad con la República se había extendido hacia América y Asia-Oceanía, especialmente a través de las Uniones Nacionales de Estudiantes, como en Costa Rica, Indonesia, India, Puerto Rico o China.42
En 1937, la ASU pidió al gobierno norteamericano que aplicara sanciones a los países agresores. En 1938, renunció al desarme y planteó que había que favorecer el rearme de su gobierno para defender la democracia, tras un debate entre aislamiento y seguridad colectiva que se había iniciado con la invasión italiana de Etiopía. La decisión de la ASU hizo que se formaron dos bloques en el movimiento pacifista estadounidense: los liberales y comunistas la apoyaron, mientras que aislacionistas, trotskistas, socialistas y pacifistas «puros» se opusieron y formaron el Comité Juvenil contra la Guerra. También en 1938, la Oxford Student Union anuló su «Juramento», adoptando una resolución que decía que «esta asociación defiende la alianza de las naciones pacifistas y está dispuesta a hacer la guerra contra la invasión fascista». Se abría paso la idea de que, en ciertas circunstancias, había que recurrir a la guerra para defender la paz.43
La Alianza Juvenil Antifascista fue la que representó a la «juventud española» en el Segundo Congreso Mundial, que se celebró en Nueva York entre el 16 y el 23 de agosto de 1938. Alianza lo definió como «congreso de unidad de todos los jóvenes para la defensa de la paz mundial», identificada con la «lucha contra los agresores, contra los fascistas que quieren destruir nuestra patria», por lo que la juventud española debía apoyar el congreso y defender su unidad, mientras que los adultos pidieron a los jóvenes que explicaran en Nueva York que en España se estaba defendiendo la paz con las armas porque no se podía hacer otra cosa, idea en la que coincidieron Ramón Lamoneda (PSOE), y Mariano Vázquez y Segundo Blanco (CNT), en entrevistas realizadas por el mismo periódico. La delegación de la AJA, presidida por el libertario Serafín Aliaga, estuvo formada solo por 13 miembros e incluyó, además de a las organizaciones que habían participado en el primer congreso, a una representante de la Unión de Muchachas –la organización juvenil femenina vinculada a la JSU–, y un miembro de la JEREC. Tuvieron representación independiente las Juventuts Socialistes Unificades de Catalunya y las Juventudes Libertarias catalanas.44
En ambos congresos internacionales se planteó la necesidad de la unidad de ésta para construir un mundo en paz, lo que se consideraba que sólo podía conseguirse con el fortalecimiento del sistema democrático y, en el segundo, se rechazó –en una referencia implícita a las organizaciones juveniles de los países totalitarios– que la juventud debiera expresar obediencia incuestionable hacia el Estado y/o sus dirigentes. Las organizaciones juveniles de Alemania, Italia y Japón habían intervenido en la preparación del primer congreso hasta el 10 de julio de 1936, pero finalmente decidieron no asistir, aunque los delegados italianos del exilio habían estado dispuestos a no participar si eso ayudaba a que lo hicieran representantes de las organizaciones juveniles fascistas. La ausencia de las organizaciones juveniles nazis llevó a la delegación francesa a presentar un «llamamiento a la juventud alemana», que fue aprobado por unanimidad, en el que se le pedía participar y desarrollar las labores aprobadas en el congreso, «convencidos» de que compartían sus objetivos de luchar por la paz porque «en una guerra todos acabarían perdiendo». En el segundo congreso se insistió en la necesidad de colaborar con los jóvenes de las potencias fascistas: «La juventud democrática no está enemistada con la juventud de los estados totalitarios y hará todo lo que esté en su mano para establecer un contacto amistoso con ellos».45
Sin embargo, la evolución de la situación internacional no permitió que los delegados del segundo congreso no pusieran nombres y apellidos a los problemas. Así, el mismo informe del segundo congreso destacó «la gran ovación dada a los delegados de China, España, Checoslovaquia, Austria y Etiopía» en el acto de inauguración del congreso en el que, según la revista Time, la delegación española fue la más aclamada.46
Se trataron uno a uno los principales conflictos existentes,