Callejón Sin Salida. Блейк Пирс
tiempo contigo y Danielle… mi propia vida…
–Sacrificaste todas esas cosas por Ruthanne Carwile –lanzó Chloe–. Esa fue tu elección.
–Lo fue. Y es un remordimiento con el que he tenido que vivir por durante casi veinticinco años.
–¿Qué es lo que quieres? –preguntó.
Ella se aproximó en su dirección, sólo para abrirse paso a su lado, hacia su puerta. Se necesitaba más fuerza de voluntad de la que ella pensaba para pasar junto a él, para estar tan cerca de él.
–Esperaba que pudiéramos cenar juntos.
–¿Así de fácil?
–Tenemos que empezar por algún lado, Chloe.
–No, en realidad no tenemos que hacerlo –ella abrió la puerta y se volvió hacia él, mirándolo por primera vez a los ojos. Su estómago estaba hecho un nudo y ella estaba haciendo lo posible para no emocionarse frente a él–. Necesito que te vayas. Y por favor, no vuelvas nunca más.
Él parecía genuinamente herido, pero sus ojos nunca se apartaron de los de ella.
–¿Lo dices en serio?
Quería decir que sí, pero lo único que salió de su boca fue:
–No lo sé.
–Hazme saber si cambias de opinión. Tengo un lugar…
–No quiero saber –interrumpió ella –.Si quiero ponerme en contacto contigo, te encontraré.
Él le sonrió ligeramente, pero aún había algo de dolor.
–Ah, es cierto. Trabajas para el FBI ahora.
Y lo qué pasó entre tú y mamá es lo que me llevo por ese camino, pensó.
–Adiós, papá –dijo ella y cruzó la puerta.
Cuando la cerró detrás de ella, no se molestó en mirar hacia atrás. En cambio, fue hacia el elevador tan rápido como le fue posible sin que pareciera que tuviera prisa. Cuando las puertas se cerraron detrás de ella y el elevador comenzó a subir, Chloe apretó sus manos contra su rostro y empezó a llorar.
***
Ella miró fijamente su armario, pensando si debería llamar a Moulton y decirle que no podría salir esta noche después de todo. Ella no le diría la verdadera razón: que su padre había salido de la cárcel después de haber pasado allí veintitrés años y que de repente había aparecido en la puerta de su casa. Ciertamente, él entendería lo traumático de la situación, ¿verdad?
Pero decidió que no iba a dejar que su padre arruinara su vida. Su sombra ya había rondado sobre una parte demasiado grande de su vida. E incluso algo tan pequeño como cancelar una cita debido a su presencia le daba demasiado poder sobre ella.
Llamó al número de Moulton y cuando salió el buzón de voz, dejó su sugerencia de un lugar para cenar. Una vez hecho esto, se dio una ducha rápida y se vistió. Mientras se ponía un pantalón, sonó tu teléfono celular. Vio que era Moulton quien la llamaba y su mente se imaginó primero los peores escenarios.
Ha cambiado de opinión. Me llama para cancelar.
Ella realmente lo creyó hasta que atendió el teléfono.
–¿Hola?
–Entonces, comida japonesa me parece muy bien –dijo Moulton–. Ahora, quizás te des cuenta por mi falta de detalle y seguimiento, pero no hago mucho esto. Así que no sé, ¿voy a recogerte o si nos encontramos allí…?
–Ven a recogerme, si no te molesta –dijo, pensando de nuevo en el estado andrajoso de su coche–. Hay un lugar bueno no muy lejos de aquí.
–Suena bien –dijo–. Nos vemos entonces.
…No hago mucho esto. A pesar de que él lo habría admitido, a Chloe le resultaba difícil de creer.
Terminó de vestirse, se peinó un poco y esperó a que la llamaran a la puerta.
Quizás será tu padre de nuevo, se dijo a sí misma. Aunque en realidad, si estaba siendo honesta, no era su propia voz la que se lo decía. Era la voz de Danielle, condescendiente y confiada.
Me pregunto si ella ya sabe que él ha salido, pensó Chloe. Dios mío, se pondrá furiosa.
Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para pensar en ello. Antes de que pudiera hacerlo, llamaron a la puerta. Durante un momento de parálisis, ella estaba segura de que era su padre. Esto la hizo congelarse por un segundo, sin querer contestar. Pero luego recordó que Moulton se había sentido igual de torpe que ella fuera del campo de tiro, y se dio cuenta de lo mucho que deseaba verlo. Especialmente después de lo que habían sido las últimas horas de su vida.
Ella abrió la puerta con su mejor sonrisa. Moulton tenía otra sonrisa. Tal vez fue porque rara vez se veían fuera del trabajo, pero a Chloe le pareció muy sexy su sonrisa. También ayudó el hecho que aunque estaba vestido simplemente con una camisa abotonada y un par de pantalones bonitos, se veía increíblemente guapo.
–¿Lista? –le preguntó él.
–Absolutamente –dijo.
Ella cerró la puerta y se dirigieron al pasillo. Una vez más, estaba ese silencio perfectamente tranquilo entre ellos, uno que la hizo desear que ya estuviesen más adelantados. Incluso algo tan simple e inocente como él intentando tomarla de la mano… ella necesitaba algo.
Y fue esa simple necesidad de contacto humano que la hizo darse cuenta de lo mucho que la había alterado la presencia de su padre.
Sólo va a empeorar ahora que él ha salido de la cárcel, pensó ella mientras Moulton y ella tomaban el elevador hasta el vestíbulo.
Pero no iba a dejar que eso arruinara esta cita.
Ahuyentó todos los pensamientos de su padre de su mente mientras Moulton y ella se salían a una cálida noche. Y para su sorpresa, realmente funciono.
Por un tiempo.
CAPÍTULO TRES
El restaurante japonés que había elegido era un lugar de parrilla hibachi, con las grandes cocinas abiertas para permitir que grandes grupos se sentaran a ver a los cocineros realizar su arte. Chloe y Moulton optaron por una mesa en la zona más tranquila y privada del restaurante. Cuando ambos estaban sentados, ella se alegró de ver que se sentía natural estar sentada en un lugar como este con él. Aparte de la atracción física, Moulton le había gustado desde el primer momento en que lo conoció. Él había sido lo único positivo en el día que la habían cambiado del equipo de respuestas de evidencias al programa de crímenes violentos. Y aquí estaba él, haciendo que los momentos incómodos de su vida fueran más soportables.
No quería arruinar su noche con tal conversación, pero sabía que si no se desahogaba, sería una distracción innecesaria.
–Entonces –dijo Moulton, doblando las esquinas de su menú al abrirlo–, ¿no fue extraño que te invitara a salir?
–Estoy segura de que depende a quién le preguntes –respondió ella–. El Director Johnson podría pensar que no es la mejor de las ideas. Sin embargo, para serte honesta, he estado esperando que me lo pidieras.
–¿Así que eres tradicional? ¿No me habrías invitado a salir tú? ¿Habrías esperado a que yo te lo pidiera?
–No es por ser tradicional, sino es por estar marcada por una relación pasada. Y supongo que es mejor que te lo diga. Hasta hace siete meses aproximadamente, estaba comprometida.
La sorpresa en su cara fue algo sólo momentáneo. Afortunadamente ella no notó miedo o incomodidad de su parte. Antes de que él pudiera comentar algo sobre esto, vino la camarera a tomar sus pedidos de bebidas. Ambos pidieron un Sapporo, haciendo el pedido rápidamente, para no dejar que el ímpetu de su conversación