Pedagogía social en Iberoamérica. Группа авторов

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de la educación, serán las ciencias encargadas de investigar los fenómenos educativos. La etiqueta “ciencia” resultaba demasiado tentadora para unos estudios, los de pedagogía, que tenían problemas académicos para legitimar su estatus de cientificidad. Los resultados no se hicieron esperar, la nueva perspectiva fue siendo poco a poco integrada por las diferentes universidades. En algunos currículos universitarios, la sociología de la educación sustituyó a la pedagogía social; y ambas convivieron en una compleja y difícil relación (Quintana, 1984). Los estudios de pedagogía, que habían tenido una cierta unidad bajo el paraguas protector de la pedagogía, resultaron disgregados entre los diferentes campos académicos.

      3. La corriente francesa, que caracterizamos como práctica, social y cultural, y centrada en la resolución o respuesta a problemáticas concretas. En las décadas de 1950 y 1960, en plena dictadura y con una sociedad de posguerra, llegaron procedentes de Francia numerosas ideas y metodologías de trabajo para actuar en las comunidades y con grupos en situaciones de marginación o de pobreza. Las primeras acciones socioeducativas desarrolladas en ámbitos comunitarios se gestaron en un contexto de necesidad y como fruto de, al menos, dos procesos: uno de reconstrucción comunitaria y otro de reivindicación o de lucha frente a la dictadura. Con uno u otro objetivo, agentes sociales informales, faltos en la mayoría de los casos de formación teórica e instrumental-técnica, acometieron, con grandes dosis de entusiasmo, voluntarismo y confianza en el futuro, el trabajo social y comunitario. Eran los precursores de los actuales educadores sociales. Aquellos primeros interventores socioeducativos, conscientes de sus deficiencias formativas, bebían con ansiedad de cualquier fuente que les ayudara a organizar, a sistematizar y, en definitiva, a mejorar sus propias prácticas. Aquellas fuentes, que hubieran podido ser las de la pedagogía social, no lo fueron. Por el contrario, se puede decir que, en general, en aquellos años, la pedagogía social pugnaba por hallar su sitio en la universidad; ajena del todo a lo que estaba sucediendo en los barrios y en la periferia de muchas ciudades.

      La educación especializada, la educación de calle y la animación cultural y sociocultural fueron entrando, poco a poco, en los barrios de las ciudades españolas a través de las actividades de personas concretas. En los inicios de la década de 1980, la formación necesaria para este tipo de intervenciones socioeducativas y culturales fue asumida por algunas municipalidades que organizaron cursos de formación sobre aquellas temáticas. A mediados de aquella década había una gran cantidad de iniciativas de acción socioeducativa y comunitaria que se repartían de forma irregular por toda España y se caracterizaban por 1) ser diversas y muy heterogéneas, 2) por la inexistencia de coordinación entre ellas, 3) por la falta de regulación en el ámbito estatal y 4) por no estar vinculadas con la formación que se ofertaba en las universidades.

      A partir de la puesta en marcha de los estudios de educación social en España, la pedagogía social irá a remolque de la educación social. Cosa que tiene sentido si se piensa que, a partir de las ideas de Dewey, numerosos académicos españoles habían definido la pedagogía social como la “ciencia de la educación social” (Colom, 1987; Ortega, 1999; Caride, 2005; Úcar, 2006; Sáez, 2007).

      En la actualidad, hay un consenso generalizado en España en considerar que la “pedagogía social” es la ciencia, la reflexión y la teorización sobre unas prácticas específicas a las que denominamos “educación social”. Siguiendo a Sáez (2007), se podría caracterizar la pedagogía social como una matriz interdisciplinar, en la que se elabora conocimiento teórico-práctico en relación con la educación social de las personas. También como un campo de investigación social y educativo. A la educación social, por su parte, la caracterizamos como una práctica socioeducativa, como una profesión social y cultural y como un grado universitario de educación.

      Eso significa que existen dos campos diferenciados de profesionalización: uno que se especializa en la disciplina (pedagogía social) y otro que se focaliza en la profesión (educación social). Hay que apuntar, sin embargo, que esta es la realidad actual en España, realidad que está lejos de ser homogénea en el conjunto de Europa.

      Desde el punto de vista teórico, no acaban de estar claras en Europa las relaciones entre la pedagogía social, el trabajo social y la educación social en cuanto disciplinas o prácticas. En los diferentes países europeos, nos podemos encontrar con realidades muy diversificadas. En lo que se refiere, específicamente, a las profesiones y profesionales más relacionados con la pedagogía social, Janer y Úcar (2017), a partir de un estudio Delphi con académicos de todo el mundo, apuntan que dichas profesiones son 1) la educación social, 2) la pedagogía social, 3) el trabajo social, 4) la intervención sociocomunitaria y 5) la intervención con infancia y adolescencia.

      II. BREVES APUNTES SOBRE LA PEDAGOGÍA SOCIAL EN AMÉRICA LATINA Y EN EL MUNDO

      Desde los inicios de este nuevo milenio, la pedagogía social se está extendiendo por todo un conjunto de países que nunca se habían ocupado de ella. Los países latinoamericanos y el Reino Unido, en el marco europeo, están entrando con fuerza en el estudio, el análisis y la aplicación de estas ideas y prácticas que vieron la luz en Alemania hace algo más de un siglo y medio. También en Norteamérica y en algunos países de Asia, la pedagogía social comienza a ser estudiada e instaurada en las universidades. Es obligado preguntarse por las razones de este interés.

      En el caso del Reino Unido, la respuesta a esta cuestión se podría sintetizar señalando que los planteamientos prácticos, inclusivos y holísticos —asistencia y educación combinadas— de la pedagogía social pueden ayudar a mejorar la asistencia residencial a niños y jóvenes (Cameron y Moss, 2011; Eichsteller y Holthoff, 2012; Hatton, 2013). La literatura científica en inglés de la primera década del siglo XXI está llena de preguntas y dudas acerca de la importación de la pedagogía social al contexto anglosajón. A día de hoy, la utilidad del modelo de la pedagogía social en este contexto parece estar fuera de toda duda (Hatton, 2013).

      En lo que respecta a los países latinoamericanos, el interés por la pedagogía social se está produciendo con una fascinación parecida a la generada en la España de las décadas de 1950 y 1960


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