Creando una mente psicoanalítica. Fred Busch
de centralizarme en el peligro inconsciente. Una vez que pudo reencontrar su mente por sí mismo, traté de quedarme como lo que vi más preconscientemente disponible y no con lo inconsciente. Pasado un tiempo, llegamos a explorar sus ansiedades homosexuales pero de una manera que Michael pudiera comprender desde lo emocional. La interpretación de sus ansiedades homosexuales en esta sesión lo habrían hecho racionalizar. Pude observar el desarrollo del proceso mientras Michael pasaba del pensamiento regresivo a la capacidad de reflexionar y asociar a medida que la sesión avanzaba, inclusive incurriendo en un lapsus que indicaba que sus temores se relacionaban con una sensación de asco.
2 Muchos se preguntarán por qué al menos no planteé que temía una enfermedad comúnmente asociada al sexo entre hombres, confrontando así sus ansiedades homosexuales en el desplazamiento. Esto nos lleva a una pregunta fundamental acerca de la mejor forma de hacer consciente lo inconsciente para que lo que resultaba impensable se torne pensable. Muchos analistas creen que la única manera de poner en marcha el proceso consiste en hacer conscientes los derivados inconscientes. Algunos, como Green, agregan la condición de que los derivados deben hallarse cerca de la percepción preconsciente. Lo que no queda dicho, pero está implícito, es que el analista puede llevarlo a cabo debido a su posición de Yo o Superyó benigno, lo cual suaviza la angustia del paciente de ser juzgado. Mi opinión es que, expandiendo lentamente y comprendiendo aquello disponible para el Yo por medio del respeto a los temores que conducen a resistencias inconscientes y no causando angustia innecesaria mediante nuestras interpretaciones, el paciente poco a poco encontrará la libertad de abordar lo que lo ha aterrorizado tanto.
El poder de las fantasías inconscientes cobra vida en el contexto en que el paciente ve, por primera vez y a través del seguimiento estrecho de sus asociaciones, cómo los pensamientos irracionales y la conducta destructiva impactan en su vida. Quedándonos con lo que está preconscientemente disponible ayudamos al paciente a dar pasos graduales en dirección a lo más profundo. Citando nuevamente a Green: “No tiene sentido alguno que el analista corra como una liebre si el paciente se mueve como una tortuga”. (1974, p. 421). Michael pudo entender que lo que estropeó su fin de semana fue un sentido persistente de peligro, mientras que también descubrió una sensación inconsciente (el asco) asociada a sus pensamientos y dificultades del fin de semana. Al proporcionar una demostración poderosa del funcionamiento de las fuerzas inconscientes, este proceso hace que el análisis cobre vida para el paciente, cosa que no logran las interpretaciones más abstractas de las fantasías inconscientes.
En esta sesión de Michael vemos cómo, al principio, cualquier percepción preconsciente que tuviera se ahogó en el pánico de pensar que su fantasía de padecer sida fuera real. Si se hubiera tratado de otro paciente, yo habría señalado el proceso (es decir, cómo, a pesar de sus pensamientos en el sentido de que su preocupación no podía basarse en la realidad, se sentía arrastrado una y otra vez a la sensación de que sí era real). Yo intentaba destacar lo que se encontraba disponible en el preconsciente para ver si podía ayudarlo a tomar la distancia necesaria para explorar lo que ocurría. Michael había alcanzado el punto del tratamiento en el que yo pensaba que ya era capaz de ver por sí mismo. Esto se confirmó y mientras él continuaba asociando, pude mantenerme en lo que, potencialmente, se encontraba disponible en su preconsciente para profundizar el proceso.
En resumen, si bien se han dado grandes cambios respecto de cuán estrechamente trabajan los analistas “en la cercanía”, todavía encuentro que muchos tienden a ofrecer interpretaciones más profundas de lo que creo está preconscientemente disponible. En el presente capítulo he tratado algunos de los factores que intervienen en el trabajo con el preconsciente y su importancia para la capacidad del paciente de desarrollar una mente psicoanalítica.
16 El lector encontrará alguna superposición entre este capítulo y el anterior. Ello sucede porque, en parte, ciertas maneras de trabajar forman el núcleo de lo que describo. No obstante, en este capítulo explico la importancia que trabajar así tiene para la comprensión, mientras que antes elaboré esta perspectiva como método para evaluar el saber psicoanalítico como proceso.
17 La base teórica de la observación clínica de Freud no se articuló hasta su evaluación del poder de las resistencias inconscientes, parte importante de su avance hacia la Teoría estructural y la articulación de su segunda teoría de la angustia. En su primera teoría de la angustia, Freud la consideraba un producto de la libido acumulada y el método psicoanalítico se basaba en liberar los deseos inconscientes que llevaban a interpretaciones profundas. En su segunda teoría de la angustia (1926), Freud la atribuye al Yo inconsciente anticipando un peligro, lo cual se traduce en la importancia de analizar las resistencias inconscientes, algo que no ha terminado de integrarse por completo en nuestro método psicoanalítico. Volveremos sobre ello en el capítulo sobre Análisis de las resistencias y Elaboración.
18 Freud en 1912, “Dicho en una fórmula: debe volver hacia el inconsciente emisor del enfermo su propio inconsciente como órgano receptor, acomodarse al analizando como el auricular del teléfono se acomoda al micrófono. De la misma manera en que el receptor vuelve a mudar en ondas sonoras las oscilaciones eléctricas de la línea incitadas por ondas sonoras, lo inconsciente del médico se habilita para restablecer, desde los retoños a él comunicados de lo inconsciente, esto inconsciente mismo que ha determinado las asociaciones libres del paciente.” (pp. 115-117)
19 El ejemplo pertenece a Greenson (1967). Lo más interesante es que éste lo presenta como una manera de trabajar las resistencias, mientras que en mi perspectiva es su antítesis (Busch, 1992, 1993).
20 Schmidt-Hellerau (2006) ha señalado que lo que muchos consideran una pulsión agresiva podría responder mejor al nombre de intensificación de las pulsiones protectoras o sexuales. Ayuda muchísimo comprender las agresiones del paciente no como un sentimiento de base sino como el reflejo de su intento de proteger su Yo y/o alanzar el objeto.
21 Ya se ha hablado de él en Busch (2000).
22 Por lo general, subestimamos el factor miedo en la formación de la psiquis.
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