Bion en Buenos Aires. Wilfred Bion
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Winnicott, D. W. (1949). Hate in the countertransference. International Journal of Psychoanalysis, 30: 69-74.
Bion en el Nuevo Mundo
De Los Ángeles a Buenos Aires1
por Joseph Aguayo
Esta breve introducción abre con dos partes cortas, la primera de la cual comienza con Bion en Los Ángeles en 1967. De ahí en más él continuaría una odisea de seminarios clínicos a través de una larga década en las tres regiones de la Asociación Psicoanalítica Internacional. Los Seminarios clínicos que dio en Los Ángeles (2013) a su vez constituyeron el contexto para su trabajo en Buenos Aires y ahí algunos analistas, tales como León Grinberg, estaban ya familiarizados con las ideas de Bion, cuando llegó allí a finales de julio de 1968.
Cuando ya Wilfred Bion había vivido y trabajado en Los Ángeles por algunos meses en 1968, él se desvió de unas vacaciones con la familia y se fue a John F. Kennedy en New York para rápidamente cambiar de planes y dirigirse a Buenos Aires. Allí iba a enseñar y supervisar las dos semanas siguientes: a fines de julio/comienzos de agosto (Bion, CW 2, pp. 172-173). Fue recibido por León Grinberg, quien, habiendo escuchado a Bion en congresos internacionales de la Asociación Psicoanalítica Internacional, ya había formado un pequeño grupo de estudios con analistas argentinos interesados en profundizar la comprensión de sus ideas. La mayoría de los analistas sudamericanos que vinieron a escuchar a Bion en 1968 tenían un cierto conocimiento de las ideas de Melanie Klein, mientras que sólo algunos conocían directamente la obra publicada de Bion (Grinberg, en Talamo-Bion, Borgogno & Merciai, 2000, p. xx).
Esta situación en Buenos Aires era un poco diferente de la experiencia que Bion tuvo en abril de 1967 en la Sociedad Psicoanalítica y en el instituto de Los Ángeles, adonde fue a enseñar y supervisar antes de decidir ir a vivir y trabajar allí. El entonces visitante se convirtió en un residente de Los Ángeles. Suponiendo que los analistas de Estados Unidos, formados en el psicoanálisis del Yo, no estarían muy familiarizados con sus ideas sobre el modo kleiniano de comprender y tratar los casos de pacientes psicóticos y border, Bion enfatizó este aspecto al mismo tiempo que también transmitió a los analistas de Estados Unidos las más recientes ideas kleinianas sobre la técnica del “aquí y ahora”. Por otra parte, ya que las ideas de Melanie Klein habían estado muy en boga en la Argentina desde la Segunda Guerra Mundial, allí estaban más familiarizados con su trabajo, más con el de niños que con el de pacientes psicóticos (Etchegoyen & Zysman, 2005).
En Estados Unidos, entre los psicoanalistas de allí, las ideas más recientes de Bion sobre la técnica eran a sus vez fuente de perplejidad y crítica, especialmente entre aquellos a los que se les había pedido que comentaran su breve trabajo “Notas sobre la memoria y el deseo” (Bion, 1967, pp. 272-280; 2013, pp. 133-149). Al instar a los analistas de Estados Unidos a “abandonar la memoria y el deseo”, yo sostuve que Bion sobresaltó a muchos de los que lo escuchaban en Los Ángeles, quienes durante mucho tiempo estaban acostumbrados a los rigores de la definición clásica de la transferencia como un desplazamiento del pasado hacia el presente. Esta comprensión se ajustaba bastante bien con la idea de una lenta y gradual reconstrucción de los conflictos neuróticos infantiles y de los traumas. No obstante lo bien que estas ideas pueden haberse ajustado al tratamiento de pacientes neuróticos, analizables en Estados Unidos, Bion sostenía que los pacientes severamente perturbados requerían una comprensión diferente y un abordaje técnico distinto (Aguayo, 2014).
También al expandir el paradigma kleiniano para incluir el procesamiento subjetivo de las capacidades del analista, deviniendo ahora más popularmente conocido como “continente/contenido”, Bion también introdujo nociones acerca de cómo la sutil complejidad de los propios procesos subjetivos del analista, tenían que ser incluidos como factores en el tratamiento de pacientes severamente perturbados y que a su vez eran perturbadores. Mientras que esos factores del impacto de la propia subjetividad del analista habían sido discutidos y debatidos en la Sociedad Psicoanalítica Británica, desde la época posterior a la Segunda Guerra Mundial, en trabajos tales como el de D. W. Winnicott, “Odio en la contratransferencia” (1949), el de Paula Heimann “Contratransferencia” (1950), y la versión revisada de Bion de la “dinámica de los grupos” (1955), estas ideas eran aún nuevas en los Estados Unidos, donde las ideas de la psicología del yo de analistas como Annie Reich (1960) todavía persistían. Desde esta perspectiva de la contratransferencia, las reacciones subjetivas excesivas del analista se veían más como problemas del analista, es decir que por lo tanto requerían más supervisión o análisis reparador. En la consideración kleiniana británica del trabajo de Reich sobre contratransferencia, ellos habrían considerado su definición como muy restrictiva, algo que dejaba afuera el impacto sobre el analista de las embrolladas y desorganizadas comunicaciones del paciente psicótico.
Cuando Bion vino a las Américas y transmitió estas más novedosas perspectivas sobre la subjetividad del analista –después de todo, el analista ahora tenía que considerar cómo él o ella oscilaban de aquí para allá desde el terreno caótico de la posición esquizo-paranoide a la posición “depresiva”– esto producía un choque de culturas analíticas. Parecía que los kleinianos británicos como Bion comprendían la teoría estructural de Freud de una manera diferente a la de los analistas formados en la psicología del yo de Estados Unidos. Este punto fue traído con sentido del humor cuando un analista de Los Ángeles le preguntó a Bion si él alguna vez hacía “consideraciones estructurales”. ¡Bion contestó que él consideraba que “continente/contenido” era una tal consideración estructural! (Bion, 2013, p. 92). Este mix de culturas analíticas llevó a una leve confusión de lenguas kleiniana/freudiana, pero pareció que en última instancia Bion encontró su recepción en Los Ángeles a su gusto, porque unos pocos meses después, a la edad de 70 años, dejó la Sociedad Británica de Psicoanálisis y se mudó con su esposa Francesca a Los Ángeles. Idealizado como estaba en Londres, tanto como presidente de la Sociedad Británica desde 1962 hasta 1965, y después como chair del Melanie Klein Trust, él renunció a esos puestos para vivir la última década de su vida en Los Ángeles.
Al mudarse a América, Bion devino un importante transmisor de la diáspora kleiniana, trayendo su versión de las ideas kleinianas a los analistas poco familiarizados con el proyecto de Melanie Klein de 1946 de conceptualizar y tratar psicoanalíticamente a psicóticos y a estados mentales psicóticos. Como la gran mayoría de los analistas formados en Estados Unidos eran médicos psiquiatras, muchos de ellos tenían pacientes psiquiátricos que no se acomodaban o no encajaban en el paradigma americano de la psicología del yo, paradigma más adecuado para aquellos a los que les iba bien. De modo que en su mayoría los psiquiatras de Los Ángeles escucharon muy atentamente a Bion cuando habló de psicosis. El grupo freudiano en Los Ángeles también mantenía una identidad algo disidente, en la medida en que era el único instituto americano que había recibido a analistas kleinianos tales como Hanna Segal, Herbert Rosenfeld, y ahora Wilfred Bion como un visitante regular desde los comienzos de 1960 (Kirsner, 2000).
La atmósfera receptiva inicial se volvió contra el trabajo de ellos al cabo de pocos años después de que Bion decidiera quedarse como un residente permanente en Los Ángeles. En síntesis, mientras que fue bienvenido como un visitante, al quedarse allí su presencia fue considerada por todos, menos unos pocos, con suspicacia y como con desengaño. En los años 1970, el cisma entre los freudianos americanos tales como Ralph Greenson y los pocos kleinianos británicos en Los Ángeles llegó a conocerse como el “tiempo de problemas” (Kirsner, 2000).
Pero