La llamada (de la) Nueva Era. Vicente Merlo

La llamada (de la) Nueva Era - Vicente Merlo


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que conservamos de OMnia– sobre todo en los campos de la Economía, las Finanzas y la Política (áreas relacionadas con el rayo, relacionado a su vez con el planeta-arquetipo Urano-Prometeo, regente del signo zodiacal de Acuario, y por tanto en estrecha relación con la Nueva Era de Acuario), pues para pasar a otra civilización hay que esperar a que se derrumben los viejos y gastados edificios, corroídos por la corrupción y la mentira, o mejor dicho, no hay que esperar, sino que al mismo tiempo que tales áreas dejan de recibir energía y atención por parte de la Jerarquía, otras áreas, otros proyectos, un nuevo suelo sobre el que edificar la nueva humanidad, están ya en preparación y recibiendo la atención de los Maestros que conocen el Plan y lo sirven, ayudando de mil modos a la humanidad, sobre todo enviando telepáticamente las ondas que contienen las semillas del futuro, la nueva vibración que ha de implantarse.

      Cuántas veces me ha dado la impresión de estar escuchando al mismo Tibetano, al Maestro D.K. (no me extrañaría que fuera él). Por la terminología, por los temas, por las referencias, por las preocupaciones. Pero, al mismo tiempo, de un modo tan nuevo y fresco, tan actualizado, tan variado. Desde temas cosmogónicos, como el papel de los Grandes Devas, Arcángeles y Elohim en su elaboración de los mundos, hasta cuestiones concretas y candentes como las raíces ocultas de enfermedades como el cáncer y el sida, o en su momento la crisis del Golfo Pérsico. Pero lo característico es la amplitud de la visión, la referencia constante a los Maestros de Sabiduría que forman parte de Shamballa y la Jerarquía de nuestro planeta, sin faltar referencias a Jerarquías extraplanetarias, sea en las Pléyades o en Sirio, aunque este “esoterismo galáctico” (como me gusta llamarlo) que recientemente abunda sigue estando en un segundo plano. Es el trabajo interno, la actitud que hay que adoptar ante los problemas cotidianos, la clarificación del sentido de la meditación y el modo de practicarla, la llamada a trascender nuestras ataduras, nuestros conflictos y traumas psicológicos apelando a la fuerza de nuestra alma, lo que abunda en sus conferencias.

      En fin, una vez más, desde el fondo de mi corazón y de mi alma, brota con fuerza y reconocimiento un enorme agradecimiento hacia Pastor por todo lo que ha vivificado en mi alma, todo lo que ha clarificado en mi mente, todo lo que ha llenado mi alma, con esa renovada y fortalecida confianza en la existencia del Gran Sentido, por una parte, y de los Maestros de Sabiduría, por otra, pero también y sobre todo en la presencia y luminosidad de nuestra propia alma, como ser de luz que trata de hacerse cada vez más presente en nuestras vidas, pese a las dificultades y crisis de la personalidad que irremisiblemente nos es necesario vivir.

      1. INTRODUCCIÓN:

      NUEVOS MOVIMIENTOS RELIGIOSOS

      CUESTIONES CONCEPTUALES

      E INTENTOS DE CLASIFICACIÓN

      Vamos a intentar aproximarnos a lo que se ha llamado “nuevos movimientos religiosos” o “nuevas religiones” y que yo preferiría denominar “nuevos movimientos espirituales”. Comencemos analizando qué significa en ellos decir que son “nuevos,” por qué llamarlos “movimientos” y denominarlos “religiosos” o “espirituales” y a continuación presentaremos algunos modos de clasificarlos.

      J. Martín Velasco (1977) aclara bien nuestra cuestión al apuntar que “nuevos” no significa sólo recientes o actuales, sino que implica una cierta ruptura con las formas religiosas representadas por las religiones ya establecidas. En este sentido no se incluirían movimientos surgidos en el interior de una religión tradicional y que se mantienen en ella aunque la intenten renovar o reformar. Es el caso, en el cristianismo, de los movimientos de renovación carismática, el movimiento neo-catecumenal, etc. Por el contrario, los nuevos movimientos religiosos reivindican una identidad diferente y exigen de sus miembros algún tipo de conversión.

      En este sentido, F. Díez de Velasco afirma: «El término nuevas religiones no se puede aplicar a cualquier grupo religioso por el mero hecho de que su fundación se haya producido en los dos últimos siglos, es necesario que el corpus de creencias presente diferencias sustanciales con el de las religiones tradicionales» (Díez de Velasco, 2000:21-22). Por ejemplo, no serían nuevas religiones los Testigos de Jehová (con un mensaje que intenta ahondar en una interpretación literal y exacta de la Biblia), pero sí podría considerarse así La Iglesia de los Santos de los Últimos Días [mormones] que genera una literatura sagrada nueva, adaptada al papel de los Estados Unidos en el marco de la modernidad.

      “Religiosos”. También este término cobra una nueva significación, ya que dadas las dificultades de delimitar el significado de la palabra “religión,” hablar de movimientos religiosos hace referencia a un campo de significación, más que a una significación precisa. De ahí que, a nosotros, nos parezca más adecuada la calificación de “nuevos movimientos espirituales”.

      Generalmente, la expresión “nuevos movimientos religiosos” se emplea para designar las nuevas manifestaciones de religiosidad surgidas a partir de la II Guerra Mundial, por tanto aproximadamente la segunda mitad del siglo XX, si bien en un sentido más amplio se refiere también a las surgidas en los dos últimos siglos, como recordaba F. Díez de Velasco. De este modo se incluyen movimientos como la Sociedad Teosófica en Estados Unidos, el Movimiento Antroposófico en Alemania, la Fe Bahai en Irán o el Konkokyo en Japón, todos ellos fundados en el siglo XIX.

      Tenemos, pues, tres círculos concéntricos en los que la expresión cobra sentido. El círculo más amplio abarca los dos últimos siglos, XIX y XX; el círculo intermedio abarca tan sólo la segunda mitad del siglo XX, a partir, aproximadamente, del final de la II Guerra Mundial. Y el círculo más estrecho, y el que nos interesa de manera especial, comenzaría a finales de los sesenta y principios de los 70 del siglo XX; si se nos fuerza, la última cuarta parte del siglo XX, momento en que tanto la ola fundamentalista e integrista como la ola Nueva Era cobran una extraordinaria fuerza, pese a las predicciones que anunciaban, después de la muerte de Dios, el eclipse de lo religioso.

       Hacia una clasificación de los Nuevos movimientos religiosos (NMR)

      Se han ofrecido muchas clasificaciones diferentes. Generalmente desde un enfoque sociológico y teniendo en cuenta la relación con la sociedad en la que nacen. Así, por ejemplo, J. Milton Yinger distingue entre sectas agresivas o revolucionarias que rechazan el mundo; gnósticas o de aceptación del mundo, e introvertidas que lo evitan. No muy distinta es la del Roy Wallis al distinguir entre NMR que rechazan el mundo, otros que lo afirman y otros que se adaptan a él. Por su parte, T. Robbins y D. Anthony distinguen entre: a) “movimientos dualistas” que protestan violentamente contra la cultura y la moral permisiva y relativista, suelen ser grupos rigoristas, neofundamentalistas que interpretan literalmente la Escritura y son de tendencia fuertemente apocalíptica, y b) “movimientos monistas,” orientales, que se proponen la obtención de una conciencia universal por la experiencia mística de fusión con el Todo.

      J. Martín Velasco (1997), después de pasar revista a dichas distintas clasificaciones, propone una tipología que resulta clarificadora:

      a: NMR surgidos en las religiones autóctonas


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