Estudios críticos del currículo. Wayne Au
considerables y posibles ataques por parte de conservadores e izquierdistas/progresistas por igual.
Escribir este libro también me ha parecido ambicioso porque, en su mayor parte, Estudios críticos del currículo se refiere, principalmente, a la construcción de teorías. Como muchos otros estudiosos y activistas críticos, en el pasado me he dedicado, principalmente, a la crítica sostenida en trabajos anteriores. Por ejemplo, gran parte de mi libro sobre los exámenes estandarizados de alto nivel, Unequal by Design (Au, 2009f), se centró en investigar las formas en que dichos exámenes reproducen las desigualdades sociales y económicas. Esa crítica fue histórica, política, económica, cultural, empírica, pedagógica y curricular. Y, si bien en los capítulos finales de Unequal by Design hice un poco de construcción teórica, una gran parte fue explicativa de los procesos que vi operando a través de los exámenes de alto nivel. Para estar seguro, quiero enfatizar que tal crítica es absolutamente necesaria: comprender qué es “incorrecto” es una forma necesariamente productiva y útil para pensar qué podría ser “correcto”. Además, dado los intereses políticos, culturales, ambientales y económicos de las luchas contra el creciente conservadurismo, la desigualdad y el neoliberalismo que están aconteciendo en los Estados Unidos y en todo el mundo (las vidas de los pueblos están literalmente en juego), es un imperativo esencial que utilicemos la crítica para exponer las desigualdades que constituyen nuestra existencia material (una idea que se encuentra en el corazón tanto del punto de vista de la teoría como del punto de vista curricular discutidos en este libro). Pero también necesitamos construir la teoría. Necesitamos entender mejor qué es lo que hacemos en nuestro trabajo, particularmente cuando dicho trabajo conecta la educación (y otras formas de acción) con temas de justicia social, política, cultural y económica. Entre otros objetivos, yo quería que la construcción teórica crítica y la explicación fueran prominentes en Estudios críticos del currículo.
Además de construir una teoría, y pese a los muchos problemas académicos sobre el estado del campo (incluido el mío), sigo creyendo que los estudios curriculares son importantes y necesarios. Beyer y Liston (1996) proporcionan tres justificaciones convincentes de por qué es importante analizar el currículo, particularmente dentro del contexto de los debates educativos contemporáneos. Primero, señalan que el currículo es “la pieza central de la actividad educativa” que en “sus versiones manifiestas y latentes... representa la esencia de para qué es la educación” (pág xv). En segundo lugar, agregan que “las luchas por la forma del currículo, a menudo, son prolongadas y acaloradas precisamente porque se relacionan con visiones que compiten acerca de... qué tipo de futuro podemos tener” (pág. xv). En tercer lugar, observan que el campo del currículo está conectado a todos los demás aspectos de la investigación educativa, así como a las disciplinas fuera de la educación, tanto en términos de contenido como de forma. Por lo tanto, los estudios del currículo son de importancia fundamental para cualquier discusión dentro del campo de la educación, particularmente si debemos entender tanto las funciones sociales y de la clase que cumple el currículo como las implicaciones que se extienden desde esas funciones (Apple y Beyer, 1988).
Por lo tanto, Estudios críticos del currículo está escrito en el espíritu de las justificaciones anteriores de Beyer y Liston (1996). También agregaría a su lista la idea de que lo que sabemos y aprendemos sobre el mundo tiene un profundo impacto en la forma en que vemos y actuamos dentro del mundo. Y uso aquí “aprendizaje” en el sentido más general, ya que no solo experimentamos el currículo de nuestras escuelas y sistemas de educación, sino que, en términos generales, también experimentamos el currículo de nuestras vidas. Este currículo vivido interactúa con nuestro currículo escolar, y todo se une para formar nuestra conciencia del mundo (conciencia que, es cierto, siempre es parcial y evolutiva, así como, a veces, desordenada y contradictoria). Por eso, para mí, los estudios críticos del currículo son importantes: aunque los argumentos anteriores en el campo de los estudios curriculares son, principalmente, conversaciones académicas entre teóricos, y, en ellas, lamentablemente, rara vez participan, si es que lo hacen, los docentes de K-12 y los educadores comunitarios; el mismo currículo está lejos de ser solo un tema académico. Sin importar si está en las escuelas o en nuestras vidas en general, el currículo tiene una relación con la forma en que pensamos y entendemos el mundo. Entra en nuestras vidas y se integra como parte de la totalidad de nuestras experiencias. En consecuencia, el currículo también juega un papel importante en la forma en que tomamos decisiones para actuar (o no actuar) en ese mismo mundo. Dicho de otra manera, el currículo influye en nuestra conciencia, así como en el modo en que llevamos esa conciencia hacia adelante a través de la praxis (Au, 2007a; Freire, 1974), ya sea que dicha praxis adopte formas críticas o conservadoras (Allman, 2007). Esta relación, que desarrollamos entre el currículo y las formas de conciencia, es otra razón fundamental por la que emprendí el análisis realizado en este libro.
Ubicación social del autor
Antes de continuar, si quiero ser internamente coherente con la política de mi propio análisis, creo que es importante que el lector entienda mi ubicación social y parte de mi biografía, ya que esto da forma a mi propia conciencia y, sin duda, contribuye a las fortalezas y debilidades que se encuentran en este libro. Sin pensar detenidamente en estas cosas, y reconociendo completamente la fluidez y la naturaleza socialmente definida de las categorías que la sociedad utiliza para identificarnos (y que nosotros utilizamos, cierta y vacilantemente, para definirnos a nosotros mismos), en términos de mi ubicación social, yo soy actualmente: heterosexual, de una familia anteriormente identificada como de clase trabajadora, con capital cultural de clase media, con sangre mixta ─hapa-haole─ chinoestadounidense y blanca, “físicamente capaz”, varón. Por supuesto, las categorías podrían cambiar, el contexto podría cambiar, o yo podría cambiar, pero así es como me identifico actualmente a partir de este escrito.
En términos del bricolaje de mi biografía: tengo profundas raíces en la pequeña burguesía china del reino/estado colonizado de Hawai (o para aquellos que entienden lo que quiero decir, soy chinoestadounidense de quinta generación a través de mi abuela paterna; mi familia china llegó por primera vez a Hawai en la década de 1880). También tengo raíces igualmente profundas entre algunos de los primeros colonos/colonizadores blancos de Nueva Inglaterra (supuestamente estoy relacionado con un oficial naval que vino en el segundo o tercer barco después del Mayflower). Mis años de infancia transcurrieron durante la marea nuclear de la era Reagan. Asistí a escuelas primarias urbanas extremadamente diversas en Seattle Oeste y, luego, fui a una de las escuelas no blancas, que eran menos de cinco frente a las escuelas primarias y secundarias blancas suburbanas que predominaban en un suburbio de Connecticut. Asistí a una escuela secundaria afroamericana y luché por mi identidad en mi educación universitaria. Fui un estudiante de “honores” en la escuela secundaria, pero decidí comenzar a asistir a clases “regulares”6. He sido deportista y he jugado voleibol masculino de nivel colegiado. Practiqué artes marciales y tomé cientos de clases de Bikram Yoga. Mis padres tienen títulos superiores, mientras que mis dos hermanos, altamente inteligentes, abandonaron los sistemas de educación y ahora sé que también dejaron de tener confianza en él. También he sido hip hopero de la vieja escuela y soy ex DJ de discotecas (con tocadiscos y discos para demostrarlo), criado al sonido de Public Enemy, Boogie Down Productions, De La Soul, A Tribe Called Quest, Run DMC, The Jungle Brothers, y Queen Latifah7, entre miles de otros. He sido un docente acreditado de secundaria y un administrador escolar sin credenciales. He enseñado a estudiantes de “honores”. He enseñado a “desertores”. He enseñado historia de los Estados Unidos, historia del mundo, historia de los asiáticos estadounidenses, estudios étnicos, estudios africanos, gobierno de los Estados Unidos, alfabetización ecológica, literatura mundial, literatura asiáticoestadounidense y lengua y literatura. He enseñado a niños urbanos de casi todas las clases y antecedentes económicos. He trabajado con campesinos blancos realmente pobres e incluso con niños indígenas más pobres, radicados en reservas. Soy editor en Rethinking Schools. He sido activista y organizador de la educación. Pasé un tiempo en Madison, Wisconsin, trabajando en mi doctorado sobre currículo e instrucción. He sido profesor en el Estado de California, que se está desmoronando económicamente (en el Condado de Orange, específicamente), y ahora soy profesor en el Estado de Washington. Provengo de múltiples generaciones de izquierdistas radicales. Intento vivir mi política, y mis amigos