Construir el mundo. Enrique Gracián
de pegamentos. Has de comprar un Super Glue que en la etiqueta ponga «Gluones». Son bastante caros. Son chinos, pero en este caso no hay dónde elegir, ya que es el único país que los produce. Luego te adentras en la sección de «Leptones». Una vez allí, localiza la estantería de los electrones y hazte con una bolsa de las grandes (la mayoría de las tiendas los venden a granel). Tranquilo. No pesan. Verás que son como un enjambre de avispas enloquecidas, pero no te preocupes porque no hacen nada.
Luego ve a la zona de «Complementos», concretamente a la sección «Mendeléyev». Si estás a principios del curso escolar es probable que tengas que hacer cola, ya que en estas fechas se llena de estudiantes y profesores de instituto. Es donde venden los casilleros. El mundo de los casilleros puede llegar a ser muy friki. Los hay circulares, en forma de hélice o de estrella, con las casillas iluminadas con leds y también con imágenes 3D y sonidos incorporados. Tonterías las justas. Tu casillero ha de tener este aspecto:
Elige el que más te guste. A mí me gustan los que son un poco grandes y de madera natural barnizada. Muchos los venden con un casillero suplementario algo más pequeño, pero de momento vamos a prescindir de él. La distribución de las casillas parece algo caprichosa, pero aquí todo tiene un motivo (o casi todo). Los hay que tienen más de 120 casillas, pero para empezar no te hacen falta casilleros tan grandes. Compra el más pequeño que encuentres.
Y hablando de tamaños, te habrás dado cuenta de que, aunque todo lo que has comprado en la sección de partículas es realmente muy pequeño, los embalajes son desproporcionadamente grandes. Son cosas del marketing. De manera que saldrás con un montón de bolsas. Es mejor que vayas en coche.
Ahora viene lo divertido, que es cuando llegas a casa, despejas una mesa grande que tenga buena iluminación y empiezas a deshacer los paquetes, colocando a la vista y de manera ordenada todo lo que has comprado. Lo mismo que haces cuando vuelves de una compra en Ikea. La única diferencia es que ahora en vez de construir una estantería vas a construir el mundo.
Piensa que te has hecho con un juego de construcciones que no es cualquier cosa. Tienes que leer bien las instrucciones y seguirlas al pie de la letra.
Apaga el móvil.
Empezamos.
PRIMEROS PASOS
Sitúa el casillero bajo una luz y observa detenidamente la numeración de las casillas. Verás que en las filas 6 y 7 la numeración salta del 57 al 72 y del 89 al 104. Aquí es donde habría que colocar el suplemento que no compraste. De momento no lo vamos a necesitar. También verás que en cada una de las casillas hay letras. Luego te explico lo que significan.
De lo que se trata ahora es de rellenar cada una de las casillas con unas bolitas, para lo cual lo primero que tenemos que hacer es construir las bolitas. Haremos dos tipos, las P y las N, que se construyen de la siguiente manera (las llamo bolitas porque son muy pequeñas, pero como odio los diminutivos a partir de ahora las llamaré bolas). De la caja de cuarks coges dos U y un D y los unes con el Super Glue.
Esta es la manera de construir una bola P:
Para construir una bola N has de hacer lo mismo, pero con dos D y una U.
Lo de los colores es muy sencillo. Puedes elegir los que quieras, siempre y cuando en una misma bola no haya dos colores iguales. Es fácil.
Ponte a fabricar bolas P y N hasta que te aburras o hasta que se te acaben los cuarks.
Escucha música.
Ahora sacamos de la bolsa de electrones una de las avispas enloquecidas y la acercamos a una bola P. Verás que enseguida se pone a dar vueltas a su alrededor. El paso siguiente es coger esta bola P con su electrón e introducirla en la casilla número 1. Luego cogemos dos bolas P y dos N y las colocamos en la casilla 2. A partir de aquí es cuestión de paciencia. Se trata de rellenar todas las casillas del tablero. Por ejemplo, en la casilla 32 pondremos 32 bolas P y 32 bolas N (recuerda que cada bola P va siempre acompañada de su correspondiente avispa enloquecida). De momento, a partir de la segunda casilla, pon siempre el mismo número de bolas N que de bolas P1.
Ya veo: tengo que poner tantas bolas P como indica el número de la casilla.
Sí.
Al conjunto de bolas P y N que hay en cada casilla lo llamaremos núcleo.
De las avispas enloquecidas no hay que preocuparse: si el núcleo tiene 16 bolas del tipo P, cuando lo acerquemos a la bolsa de avispas enloquecidas se pondrán a revolotear 16 de ellas, que en ese momento dejarán de estar enloquecidas y bailarán una alegre danza alrededor del correspondiente núcleo.
Y ya está, eso es todo.
Con los elementos del tablero se puede construir una mariposa, un autobús o una galaxia. Cualquier cosa.
Es una pasada.
Sí.
¿Y ya está?
Sí. De hecho, podría acabar este libro aquí, pero voy a continuar un poco más.
Ahora viene lo de las letras que te decía antes. A cada uno de los elementos que hay en el casillero se le ha puesto un nombre. Por ejemplo, al de la casilla 26 se le llama hierro y al de la 47, plata. Verás que las letras correspondientes son Fe para el hierro y Ag para la plata.
¿Estás diciendo que la diferencia que hay entre el hierro y la plata es simplemente que una casilla tiene 21 bolas P más que la otra?
Sí. Ya sé que parece magia.
Cuando en la casilla número 10 coloques las 10 bolas P (con sus correspondientes electrones) y las 10 bolas N tendrás un gas llamado neón, que se utiliza para hacer letreros luminosos. Si ahora le añades 70 más te irás a la casilla 80 y lo que tendrás es un metal líquido con el que se fabricaban termómetros, el mercurio. Piensa que dos cosas tan diferentes, en todos los sentidos, como el oxígeno que respiramos y el oro de la cadenita que cuelga de tu cuello, se diferencian en un número, concretamente en el número de bolas P.
Vivimos en un mundo de números y apariencias. Todo lo que existe en el universo está formado por los elementos del casillero. Es así. Todo lo que has comprado en la tienda sirve para construir la materia.
¿Y lo que no es materia?
Vamos a convenir, de momento, que cuando hablamos, por ejemplo, de la conciencia, la venganza, los sistemas operativos, el miedo, la envidia, la bondad o el instinto homicida no nos referimos a elementos materiales. Es algo que todo el mundo sabe (siempre y cuando no empecemos a darle demasiadas vueltas). De manera que entenderemos por materia todo aquello que se pueda construir con los elementos del casillero.
En cada casilla, además del número que nos dice cuántas bolas P debemos poner, también hay unas letras que sirven para identificar a cada uno de los elementos. Por ejemplo, en la casilla 29 tenemos Cu, que es una abreviatura de cuprum (cobre), palabra latina que a su vez procede del griego kypros, que era el antiguo nombre de la isla de Chipre, lugar en el que había importantes yacimientos de este mineral. O el Hf (hafnio), elemento que fue descubierto en Copenhague, cuyo nombre en latín es hafnia (por cierto, el hafnio es un elemento que se encuentra en lugares tan dispares como en los reactores de los submarinos nucleares o en los procesadores de los ordenadores que tenemos en casa). La mayoría de estos nombres son toponímicos, es decir, que indican su lugar de procedencia. Otros son descriptivos, como Li (litio), que proviene del griego lithos, que quiere decir piedra. Y otros son honoríficos, como el copernicio, Cn, o el einstenio, Es, en honor a Copérnico y Einstein respectivamente. Aunque