El pueblo en movimiento. Gloria De La Fuente
Una de las lecciones principales de todo esto es la importancia de la existencia de espacios de encuentro que pudieran tener en alguna forma una dimensión vinculante. Habrá que ver cuáles podrían ser los mecanismos para eso, que son a nivel territorial donde se expresan las urgencias inmediatas, las grandes urgencias, y donde, al mismo tiempo, se expresan las demandas por otro tipo de sociedad. La dimensión territorial debiera ser acompañada también, y ha sido acompañada en este caso, por lo que podríamos llamar la dimensión funcional, o sea ha habido cabildos de grupos profesionales, cabildos culturales, escolares, es decir, cabildos que están para discutir con gente que está en un mismo ámbito de actividad u ocupación, para discutir los problemas de ese ámbito y actividad. Uno piensa que esto debiera tener una forma mucho más institucionalizada a nivel territorial, a nivel municipal. Ahora ¿qué pasa con todas estas conversaciones o demandas? ¿Cómo se hace para que la gente no sienta que eso fue inútil? En principio, la utilidad es inmediata en la medida que el hecho que la gente se encuentra, discuta, es un proceso, como ha sido señalado, de repolitización, aun cuando el nivel de preocupación por lo político sea mucho menor que el nivel de preocupación por demandas sociales inmediatas, pero también eso va produciendo la reflexión en torno a lo político.
GDF: Pero ¿cómo se hace para que esto tenga impacto en la vida política institucional?
MAG: Sí, ¿cómo esto se vincula a los procesos políticos, y no pasa a ser una cosa enteramente aparte que sirvió para calmar las demandas, para que la gente se encontrara?, lo que en sí ya es muy bueno, pero la pregunta es ¿cómo durante el ejercicio de la Asamblea Constituyente, en cualquiera de sus formas (la que uno apoya es la de una Asamblea Constituyente enteramente elegida, lo que se llama Convención Constitucional) se va a lograr que estos momentos de participación lleguen allá? Aquí hay dos maneras. Una es la sistematización de lo que pasó en los cabildos de Bachelet y en los cabildos que se han realizado actualmente y, la sistematización para que llegue eso a la Asamblea Constituyente; y la otra es que durante el año que funcione la Asamblea Constituyente se reediten este tipo de actividades y que tenga algún impacto en las decisiones, es decir, que haya audiencias, que haya cabildos. La participación de la ciudadanía durante la Asamblea Constituyente, a mí me parece fundamental y en ese sentido los cabildos han sido no solo un ejercicio para ello, sino que están mostrando la demanda de que esto tiene que institucionalizarse de alguna manera porque si no esto va a provocar una enorme frustración que deslegitime el proceso constituyente. Hay que buscar la fórmula para ello en la discusión de los mecanismos del proceso constituyente junto al tema de la paridad de género, de la participación de independientes, de los escaños reservados para los pueblos originarios.
GDF: ¿Hay alguna otra cuestión del proceso constituyente en esta materia que a su juicio quedó pendiente o mal resuelta?
MAG: Tres temas que se resolvieron mal en materia del proceso constituyente en el Acuerdo del 15 de noviembre, fueron la cuestión del plebiscito de entrada en que no se estableció el voto obligatorio. Tampoco se estableció el voto obligatorio para la elección de constituyentes, y no está resuelto qué ocurre cuando no hay dos tercios para cuestiones centrales en el órgano constituyente. A mi juicio, las alternativas deberían ser decididas en el plebiscito ratificatorio.
DMP: Volviendo a lo que han sido las experiencias de participación durante estos meses, y, para terminar, ¿cómo ve la rearticulación de la política con lo social, tema central para usted, a partir de las experiencias del estallido?
MAG: Una de las cosas que vale la pena señalar es que en los cabildos, en que a veces participa la gente más interesada, como en otros tipos de instancias a través de estudios, lo que se percibe es, junto a una claridad de lo que se quiere, hay una confusión respecto a las instancias del proceso constituyente. Por ejemplo, era normal que se confundiera la Convención Mixta con el tema de la paridad. Pero también lo que se percibe es la dificultad de entender cómo esas demandas van a ser procesadas, cuál va a ser la accountability de los procesos políticos respecto de la demanda ciudadana que está en el comienzo del estallido. También es posible percibir que hay miedo, no solo el miedo provocado directamente y, yo diría, explícitamente provocado con ese fin por parte de los procesos represivos y de la actitud del gobierno, sino que, junto con ese miedo, también el miedo o incertidumbre a qué es lo que vendrá y si nada va a cambiar. Todo esto puede generar una situación en que el elemento mayoritariamente positivo, la dimensión mayoritariamente positiva de aprobación y hasta de encantamiento con las movilizaciones, vaya cediendo paso a una incertidumbre, a un temor, y vayan generando, en vez del deseo natural que todo esto provocó de participación, un retraimiento. Y hay que tener mucho cuidado porque eso evidentemente es lo que persiguen los sectores que quisieran que el estallido quedara solo en el estallido, para ellos como una mala experiencia, y no como el inicio de un movimiento y de un proceso refundacional. En ese sentido, yo creo que la experiencia de los cabildos es extremadamente aleccionadora desde múltiples puntos de vista, desde el hecho que se organizan espontáneamente, que se organizan para plantearse problemas del territorio y encontrarse o para plantearse problemas propios de un campo de actividad, y en que se busca y se trata de entender cuál es la relación entre la demanda específica y la transformación de la sociedad o el proceso constituyente. El problema es cómo eso se traduce efectivamente en una repolitización que implica no solo la participación en actividades extrainstitucionales y organizacionales como ha ocurrido hasta ahora, lo que es sin duda un avance, pero ¿cómo eso penetra a las organizaciones políticas, sociales y a las instituciones de modo que el proceso constituyente sea efectivamente no solo una asamblea de personas elegidas, sino que reestablezca el espacio en que se reencuentre lo social con lo político? Ya he dicho muchas veces que una de las cosas más importantes que tiene el proceso constituyente es que no solo genera una nueva Constitución, sino que genera una nueva forma de relación, una recomposición del espectro político, y una nueva forma de relación entre lo político y lo social. Los cabildos han sido una experiencia de eso, porque a personas que vienen del campo político a los cabildos les funaban, y poco a poco se lograba una conversación y, entonces, el desafío es lograr que se institucionalice para que la expresividad del estallido se transforme realmente en participación, en deliberación y en representación.
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