Maternidades en tiempos de des(e)obediencias. Graciela Beatriz Reid

Maternidades en tiempos de des(e)obediencias - Graciela Beatriz Reid


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innovadoras.

      El segundo capítulo, “Psicoanálisis y estudios de género”, constituye una revisión del legado freudiano desde los aportes y variaciones que sostienen sus tensiones. Los estudios de género en diálogo con los avances conceptuales del psicoanálisis conforman un campo de gran importancia, que permite analizar los mecanismos de producción de subjetividad que cada período sociohistórico imprime a los destinos pulsionales, así como también visibilizar cómo sobre las diferencias biológicas se configuran los roles para cada género, se fundan las relaciones de poder, se moldean los deseos (conscientes e inconscientes) que impactan en los cuerpos sexuados y se significan identidades genéricas que no son fijas ni determinadas.

      Las/os psicoanalistas no escapamos a nuestro horizonte de época y, por esta razón, las subjetividades actuales, las nuevas configuraciones familiares por fuera del modelo heteronormativo y los modelos procreacionales exigen revisar críticamente los postulados que le dan sustento a nuestra disciplina. En este sentido, el capítulo indaga sobre el paradigma de la diferencia sexual anatómica, para abordar que dicha diferencia no se reduce al sexo anatómico, pero se sirve de ella para otorgar lugares diferentes en las inscripciones de la psicosexualidad humana. La concepción biologicista de un modelo único de sexo (el masculino) como organizador del psiquismo y de la cultura persiste en el imaginario conceptual de algunas corrientes. Para el psicoanálisis lacaniano estructuralista, la determinación sexual y del deseo está en el inconsciente; lo “femenino” o lo “masculino” no corresponden al referente biológico (Lamas, 2000). Es necesario preguntarse entonces cómo es que la hegemonía fálica de la ley simbólica recae en la figura del padre. La interdicción se convierte en prohibición universal identificable en el complejo de Edipo ejercida en el nombre del padre y recayendo sobre la figura materna, reproduciendo el binarismo heterosexual a los efectos discursivos y simbólicos de la significación fálica en la constitución de la psicosexualidad. En tiempos de subjetividades que rompen con el paradigma de la modernidad, pensar los cambios epocales es pensar la posibilidad de un cambio histórico de la ley simbólica a partir del carácter contemporáneo de los imaginarios y significantes que la constituyen.

      Con el fin de dar cuenta de las tensiones que las mujeres enfrentan a la hora de realizarse en el mundo público y al mismo tiempo desarrollar los ideales de maternidad vigentes, el tercer capítulo, “Biopolítica: cuerpos en pugna”, pone el foco en el cuerpo femenino como un cuerpo disputado, atravesado por diversos mecanismos de sujeción y normalización que lo definen en contraposición a un otro masculino. La batalla histórica contra la anatomía como destino en la división sexual del trabajo (y, por qué no, de la división sexual del deseo) evidencia que las inequidades genéricas ponen un techo al desarrollo y la participación de las mujeres en el mercado laboral. Mujer=madre, mujer-cuidadora, concentra la responsabilidad sobre los trabajos no remunerados del mundo privado como las tareas domésticas, de crianza y cuidado. Y el espacio público le ofrece un salario depreciado respecto del de su colega varón.

      El recorrido teórico nos lleva al capítulo cuarto, que constituye el corazón del libro. “Trabajo clínico. Aportes e implicancias de una práctica psicoanalítica pospatriarcal” recoge el análisis de cinco casos clínicos de mujeres heterosexuales de entre 25 y 40 años, pertenecientes a la clase media y media alta urbana de la Ciudad de Buenos Aires, que cuentan con educación universitaria y participan del trabajo remunerado. Una particularidad importante del grupo abordado es su grado de conciencia y predisposición al cambio. Estas mujeres, que se acercaron a mi consultorio entre los años 2002 y 2007, se interrogan acerca de qué significa y qué representación tiene la maternidad para ellas. Son mujeres que se analizan y que se presentan abiertas y con mayores posibilidades deseantes para decidir que las que tuvieron las generaciones que las precedieron, sin estar exentas de enfrentar nuevas problemáticas propias del malestar inexorable de vivir en la cultura.

      Para este recorrido fue necesario introducir desde qué lugar y bajo qué concepciones se puede llevar adelante una práctica psicoanalítica pospatriarcal. Para ello es fundamental pensar el entrecruzamiento de la metapsicología psicoanalítica y los aportes que brindan los estudios de género, sosteniendo que es posible renovar los parámetros que construyen los conceptos de la psicopatología y la práctica psicoanalítica, de forma tal que se puedan tener en cuenta las modalidades de funcionamiento y las complejidades que entre ellas se producen.

      En tiempos de múltiples y profundas transformaciones es sumamente importante poner en caución las teorías preexistentes acerca del deseo y devenir de las maternidades, ya que es probable que, bajo una mirada no renovada, las prácticas novedosas o inéditas se identifiquen como patológicas a priori, en lugar de ser pensadas como nuevos contextos y modos de sentir y vivir las maternidades, desligadas hoy de todo fundamento biologicista, haciendo su aparición el sujeto mujer deseante descentrada de la verdad de nominación de un que-hacer en el discurso social y científico. La experiencia clínica psicoanalítica nos expone y exige sostener una ética que haga foco en lo singular, lo original de cada caso, a partir del ejercicio de una escucha sostenida, flotante y abierta a detectar en las nuevas prácticas las modalidades en las que se presentan los deseos, conflictos, malestares y estrategias de cumplimiento en las analizantes, en su posición de sujetos que se fugan de los encadenamientos significantes que exigen el trabajo de reconocerse en un vacío que mueve la consistencia imaginaria de aquello que es propio de la vacilación del yo. La pregunta por el deseo se funda en la atemporalidad de lo inconsciente y las condiciones de posibilidad lo pueden hacer posible.

      Finalmente, y con la convicción de que “Otra realidad es posible”, el capítulo quinto expone la necesidad de continuar produciendo los cambios políticos y simbólicos que acompañen los devenires deseantes del siglo XXI. Ante la constitución política de los cuerpos, nos preguntamos cómo imaginar y llevar adelante nuevos dominios de autonomía y de subjetivación que deslegitimen la violencia de género y proyecten caminos emancipadores para las generaciones actuales y las venideras. De esta manera, analizamos el nuevo rol de las masculinidades en este giro contemporáneo donde rigen el amor líquido (Bauman, 2007) y la fluidez vincular. A su vez, la politización de las tareas de cuidado nos permite visibilizar la división sexual del trabajo para el sostenimiento de un sistema capitalista y patriarcal. Se trata entonces de la búsqueda de la articulación de un ejercicio subjetivo innovador que mitigue el sufrimiento humano conjuntamente con la implementación de políticas de Estado que persigan la equidad social. Finalmente, y como consecuencia del arduo y también jubiloso camino hacia la ampliación de derechos, reivindicamos la lucha feminista por la autonomía de los cuerpos gestantes a partir del abordaje de la interrupción voluntaria del embarazo (IVE) y las implicancias que conlleva en la salud psicofísica de las mujeres la actual práctica clandestina.

      Las transformaciones sociales y de las subjetividades nos obligan a revisar los conceptos teóricos que están en la base de la práctica clínica y de la técnica, con el fin de dar cuenta del malestar actual de las/os sujetos frente a las posiciones deseantes, los modelos y objetos de deseo que la cultura propone o reprime y los puntos de fuga o subversiones que las/os sujetos transitan, alcanzando nuevas composiciones y significaciones de las prácticas sociales.

      Este libro busca dar una discusión ética donde las/os psicoanalistas podamos pensar una práctica pospatriarcal y salir de la ilusión binaria, jerarquizante y esencialista de dos posiciones deseantes en el camino de la sexuación, considerada la única y saludable a la que se debe aspirar. Un


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