Semáforos rotos. Santiago Infante
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Instituto Distrital de las Artes – IDARTES
Beca para Proyectos Editoriales y Emergentes en Literatura
Programa Distrital de Estímulos 2016
Semáforos rotos
© Santiago Infante
© Corporación Himpar Editores
Primera edición, 2017
Bogotá D.C., Colombia
ISBN (impreso): 978-958-58740-2-2
ISBN (ePub): 978-958-52825-2-0
Edición: Himpar Editores
Diseño gráfico: Sandra Restrepo
Desarrollo ePub: Lápiz Blanco S.A.S
Estaba dispuesto a matar
Porque nací en Bogotá
Y en esta ciudad
Es cuestión de legítima defensa.
Esse
1
TENÍA GANAS DE PELEA. Estaba cabreado porque Patrizia, mi mujer de entonces, se había ido a bailar con sus compañeros de oficina. Cerré la librería a las nueve menos cinco y tomé la séptima hacia el norte.
Mi plan aquella noche era emborracharme en la sesenta con octava, en Moby Dick, el bar de unos amigos y amanecer con cualquier puta de oficio, de esas que no cobran, de esas que estudian y trabajan toda la semana para hacer tiempo mientras llega el viernes.
Atravesé el Parque Nacional a paso rápido: a esa hora se puebla de atracadores y de maricas. Frente al monumento de no sé quién, «paladín y mártir», cerca del caño de la treintainueve, vi una silueta blanca acosada por dos sombras densas y el destello de un puñal.
Quería salvar a nadie. Solo tenía ganas de pelea. Me acerqué corriendo, arriando madres, haciendo ruido. Quería enredarme en una de esas broncas bravas en las que uno queda para levantamiento y el otro muere llegando al hospital. Valía huevo. Imaginaba a mi Putilla moviendo el culo pegada a su jefe, a ritmo de vallenato, brindando con aguardiente. A esa altura del encoñe me resistía con las veinte garras a aceptar que se fuera a guarachear con sus compañeros de la Caja de Pensiones.
Cuando llegué, las sombras brincaron sobre unas matas y corrieron hacia el caño. Solo alcancé a verles los tenis. La silueta blanca resultó ser Amanda. Ahí fue cuando la conocí. Eso me pasa por sapo.
2
PAR OJOS ME OBSERVAN DETRÁS DEL CRISTAL GRASIENTO, se descarga dolor eléctrico desde la columna vertebral hasta las puntas de mis nervios. Aprieto los puños, contengo el vómito, sacudo la carne como epiléptico. El asco tiene cuerpo uñas y pelo: una rata negra me mira fijo a las pupilas.
Brinca, da media vuelta en el aire, arrastra una cola larga con la que acaricia la saliente y alcanza el tubo que conduce al techo. Sabrá el putas cómo logra asirse a ese tubo plástico, húmedo, vertical. Y sube sin esfuerzo. Es una rata descomunal. Arrastra a lado y lado el cuero cargado de grasa. Parece que encontró un rincón en el techo donde parir su camada. Lo sé por el ruido jubiloso que hace con las pezuñas. Dos treinta y dos de la madrugada, no puedo dormir.
Cuatro noches aguantando el frío cuchillero de Bogotá, por ser su hijo, a esta ciudad mierdosa le será difícil matarme: soy uno de sus bastardos y le conozco bien las mañas.
¿Justo ahora me sale con una rata? Nunca había visto una ascender por un desagüe. Tenía suficiente con la escarcha cortante, aquí, tumbado, trajinando con la ausencia de Amanda. Ella me ayudó a derretir el hielo. Mi adorada gran puta Amanda: se largó con Jorge Imbécil Guzmán, fotógrafo. Eso supongo.
3
TENÍA GANAS DE PELEA, estaba cabreado porque Patrizia se había ido a guarachear con sus compañeros de oficina. En la noche del 31 de diciembre de 1999 me la presentaron. Estaba sola porque al marido lo capturaron. Recuerdo cuando conocí a Patrizia mientras recuerdo cómo conocí a Amanda, entonces besé a Patrizia como si estuviera besando a Farra; vericuetos de la memoria. El hecho es que a los dos minutos de conocidos (con Patrizia) ya bailábamos apretujados y en la segunda canción me dio un beso con lengua.
Las mujeres de los guerrilleros, de los tombos, de los paracos, de los narcos y de los politiqueros son famosas por fáciles y porque el culo les huele a pólvora. Patrizia era la ex del jefe de una banda de extorsionistas del ELN al que agarró el DAS y que se voló a los tres meses: de La Picota directo a La Habana.
El hecho es que con Patrizia nos bebimos la penumbra de su apartamento (302), el descascarado edificio con placa 15-16 de Teusaquillo. Nos veíamos los sábados. Yo timbraba a las ocho en punto y ella abría la puerta sonriendo, vestida de oscuro, las tetas perfumadas, par copas llenas y la chimenea flameando. Alguna vez le dije que me gustaban sus pantalones de cuero y se compró dos más: uno vino tinto y otro azul petróleo; los rotaba para no verse repetida. De cariño le decía Putilla, o Paticortica, o Patichueca. Tenía en los ojos destellos miel, cabello color miel y cuca sabor miel.
También variaba los licores: un sábado vodka, el otro whisky, el que seguía tequila. La juerga arrancaba con besos-chispas. Comentábamos noticias inventadas y bailábamos a son de rock caduco como quien no quiere la cosa. Resultábamos revolcándonos sobre la alfombra, lamiéndonos la boca, mordiéndonos el cuello y arrancándonos la ropa. Buenas épocas aquellas. Lástima que me encoñé.
Cuando uno se encoña, pierde la gracia, se vuelve fiel, monótono, predecible y se pregunta con ojos vidriosos: ¿la estoy cagando?, mientras chilla al ver que la tipa se porta bien, pero cuando uno se porta mal. Cuando todo valía rehuevo.
Una noche se me ocurrió decirle que nadie podría quererla tanto como yo, entonces juagó en los míos sus ojos y replicó con arrogancia:
—¿¡Y cómo sabes!?
El que se esfuerza por ser un buen tipo resulta convertido en el trapo de limpiar la mierda. Y la vieja a portarse como La Cuca más Espléndida del Mundo, con la vanidad escurriéndole por los poros. Ellas están para ser gozadas, no amadas, cosa ruda de entender pero que hay que asimilar.
Cuando al fin entendí, después de harto sufrir, vi clarísimo que Patirrajada empezaba a ponerse vieja, que estaba resentida y que se aprovechaba de mi cuerpazo y de mi candidez. Además se empeñaba, como cucaracha patas arriba, en ponerme celoso. Eso fue la tapa de la alcantarilla: huyeron murciélagos de su culo oloroso.
En el amanecer del domingo siguiente, esculcando entre sus cosas, le birlé un recorte de periódico. Lo hallé entre las hojas de su diario íntimo. Típico recuerdo que guardan las viejas. Era la noticia sobre la captura de su marido. Entonces le eché el polvo de despedida y disparé sin prólogo que me veía con una tal Amanda. Se puso como loca.
ELN TENÍA EN LISTA A 150 COMERCIANTES DE BOGOTÁ
La Policía de Bogotá le echó mano a un grupo de extorsionistas del Ejército de Liberación Nacional (Eln), que pretendían cobrar un impuesto de guerra a 150 comerciantes. Fue decomisado material explosivo, congeladas cinco cuentas de ahorro y capturados dos hombres, señalados como los responsables del manejo de la red financiera del Eln.
Los detenidos son Carlos Alberto Umaña Ardila, quien confesó según la Policía ser miembro activo del Eln, y Carlos Hernán Angulo Puentes, Domingo, miembro del Sindicato de Trabajadores del Banco Cafetero.
La Policía dijo que se investiga a Beatriz Almarales Goenaga, familiar de Andrés Almarales, miembro del M-19 que murió en la toma del Palacio de