Lo que esconden los sueños. Natkim Martin Elgueta Orellana
va a la habitación y se acuesta junto a Marcela, quien llora y le confiesa que esta aterrada.
En la televisión informan de la proliferación del canibalismo y de la llegada de Campusano a Nueva Ginebra, quien en las entrevistas otorgadas a los medios de prensa, comenta que mañana a primera hora se reunirá de urgencia con todos los presidentes de G 7 (las siete potencias más poderosas del orbe), con el objetivo de implementar un plan de restauración del orden mundial.
Nadie tomó conciencia de la hora, pero siendo exactamente las 22:45, Marcos cae en el sueño profundo, de la misma forma en que solía ocurrir años atrás.
Mientras Marcos y Marcela duermen, Alejandro y sus padres, conversan junto a Camila en el living de la casa.
Alejandro: Padre, tengo la punta de lanza, te pertenece.
Alberto (Padre de Alejandro): Tú debes tenerla. Llévala contigo, el mito familiar dice que ese objeto será fundamental en la última lucha contra el mal.
Capítulo II. Los Infiltrados
El único que pudo dormir bien esa noche fue Marcos, quien no volvió a separarse del trozo de túnica entregado por Richard. Los hambrientos que pasaban por fuera de la propiedad no dudaban en intentar entrar. Manuel debió disparar al aire en innumerables ocasiones desde la ventana.
Siendo las 10:00 a.m, Marcos despierta, busca a Gustavo y a Claudio pero al bajar al primer piso, encuentra a la familia reunida alrededor del cadáver de Richard.
Marcos: ¿¡Qué paso!?
Claudio: Alguien lo asesinó, lo asfixiaron.
Gustavo: Nadie ha salido ni entrado de esta casa, eso implica que él o la asesina, es uno de nosotros.
Marcela: Manuel, ¿Cecilia y Patricio salieron de la habitación anoche?
Manuel: En ningún momento. Sólo yo tengo la llave y la ventana tiene protecciones de metal. No fueron ellos.
Alberto y Tania, los padres de Alejandro, son junto a los padres de Claudio, los únicos ajenos a la familia, pero Alejandro da fe de que en ningún momento salieron de la habitación, ya que conversaron prácticamente toda la noche.
Claudio y Camila refieren que René y Lucia (Padres de Claudio), se acostaron exhaustos en la misma habitación que ellos junto a Maca y Coni, y que debido al insomnio de Camila, y los constantes tiroteos que se generaron en la noche, nadie pudo dormir, por lo que es casi imposible que ellos se hayan trasladado a la habitación de Richard sin ser vistos.
René (padre de Claudio), pide la palabra.
René: Marcos, como tú sabes, yo me desempeñé toda mi vida como detective, por lo que se cómo tomar huellas dactilares. Si me lo permiten, puedo extraer la huella del cuerpo de Richard y registrar las huellas digitales de todos los que estamos en la casa, incluso las mías. De esa forma sabremos sin duda, quien asesinó a Richard.
Todos se muestran de acuerdo.
Lourdes: ¿Cuánto demorará eso?
René: Si comienzo de inmediato, hoy en la noche podría tener los resultados. Sólo necesitaré talco, cinta adhesiva y un neurocelular.
Cinthia: ¿Tenemos todo eso en la casa?
Gustavo: Si, comienza René.
Marcos está inquieto. No ha podido comentar con nadie a quien personificó durante la noche.
Cinthia se acerca a Marcos y pide hablar en privado. Marcos le dice que se reúnan en cinco minutos en su habitación. Marcos sabe que debe ir a la habitación de Richard. En el closet encuentra su bolso y dentro de él un pequeño aparato redondo con un teclado de números, sabe lo que es y lo guarda en un escondite del baño de visitas detrás de una cerámica que oculta un espacio vacío. Luego de ello, sale del baño y va al encuentro con Cinthia.
Marcos: ¿Qué pasa Cinthia?, te he notado preocupada.
Cinthia: Lo se hijo, a mis años no es fácil controlar el carácter. Me tiene inquieta la presencia de Cecilia y de Patricio. Creo que debes sacarlos de la casa. No olvides que ella te quería muerto a ti y a Gustavo.
Marcos: Ayer Richard me dijo que guardas un secreto y que era hora de que yo lo supiera.
Cinthia: Marcos, todo ha ocurrido como fue planeado. No debes olvidar que muchos querrán confundirnos para que nos enemistemos entre nosotros. ¿Qué tanto conoces a Manuel?, ¿no crees que puede ser un infiltrado que esté trabajando con Cecilia y Patricio?, es un asesino Marcos y está armado.
Marcos: Yo confío en él, si me quisiera muerto ya me habría asesinado, ha tenido muchas oportunidades y no lo ha hecho.
Cinthia: La guerra es espiritual Marcos, no material. No podemos confiar en nadie. Anoche vi a Manuel cerca de la habitación de Richard y también vi a René deambulando por la casa, yo no confío en nadie, solo en Gustavo, en Claudio, en Alejandro y en ti. La inteligencia de La Orden y sus métodos son excepcionales, pueden entrenar personas que duermen por años para actuar en el momento indicado. Te voy a mostrar algo.
Cinthia sube las mangas de su blusa, levanta sus manos y cierra los ojos.
Marcos: ¿Qué haces?
Cinthia: Sólo observa
Cinthia habla en otro idioma y hace aparecer entre sus manos una bola de luz. Luego la hace volar hasta la pared, momento en que toma una cruz que se encuentra colgada y la lleva hasta las manos de Marcos.
Cinthia: Marcos, no debes dudar de mí, yo siempre he estado a tu lado.
Sin que Marcos o Cinthia lo notaran, Manuel vio toda la escena por la rendija de la cerradura de la puerta.
Marcos abraza a Cinthia.
Marcos: Cinthia, nunca dudaría de ti. Has sido una madre para mí.
Cinthia sale de la habitación y Marcos reflexiona. Es un hombre inteligente, sabe que Cinthia no contestó su pregunta acerca del secreto que mencionó Richard, quien por lo demás fue asesinado anoche.
Ya es la hora de almorzar. La comida es escasa, pero todos logran saciar su hambre esa jornada.
Es hora de ir a hablar con Cecilia y Patricio.
Marcos pide a Manuel que abra la puerta. Manuel asiente con su cabeza y le habla a Marcos en voz baja.
Manuel: Vi y escuché tu conversación con Cinthia, lo que vi me hizo recordar los prodigios de La Orden.
A Marcos lo recorre un escalofrío, pero no emite palabra alguna.
Marcos le habla a Cecilia y a Patricio: Vine a escuchar lo que tengan que decir.
Cecilia: Marcos, yo no soy tu madre. El hijo que esperaba murió al nacer, lo recuerdo tan claramente que nunca hubo ninguna duda, eso pese a lo que Gustavo me decía. Él siempre quiso convencerme de que estaba loca y que tú eras mi hijo, yo siempre supe que no era así. Recuerdo a los médicos diciendo
que el bebé había nacido muerto y que era una niña y luego me durmieron con un calmante. Al despertar tenía un bebe en mis brazos; tu, Marcos.
Gustavo siempre insistió en que estaba loca, y para ello utilizaba antecedentes de mi pasado, donde efectivamente tuve muchos problemas de conducta. Yo odiaba a Gustavo con todas mis fuerzas, y durante un tiempo también te odié a ti. Yo dudo que Gustavo sea tu padre, y si lo es, tu madre es otra mujer, no soy yo.
Marcos: ¿Tienes alguna prueba?
Cecilia: Si.
En ese momento interrumpe Manuel.
Manuel: ¡Marcos!, ¡Marcos!, ven, es René.
Marcos baja al primer piso y al entrar a la cocina, ve a Gustavo tratando de detener la hemorragia. Lucia llora desconsolada y Claudio la abraza.
Gustavo: Marcos, alguien apuñaló a René, ¡anda a ver quién tiene las manos con sangre!
Marcos corre