A la salud de la serpiente. Tomo II. Gustavo Sainz

A la salud de la serpiente. Tomo II - Gustavo Sainz


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      Primera edición en MINIMALIA, abril de 2010

      Director de colección: Alejandro Zenker

      Cuidado editorial: Elizabeth González

      Coordinadora de producción: Beatriz Hernández

      Coordinadora de edición digital: Itzbe Rodríguez Ciurana

      Viñeta de portada: Mauricio Morán

      Para la realización de este proyecto se recibió el apoyo económico del

      Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, a través del Programa

      de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales, emisión 2009.

      © 2010, Solar, Servicios Editoriales, S.A. de C.V.

      Calle 2 número 21, San Pedro de los Pinos.

      03800 México, D.F.

      Teléfonos y fax (conmutador):+52 (55) 55 15 16 57

       [email protected]

       www.solareditores.com

       www.edicionesdelermitano.com

      ISBN 978-607-8312-05-4

      Hecho en México

      Índice

       Cartas de un maestro

       Cartas de nuestros lectores

       Última aclaración

       ...juntos, como algo

       iowenses, un raro gentilicio

       inexorable, fatal

       Expulsión a un maestro por recomendar ciertas lecturas

       quería escribir sobre toda

       Terencio ¿o Qwerty?

       Henry James decía

       decía Stevenson que

       Redefiniendo lo autobiográfico:

       A la salud de la serpiente de Gustavo Sainz,

       por Joel Hancock

      Periódico Respuesta

      Director general Isaías Quezada R.

      Mexicali, Baja California

      Martes 19 de noviembre de 1968

      Página dos

      Cartas de un maestro

      “Eso de prostituir…”

      Sin firma

      Es probable que hayas notado el lío suscitado por un editorial del Director local de El Mexicano contra un profesor del cetys. El periodista lo acusa de obligar a leer a una joven ante sus condiscípulos cierto libro que no les parece a los padres de familia. El profesor se defiende públicamente y varios columnistas bordan sobre el tema. Soy maestro de Ética Profesional y estoy en mi séptimo año de impartirla. Eso se une al hecho de que soy profesionista y allí tienes por qué tengo suficiente derecho para juzgar sobre el asunto. Fíjate bien: el conflicto se ha enfocado falsamente. Porque el problema no está en saber si se puede o no leer en una escuela determinada determinados libros. Este modo de ver las cosas es insidioso y sólo sirve para demagogia. Es evidente que en la escuela se puede leer y estudiar cualquier libro. Pero el discutir si se puede o no se puede es demagógico ya que resulta similar a la famosa pregunta sobre el Artículo 145 y su derogación: “¿Sería lícito atentar contra la Patria?” Nadie podría responder que sí. Pero la dificultad de ningún modo estriba allí. El meollo a dilucidar está precisamente en saber si conviene o no mostrar a estudiantes de primero de Preparatoria, al principio del curso, esta clase de literatura. Si es prudente, bajo qué condiciones se puede. Si no lo es, por qué y durante cuánto tiempo. Así, lo que más se debería debatir es un asunto de prudencia o cautela. Más de

      (Pasa a la página ocho)

      (Continuación inhallable: en la página ocho hay sólo anuncios, y la continuación del artículo no aparece en ninguna otra página)

      Periódico El Mexicano

      Martes 19 de noviembre de 1968

      Página editorial

      Doble aclaración

      por Cristóbal Garcilazo

      Efectivamente, como dice el amigo Galván Ochoa, tuvimos una cordial entrevista con el licenciado Rafael Padilla, en la que se aclaró que el inmundo Gazapo jamás fue leído en clase ni recomendado a los educandos como ejemplo de literatura moderna. No así La tumba, que no hemos leído (por lo que no podemos opinar), pero de la cual alguien que nos merece todo respeto ha comentado que más bien debería llamarse La tumbo (con “o” final, compañero linotipista).

      Al habernos hecho eco de las madres de familia inconformes, nos concretamos al bodrio obra de Gustavo Sainz, Gazapo, mismo que según sesudos educadores, críticos literarios y estudiantes de ambos sexos (que estamos seguros y hasta podríamos apostar que dentro de cinco años ya no opinarán lo mismo), es una novela importante y llegará a recibir distinciones, entre las que apuntan hasta un desaforado Premio Nobel de Literatura.

      Por lo demás hallamos una auténtica joya en nuestras Facetas del domingo anterior; que antes de que se recomiende al alumnado algún tratado de literatura moderna, el catedrático o quien lo recomiende, literatos, críticos, columnistas, etcétera, den lectura al “tratado” en el seno de su hogar, y si sus hermanas o sus hijas pasan la prueba, entonces hagan lo mismo en las escuelas.

      Para nosotros, insistimos, es un asunto terminado, porque las madres de familia se dieron por satisfechas y “más vale no meneallo” como decía el Quijote. Hacemos la cita porque Enrique está empeñado en comparar a Cervantes con los carretoneros de ayer y hoy. Cosas de la juventud, a la que alguien le ha metido en la cabeza que es la más indicada para regir el mundo.

      Pasemos a la otra aclaración (siguen cinco párrafos más sobre el pri, la universidad local y los agitadores profesionales…)

      y en eso golpearon en la puerta con suavidad, tres, cuatro veces, como si temieran no despertarlos pero también como si hubieran golpeado en el fondo del cerebro del Carretonero de Ayer y Hoy, sobresaltándolo tantas veces como golpes habían sonado en esa puerta como verdaderas llamadas


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