Sexo en la biblia. Juan Antonio Monroy

Sexo en la biblia - Juan Antonio Monroy


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      Entre los 39 libros que tiene el Antiguo Testamento encontramos una sola excepción, el caso de Jeremías, a quien el mismo Dios ordena que permanezca célibe.

      “Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: No tomarás para ti mujer, ni tendrás hijos ni hijas en este lugar”

      Jeremías 16:1-2

      En una época en que un Jeremías joven podía pensar en el matrimonio, la orden divina le impone el celibato. No sabemos si la imposición tenía carácter permanente o sólo era “en este lugar”, donde los niños morían de muerte violenta.

      Temporal o permanente la imposición divina suponía un sacrificio para el profeta, más aún teniendo en cuenta el enfoque de desgracia y castigo que el Antiguo Testamento daba a la falta de descendencia.

      En el Nuevo Testamento es San Pablo quien más escribe sobre el celibato, comentando extensamente la enseñanza de Cristo. Deja claro un principio: la conversión no exige un cambio de estado. Cada uno puede permanecer en el estado en que fue llamado. Pero, según opinión propia, tratando el tema desde el punto de vista espiritual enseña que el celibato es más ventajoso que el matrimonio:

      “En cuanto a las vírgenes no tengo mandamiento del Señor; mas doy mi parecer, como quien ha alcanzado misericordia del Señor para ser fiel. Tengo, pues, esto por bueno a causa de la necesidad que apremia; que hará bien el hombre en quedarse como está. ¿Estás ligado a mujer? No procures soltarte. ¿Estás libre de mujer? No procures casarte. Mas también si te casas, no pecas; y si la doncella se casa, no peca; pero los tales tendrán aflicción de la carne, y yo os la quisiera evitar. Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen”

      1ª Corintios 7:25-29

      El apóstol expone aquí tres razones que ensalzan el celibato sobre el matrimonio:

      Una, la necesidad que apremia sexualmente tanto al hombre como a la mujer (versículo 26).

      Dos, la brevedad del tiempo que permanecemos en la tierra (versículo 29).

      Tres, considera el celibato más ventajoso para la dedicación al reino del espíritu (versículo 29).

      En los siguientes versículos establece las exigencias que existen entre el casado y el célibe. Según su pensamiento el corazón tiene que atender a dos señores que reclaman su servicio:

      “Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero tiene cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor; pero el casado tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer. Hay asimismo diferencia entre la casada y la doncella. La doncella tiene cuidado de las cosas del Señor, para ser santa así en cuerpo como en espíritu; pero la casada tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido. Esto lo digo para vuestro provecho; no para tenderos lazo, sino para lo honesto y decente, y para que sin impedimento os acerquéis al Señor”

      1ª Corintios 7:32-35

      He aquí tres opiniones profanas sobre el celibato:

      Horacio. Poeta latino, primer siglo antes de Jesucristo:

      “No hay cosa más excelente ni nada

      mejor que la vida de célibe”.

      Samuel Johnson, escritor inglés, siglo XVIII:

      “El matrimonio tiene muchos sinsabores,

      pero el celibato no goza de ningún placer”.

      Honorato de Balzac, novelista francés, siglo XIX:

      “El celibato tiene el defecto capital de que, poniendo todas las cualidades del hombre al servicio de una sola pasión, el egoísmo, hace a los solterones inútiles y nocivos”.

      Capítulo IV

      Circuncisión

      La circuncisión es una intervención quirúrgica que consiste en la extirpación del prepucio del niño. Judíos y musulmanes la practican en obediencia al Antiguo Testamento y al Corán. El historiador griego Heródoto, del siglo V antes de Jesucristo, dice que los egipcios practicaban la circuncisión por razones higiénicas, aunque con el tiempo pudo adquirir carácter religioso. Otros habitantes de África y del occidente cristiano se someten a la circuncisión para acrecentar el placer sexual. Este animal llamado hombre no tiene freno ni tiene remedio. Ha conseguido silenciar la lengua, tranquilizar el corazón, pero desde Adán a nuestros días no ha logrado apartar el sexo de la mente ni del deseo.

      1. Origen bíblico de la circuncisión

      El origen bíblico de la circuncisión se encuentra en el capítulo 17 del Génesis:

      “Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera”

      Génesis 17:1-2

      Este pacto, estable, universal y perpetuo conlleva un signo material y externo: la circuncisión:

      “Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros”

      Génesis 17:10-11

      La circuncisión debía efectuarse ocho días después del nacimiento del niño:

      “Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje”

      Génesis 17:12

      También los que carnalmente no descendieran de Abraham debían ser circuncidados. Omitir la circuncisión llevaba consigo el rompimiento del pacto y la exclusión religiosa del pueblo:

      “Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto”

      Génesis 17:13-14

      En el umbral de la tierra prometida Jehová ordena a Josué que lleve a cabo una circuncisión nacional. Para conocimiento de las generaciones futuras el propio Jehová explica al sucesor de Moisés los motivos de esta aparente extraña orden:

      “En aquel tiempo Jehová dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel. Y Josué se hizo cuchillos afilados, y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot. Esta es la causa por la cual Josué los circuncidó: Todo el pueblo que había salido de Egipto, los varones, todos los hombres de guerra, habían muerto en el desierto, por el camino, después que salieron de Egipto. Pues todos los del pueblo que habían salido, estaban circuncidados; mas todo el pueblo que había nacido en el desierto, por el camino, después que hubieron salido de Egipto, no estaba circuncidado”

      Josué 5:2-5

      2. Una trampa fallida

      El autor bíblico de los dos libros que llevan el título de Samuel da cuenta de una malvada propuesta del rey Saúl. Este primer rey de Israel envidiaba al joven David y estaba celoso de su popularidad. Le tendió una trampa. Prometió darle su hija Mical como esposa a cambio de que matara a cien filisteos y les cortara el prepucio. Con esta disparatada condición esperaba que David muriera en guerra contra los filisteos.

      “Y Saúl dijo: Decid así a David: El rey no desea la dote, sino cien prepucios de filisteos, para que sea tomada venganza de los enemigos del rey. Pero Saúl pensaba hacer caer a David en manos de los filisteos”

      1º Samuel 18:25

      La maquinación no dio resultado. David triunfó y cumplió con el doble de lo exigido.

      “Se


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