Durará este encierro. Группа авторов
virtud de lo cual queda suspendido el transporte internacional de pasajeros por medio terrestre, aéreo, marítimo y fluvial. El transporte de carga y mercancía no se encuentra comprendido en ello», afirmó Vizcarra.
El mandatario remarcó que estas medidas, que incluye el aislamiento social obligatorio, son necesarias para evitar la propagación del coronavirus, ya que, hasta el momento, hay 71 casos confirmados.
«La adopción de estas medidas no significa que dejarán de aumentar los casos de afectados, pero tenemos que tomar la decisión para que en este periodo de 15 días comiencen a disminuir los casos. Si no tomamos esas medidas, el ascenso sería constante y permanente», señaló el mandatario.
En una esquina asoma un tilo
Irma del Águila
La Plata y Lima
Un tilo levanta su frondosa armadura sobre la cervecería que abre en la esquina de la calle 54 con 5. Extiende su sombra protectora sobre la cornisa del edificio, se despliega como un parasol en el tórrido verano.
Misterio, unas horas después: cuando se vuelve a mirar el tilo de la calle 54, la impresión que arroja es distinta. Esas ramas ya no cobijan. Antes bien, parecen recostarse sobre la cornisa, que felizmente cuenta con la solidez de sus vigas para aguantar el cuerpo vegetal. La distancia que hay entre una y otra percepción del paisaje da pie a calibrar cuán equívoco puede llegar a ser el contacto entre los cuerpos.
El perfume del tilo sí que es nítido, florido. No hay platense que no haya sentido el delicado perfume de los viejos tilos, traídos desde tierras prusianas en el siglo XIX. O escuchado comentar, o al menos leído sobre él.
Esas ramas, con sus ásperos nudos y sus hojas, han invadido la fachada del establecimiento, cubren todo, incluso el cartel que el goteo constante de las hojas inundadas de lluvia ha manchado de barro y óxido. Han sido gotas pacientes y destructivas. En la copa del árbol anidan los pájaros grises y las ardillas transeúntes. Y la luz escamoteada a las personas que circulan por la acera.
El tronco sólido se asienta en el metro cuadrado de tierra que se abrió en la acera en su momento, con fines paisajísticos. Pero no le basta, sus raíces se extienden por el subsuelo en busca de nutrientes. De resultas del esfuerzo centenario por la subsistencia, las raíces, que pujan, desprenden ladrillos, y entre las grietas asoman más raíces y terrones.
Un par de amigos se da el encuentro en la esquina de la cervecería. Dos amigos que se saludan con un beso en la mejilla y sonríen animados y con aire de complicidad. El beso es también una despedida, porque saben que habrá restricciones al contacto entre seres humanos, pronto, con el inicio de la cuarentena.
Saben bien que ningún contacto es inocuo.
Decreto Supremo que precisa el Decreto Supremo N.° 044-2020-PCM, que declara el Estado de Emergencia Nacional, por las graves circunstancias que afectan la vida de la Nación a consecuencia del brote del COVID-19
Decreto Supremo N.° 046-2020-PCM
Artículo 4.- Limitación al ejercicio del derecho a la libertad de tránsito de las personas
4.2 Se dispone la inmovilización social obligatoria de todas las personas en sus domicilios desde las 20.00 horas hasta las 05.00 horas del día siguiente, excepto del personal estrictamente necesario que participa en la prestación de los servicios de abastecimiento de alimentos, salud, medicinas, la continuidad de los servicios de agua, saneamiento, energía eléctrica, gas, combustibles, telecomunicaciones, limpieza y recojo de residuos sólidos, servicios funerarios, y transporte de carga y mercancías y actividades conexas, según lo estipulado por el Ministerio de Transporte y Comunicaciones.
Perú reporta su primera muerte por covid-19: un hombre de 78 años que padecía hipertensión
Las autoridades de Perú reportaron este jueves la primera muerte de un paciente diagnosticado con covid-19, la enfermedad que provoca el nuevo coronavirus.
El Ministerio de Salud reportó que se trata de un hombre de 78 años que padecía hipertensión arterial.
El paciente había sido ingresado en el Hospital de la Fuerza Aérea con insuficiencia respiratoria severa el pasado martes.
Este jueves, Perú, que pasa de los 230 casos confirmados, cumplió su cuarto día en estado de emergencia con restricción de circulación de personas.
Hasta este jueves 19 de marzo, en el mundo había más de 242.000 casos confirmados del nuevo coronavirus con más de 9.800 muertos.
Día #5
Alessandra Tenorio Carranza
Lima
«Abrazos fuertes». Lo he escrito como diez veces. Incluso lo acabo de decir en voz alta en una llamada grupal con mis amigos de la universidad. Son las 00:32 del quinto día del coronavirus. Estoy encerrada en mi casa como casi todo el Perú, toda Francia, toda Italia, toda España…
El mundo está parado. No se sabe cuándo podremos acercarnos a menos de un metro de distancia y sin mascarilla.
El mundo está parado y yo, estúpidamente, solo puedo respirar hondo y escribir «Abrazos fuertes». En realidad, yo también necesito uno ahorita. Estoy nerviosa. Quizá porque en uno de mis chats grupales empezaron a hablar de los muertos, a detallar sus edades, sus ubicaciones. Quizá porque un amigo se salió del chat; no soportó que pusiéramos noticias sobre la pandemia. Quizá he empezado a perder la calma porque mi papá (diabético, hipertenso) es mucho mayor que todos los que murieron hoy.
Desde que empezó el encierro tengo un insomnio que no me deja dormir hasta por lo menos las 3 de la mañana. Mi esposo se acuesta temprano. Hace un rato me ha dado un beso (burlando el distanciamiento social) y se ha ido a dormir. No quiero despertarlo y tirarle toda mi ansiedad encima, porque dos ansiosos en 93 metros cuadrados es mucho más de lo que podría soportar.
Quisiera abrir la ventana, pero he estado congestionada y tengo miedo de que el aire frío del primer día del otoño me congestione nuevamente. Entonces volveré a angustiarme pensando en que tengo el virus maldito que ha parado el mundo.
Ya casi me parece una broma de mal gusto que hace dos semanas, incrédulos, E y yo nos pusiéramos a ver Contagion mientras tomábamos unas cervezas, y que una semana después, precavidos, fuéramos a comprar al mercado porque se venía voceando el encierro. Y ahora estamos los dos cagados de miedo, cada uno en su cuarentena casera. También me resulta un desafío innecesario que, mientras íbamos en familia a hacer las compras, les haya puesto una cumbia sobre el virus y que la cantara a voz en cuello risueña y despreocupada. Ahora cada uno está en su casa —mi hermano, mis padres y yo—, y no me quedan ganas de cantar nada, mucho menos esa cumbia.
Aún faltan diez días. La regla me ha venido hoy; la mitad de lo que falta tendré dolores y sensibilidades desbordadas.
No sé si soportaré las noticias, los comentarios, las redes; estar lejos de mis padres, de mis amigos, de mi familia. No sé si podré cocinar… No sé si tenga que salir a comprar víveres. No sé si el virus me encuentre en la calle. Solo sé que ahora tengo miedo e incertidumbre. Solo puedo pensar que cuando haya pasado todo esto (¿cuándo será?), el recuerdo de los estados que voy poniendo día a día en mi Facebook quedará para la anécdota. Ojalá así sea.
En el epicentro pandémico
Claudia Salazar Jiménez
Nueva York
New York pandémica, noche de sábado previa al confinamiento obligatorio. Las grandes