Durará este encierro. Группа авторов
muy jóvenes, afroamericanos alegres y vigorosos, como si cortaran el silencio de la ciudad. En una esquina donde funcionaba un bar, veo que un vagabundo ha llenado la fachada con restos de flores y tallos secos de los negocios cercanos. ¿Qué pretende hacer? Parece un altar. Ha puesto una foto en la puerta del local, rodeada de más flores. Hay un patrullero frente al bar. Bajan dos policías y hablan con el insólito decorador. Antes de escuchar lo que dicen, noto un movimiento al otro lado de la calle. Es una figura delgada, con un terno que le queda grande y le da un aire de cuadro de El Greco. Alargadamente, este hombre camina cojeando del lado derecho, con un ritmo casi de zombi. Pienso en «Thriller» de Michael Jackson… Los policías le dicen al decorador que no puede seguir poniendo tanta basura frente al bar (está cerrado y no creo que a nadie le importe). El delirante decorador no los escucha y persiste en su dedicada tarea. Aún me faltan un par de calles.
Muchos negocios han cerrado, pero las farmacias, delis y supermercados aún se mantienen iluminados. Varios de sus anaqueles, vacíos.
Sensación de estar en una película apocalíptica cuyo guion está comenzando a escribirse.
1984 is here [y es real]
Claudia Cisneros
Athens, Ohio
¡emergencia!
si me quieres, aléjate
¡emergencia!
no me toques
no te acerques
no me beses
emergencia de distancias
matrix
desequilibrio mortal
¡alerta!
un polizonte
en el sagrado cuerpo
penetra células
se replica ad infinitum
espejo contra espejo
en invisibles gotas
viajan
y se disparan
como municiones
¡emergencia!
es necesario separarnos
para permanecer unidos
¡vivos!
6 metros de distancia
¡no me toques!
120 nanómetros
el diámetro
del polizonte mortal
3 % mortandad promedio
esto es real
2020
año pandémico
es surreal
120 nanómetros
de diámetro mortal
diámetro invisible
contra diámetro terrestre: stop!
¡alerta!
¡alarma!
¡emergencia!
en Athens no se ha detenido la primavera
florecen los brotes del árbol blanco en mi balcón
la vida continúa en otros reinos de la Tierra
ajenos a nuestros ajetreos
a nuestros resoplidos
a nuestras máscaras quirúrgicas
a nuestro arranche de papel higiénico
a nuestro gel para las manos
¡alerta
alarma
emergencia!
somos vida
que se autoinflige
desgracia y muerte
¡alerta
alarma
emergencia!
un día tarde nos dimos muy cuenta
de que no hay suficientes respiradores
de que no suficiente querer
de que somos frágiles
decadentes
de que hay cuarentenas y cuarentenas
algunas alacenas llenas
en otras solo cabe familia
un día tarde nos dimos muy cuenta
de la insoportable fragilidad del ser
un día
reducidos
a fuerza de cuarentena
nos dimos muy cuenta
de nuestro minúsculo poder
sobre este mundo
que osamos devastar
minúsculos nosotros
minúsculo el de la corona
letales como él
hoy
alerta
alarma
emergencia
ayer
devastadores
devastados
hoy
Gruñido
Susanne Noltenius
Lima
Es el final de otro día encerrada. Leyó el post en Facebook hace un momento y algo la sacudió. Buscaba una distracción momentánea, una pausa hasta recibir el aviso del banco con la aprobación de la línea de emergencia que cubra sueldos de 238 trabajadores este mes. Entonces leyó el post. Se ha puesto de pie y ha salido al balcón del departamento. Por encima de los árboles del parque y entre los edificios vecinos, asoma inminente la puesta del sol. Las nubes densas y percudidas lo esconden, pero entre ellas se cuelan haces de luz, como trazos de lo que está oculto.
Va a la cocina donde Mateo ensaya pataditas con una pequeña pelota de goma poh, poh, poh. Intercambian las frases de siempre —¿qué tal?, ¿todo bien?—, frases que ya eran muletas antes del encierro. Nota las piernas de su hijo cubiertas de pelos. ¿En qué momento ocurrió la metamorfosis? Talvez en enero, cuando ella viajó diez días con Simón. Talvez en las últimas semanas, cuando los pedidos de clientes en Europa se frenaron de golpe y ella trabajó más de lo habitual. Coloca tres cubos de hielo en un vaso. Añade pisco y el resto de la botella de Schweppes. Agita la mezcla dos veces y regresa al balcón.
Han decidido casarse este año. Ella le advirtió que no abandonaría el hábito de levantarse a las cinco de la mañana para correr y él accedió. Le dijo, además, que admiraba su disciplina. A ella le gustó la idea de una figura masculina en casa. Aceptó ceder espacio por el bien de Mateo. ¿Decidió por ella también? El sol aparece bajo las nubes, una emersión inversa, de cabeza, encendida como una bengala. Simón llegó hace poco de España y cumple el aislamiento en soledad. Mirar su muro en Facebook es una forma de estar con él.
No le gustan las redes. La sorprende la ligereza de las publicaciones, el intercambio selectivo y calculado de likes, el exhibicionismo, la cultura del Me Gusta, pero es un canal inevitable para promocionar la imagen del negocio. Durante la cuarentena, mientras añora la libertad de correr en la calle, la han desconcertado los gruñidos anticapitalistas y antirunners. La excusa del virus para erigirse como paladines del civismo, estirar el índice —o la cámara del celular— y desvestir antipatías más profundas. La