Kino en California. Carlos Lazcano Sahagún

Kino en California - Carlos Lazcano Sahagún


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de agua manantial, y aunque ciento y cincuenta indios [guaicura], de arco y flecha, nos la quisieron embarazar, facilitó el remedio de nuestra necesidad darles a entender íbamos a pelear contra sus enemigos los coras, que estaban a la parte del poniente, a que los convidamos no nos quisieran seguir, pero logramos reconocer tres leguas más la tierra adentro. (48)

      De la cuarta entrada nada dicen las crónicas, solo que se efectuó y que no fue la más larga ni la más fructífera.

      La evangelización

      Como ya lo mencionamos, el objetivo más importante de esta expedición era iniciar la evangelización de los grupos indígenas de la Antigua California. Para esto, los jesuitas habían nombrado al padre Kino como superior de este proyecto misional.

      Kino apenas había llegado a la Nueva España en 1681, y aunque su sueño era ser misionero en China, sus superiores lo embarcaron en la expedición de Atondo para que fuera misionero en California. Así, Kino se inició como misionero en la Antigua California, y no solo eso, Kino fue el primer misionero de las Californias.

      Cuando Kino llegó a California ya sabía de los métodos que empleaban los jesuitas en su labor de misioneros de frontera, por eso en los barcos se traía gran cantidad de ropa, abalorios y dijes, y cosas que en indios son poderosos atractivos para ganarlos para Dios y para el rey. Igualmente, con el fin de aprender la lengua de los nativos, Kino traía consigo un pequeño vocabulario que anteriormente habían preparado los padres Jacinto Cortés y Andrés Báez durante las entradas de Cestín de Cañas y Porter y Casante a California en 1642 y 1648. Sin embargo, este documento no les sirvió de nada, ya que al parecer se trataba de otra de las lenguas guaicuras que se hablaban en la bahía de La Paz, diferente a las que Kino conoció.

      Durante los primeros días de la expedición, nadie logró ver algún indígena, lo que tenía consternados a los misioneros. Sabían que por ahí andaban, ya que había numerosas huellas de su presencia. Con el fin de atraerlos y para ver si había indios escondidos en la espesura del monte, dejaron algunas cosillas de comer, como maíz, bizcocho y cuentas y se volvieron, sin embargo el intento resultó infructuoso ya que los guaicura no se dieron por enterados.

      El obsequio de alimentos era una de las maneras más eficaces de atraer a los indios, y esto les funcionó para finalmente tener contacto con el primer grupo que se les acercó cuando estaban construyendo el fuerte. Este grupo, compuesto por 35 guaicuras llegó exigiéndole a los españoles se fueran de sus tierras. Atondo intentó sin éxito tranquilizarlos. Quien si lo logró fueron Kino y Goñi, quienes vencieron el recelo acercándose sin desconfianza, y sin armas desde luego, obsequiando comida y abalorios a los indios. Unieron a esto palabras suaves y conciliadoras y con ello los tranquilizaron y consiguieron que dejaran sus armas y comieran de lo que les invitaban.

      Pasados dos días regresó un grupo más grande, y según nos dice Kino, todos de paz y con muestras de muchísima amistad y llaneza. El misionero les mostró un Cristo crucificado y la imagen de la Virgen de Guadalupe, de quienes los guaicura no sabían nada. También les enseñó a hacer la señal de la cruz. Fueron estos los primeros pasos que dio Kino en la evangelización de los guaicura.

      En los siguientes días los indios siguieron visitando el campamento y los misioneros vencieron buena parte de los recelos de los guaicuras, no todos, ya que no llevaban a sus hijos y esposas, pero si fue suficiente para iniciar el aprendizaje de la lengua con la elaboración de un vocabulario. Para los jesuitas el aprendizaje de las lenguas nativas siempre fue parte esencial de su metodología evangelizadora.

      A los regalos que Kino y Goñi daban a los guaicura, maíz, coscates, cintas, listoncitos, navajitas, cuentas de


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