Relatos de vida, conceptos de nación. Raúl Moreno Almendral

Relatos de vida, conceptos de nación - Raúl Moreno Almendral


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desde una comprensión de las naciones no como meras «construcciones», «invenciones» o «comunidades imaginadas», sino, en términos de Anthony Smith, «comunidades inmemoriales o evolutivas que hunden sus raíces en una larga historia de vínculos y cultura compartida». Morales sostenía que no podía «excluirse a priori la existencia de naciones premodernas, no soberanas».1

      El panorama ha cambiado mucho en los últimos años y no solo a partir de una acumulación empírica de trabajos incrementada exponencialmente. El autor de este libro, Raúl Moreno Almendral (2018b), ha hablado en alguna ocasión de las diferentes generaciones académicas que han conformado el ya muy considerable corpus de estudios españoles sobre la materia: la que lo introdujo hacia los años ochenta del siglo pasado, educada en los sesenta y setenta; la de los formados en los ochenta, que en gran parte llegaron a los estudios sobre nacionalismo desde otros temas; la de los años noventa y primeros dos mil, que por lo general ya hizo sus tesis en estudios sobre nacionalismo, y la perteneciente plenamente al siglo XXI. Cada una de ellas ha actuado en contextos diferentes, se ha planteado problemas distintos y ha ofrecido respuestas propias a dichos interrogantes. La más joven de esas generaciones, a la que Moreno Almendral pertenece, ha heredado –y vuelvo a utilizar sus palabras– «la ventaja y el desafío de un campo ya labrado». Pero quizá haya hecho más que eso: superando aquellas deficiencias indicadas más arriba, creo que puede afirmarse que ha conseguido por fin la institucionalización definitiva de un ámbito de estudios que hoy ya presenta perfiles muy similares al de otras historiografías.

      El libro que prologamos tiene su origen en una tesis doctoral impensable en su planteamiento y resolución en otros tiempos, significativa de la maduración de esta tradición historiográfica y homologable a las más ambiciosas que hayan podido plantearse en otras comunidades académicas. No es un trabajo de historia de España, aunque se ocupe parcialmente de España, ni al ampliar su mirada a otros contextos territoriales (Reino Unido, Francia, Portugal) está intentando responder exclusiva o preferentemente a interrogantes surgidos de la historia de España; por el contrario, se trata propiamente de un trabajo de historia comparada, de esos que hace años se reclamaban como indispensables en nuestra historiografía. Por otro lado, es una investigación que centra su atención en uno de los elementos y etapas claves de toda la reflexión académica sobre los nacionalismos: el problema de la relación entre los conceptos de nación moderna y premoderna, en el decisivo momento bisagra de la «era de las revoluciones», entre finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. Este tema majeur se aborda aquí con las herramientas teóricas y metodológicas que se han ido imponiendo en su generación, las que en este momento están demostrando ser más fructíferas: las surgidas del «giro hacia el individuo», las del estudio de los lenguajes y las experiencias de nación, que arranca de la consideración de las naciones no como algo que «es», sino no como algo «que pasa» u «ocurre», es decir, como «fenómenos» sociales que dependen de las experiencias, percepciones y prácticas de los individuos que las conforman en cada momento. Este enfoque –ocioso es decirlo– sintoniza con las corrientes historiográficas más interesadas en dar cuenta de la «experiencia humana», lo que hace inevitable el recurso a fuentes que constituyan «relatos de vida», formas de discurso autobiográfico en las que los individuos consignan sus trayectorias vitales.

      Pero toda investigación se justifica por sus resultados y los que esta ha obtenido son, me atrevo a afirmarlo abiertamente, de gran relevancia. A partir tanto de la literatura disponible como de las fuentes estudiadas (un impresionante corpus documental procedente de los cuatro grandes ámbitos territoriales considerados en la investigación), Moreno Almendral sostiene que en aquel tiempo convivieron cinco conceptos distintos de nación: el «genético» (en su acepción genealógica de relativo a la génesis u origen de las cosas, es decir, entendido como lugar o estirpe de nacimiento, un concepto de origen muy antiguo), el «etnotípico no politizado» (que parte de lo anterior y lo supera para vincularse fundamentalmente a la existencia de un carácter atribuible a la nación en su conjunto), el «etnotípico politizado» (que suma a la idea de los caracteres nacionales una idea de comunidad política formada por el rey y las corporaciones del reino), el «liberal» (que sostiene el principio de soberanía nacional, inicialmente entendido en términos revolucionarios) y el «romántico» (que ya en el siglo XIX convierte el carácter nacional en un espíritu metafísico particular y superador de cualquier voluntad general que identificaría personas y territorios). Estamos desde luego ante una tipología de mucha mayor carga analítica que la vieja dicotomía entre nación premoderna y nación moderna. Y, en particular, al demostrar la extensión de usos politizados de la idea de nación anteriores a la aparición del nacionalismo liberal revolucionario, así como su pervivencia posterior, nos encontramos ante una impugnación abierta de propuestas ortodoxamente modernistas que siguen contando entre nosotros con apasionados seguidores.

      Prologar este libro, fruto de una investigación apasionante que tuve el honor de dirigir y el placer de acompañar en su desarrollo, constituye un comprensible motivo de orgullo para quien firma estas líneas. Y al felicitar calurosamente a su autor no puedo dejar de felicitarme a mí mismo y a una comunidad académica capaz de generar obras de este nivel de excelencia.

      Mariano Esteban de Vega Universidad de Salamanca

      1 En versión más extensa, Morales Moya (2013).

      INTRODUCCIÓN

      La capacidad de la idea de nación para moldear la comprensión del mundo de tantos seres humanos en circunstancias tan diferentes y formas tan diversas aún sigue fascinando a los especialistas. Como tema de investigación, también lo hace su capacidad para interactuar con otros asuntos y justificar nuevos estudios, a pesar de la enorme cantidad de publicaciones producidas en las últimas décadas.

      Esto es algo particularmente visible para cualquier historiador formado en España y que por lo tanto esté al corriente del estado de una historiografía influida por la preocupación por la «anormalidad» de la trayectoria histórica del país. En el caso del nacionalismo, la tesis de la débil nacionalización española, la crítica al concepto de «Guerra de la Independencia» y la afirmación categórica de que no hay identidad nacional antes de ese momento fueron ideas que marcaron mi primera aproximación a este tema y a la vez sirvieron de base a una insatisfacción intelectual. Esta condujo a un interés por el periodo estudiado, así como una fascinación por su a veces poco reconocida complejidad interna y el peso específico de sus problemas en épocas posteriores.

      Volviendo a la supuesta singularidad española, con frecuencia se insistía en la necesidad de comparar, de conocer otros casos desde la investigación para poder valorar adecuadamente la experiencia española en contexto (Townson, 2010), pero sistemáticamente se seguía haciendo historia de España; cierto es que ya mejor conectada con los estándares y las corrientes de las historiografías más punteras, hasta el punto de la equiparación efectiva en algunos casos. Sin embargo, en muchos otros, «España» sigue siendo el sujeto colectivo, y la atención hacia realidades «externas» se hace en virtud de sus conexiones con ella.

      Irónicamente, esto no es ninguna singularidad de la historiografía española, pero lo que en los historiadores dedicados a Francia, Estados Unidos o Inglaterra apenas genera problemas, en España se sufre como una prueba de excepcionalidad negativa. La historia como relato nacional puede haber caído en desgracia en la historiografía occidental, o al menos eso es lo que se proclama en público. Sin embargo, la nacionalización de los instrumentos analíticos del historiador es un problema que todavía no hemos logrado resolver del todo. En realidad, y salvo los departamentos de historia de América, el interés genuino dentro de la Universidad española por conocer «otras historias» es todavía infrecuente.

      Consecuentemente, el trabajo que aquí se presenta no es exclusivamente una investigación sobre historia de España y, más en concreto, sobre historia de la identidad nacional española y del proceso de construcción nacional español. Cuando comenzó a finales de 2014 con el propósito de integrarse en la discusión sobre las problemáticas señaladas, una de las partes más claras del diseño era su carácter comparativo, y esto implicaba considerar el caso español como uno más, no partir de un «problema español» y espigar


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