Relatos de vida, conceptos de nación. Raúl Moreno Almendral
en la que el caso español es una experiencia relevante, pero analizado en igualdad de condiciones con los del Reino Unido, Francia y Portugal.
Dadas la importancia del debate sobre los orígenes del nacionalismo contemporáneo y la mencionada insatisfacción ante sus respuestas, el planteamiento general de la investigación se compuso a través de una combinación de la historiografía existente y la literatura teórica sobre naciones y nacionalismo. Pronto se perfiló la realización de un estudio de lenguajes y experiencias de nación, según los había definido Ferran Archilés (2013), en el marco de los procesos de las revoluciones liberales y las reacciones que estas desataron a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Posteriormente se desarrolló una metodología caracterizada por la voluntad de hacer una historia sintonizada con esas corrientes historiográficas interesadas en dar cuenta de la «experiencia humana», en un tema donde la clave es precisamente esa; una historia que, por debajo de la documentación oficial y administrativa, de los ensayos de teoría política y de la prensa, consiguiera abordar de forma mucho más directa y personal cómo hombres y mujeres de carne y hueso vivieron su nación (o no) en un pasado tan lejano y tan cercano a la vez.
Para ello, las fuentes de esta investigación son «relatos de vida»,1 diversas formas de discurso autobiográfico en el que los individuos consignan sus trayectorias vitales. Estas proporcionan al historiador de las identidades un material particularmente fértil para su propósito, a la par que poco explorado hasta la fecha. Creemos que dichas fuentes no solo permiten observar cómo los grandes problemas ya señalados por la historiografía funcionan a una escala micro, a veces completamente circunscrita al ámbito privado, también pueden revelar nuevas dimensiones, cuestionar modelos asentados y redefinir los problemas generales.
De esta forma, el trabajo tiene un interés específico por la historia de la era de las revoluciones como momento bisagra, pero a la vez se ve interpelado por la repetida llamada a la innovación teórico-metodológica en el campo de los estudios sobre nación y nacionalismo. En cierto modo, toda su construcción ha estado dominada por el espíritu de que la propuesta resultara objeto de reflexión útil a otros nationalism scholars en general y no solo a historiadores.
El libro se organiza en seis capítulos. En el primero exploro la situación actual en la historia de la construcción de naciones y me pregunto por una manera de abordar en una misma investigación dos problemas paralelos: por un lado, el de la modernidad y, por otro, el de la creación y reproducción. Adoptando un enfoque fenomenológico a través de los conceptos de «identidad», «experiencia» y «memoria», asumo que lo importante es reconstruir la historia de cómo la nación como concepto era empleada por los individuos de cada momento, o sea, una verdadera historia de las semánticas y los usos de la nación como categoría de práctica.2 Después trato las potencialidades y posibles complicaciones que tiene la utilización de un corpus de relatos de vida para llevar a cabo esa tarea, concreto los rasgos específicos de las ciento setenta narrativas utilizadas y c ontextualizo la era de las revoluciones como el momento histórico en el que fueron producidas. Finalmente, adelanto la propuesta teórico-conceptual que preside el trabajo, elaborada a partir de la literatura disponible y de las fuentes estudiadas. El objetivo de ofrecerla en este punto y no esperar al capítulo de comparaciones es facilitar al lector la valoración propia en la interpretación de las fuentes.
Los cuatro capítulos siguientes (del 2 al 5) conforman ese núcleo empírico. En ellos desarrollo cada uno de los casos dentro de sus particularidades y con sus preguntas específicas, utilizando una selección de materiales extraída del corpus. Dado que toda traducción es una interpretación y que los cinco idiomas de las fuentes aquí manejadas –inglés, francés, castellano, catalán y portugués– no resultan extraños al lector culto castellanoparlante, he optado por mantener las citas originales, sin perjuicio de aclaraciones puntuales y de algunos cambios cuando la mejora de la comprensión era sustancial. También he intentado mantener la extensión del trabajo en unos límites razonables. Este esfuerzo ha sido particularmente complejo en esos capítulos empíricos, pues la inclusión de todos los materiales del corpus probablemente habría triplicado el número de páginas que ocupan. Cada estudio de caso comienza con una breve introducción histórica particular y una consideración de la historiografía disponible en cada uno.
Respecto a los casos en sí, no cabe duda de su relevancia. La monarquía británica, la francesa, la hispánica y la portuguesa eran las más importantes de Europa occidental en la era de las revoluciones, con una dimensión transoceánica innegable en cada una de ellas. Junto con las Provincias Unidas de los Países Bajos, habían sido los principales poderes europeos en la primera fase de la globalización. En su carácter atlántico, fueron el epicentro de las primeras grandes revoluciones liberales y también, en algunos casos, de las primeras grandes contrarrevoluciones. Además, el interés de su consideración comparativa se ve justificado por otros elementos, como el nivel de interacción de los procesos desarrollados en los espacios que estas monarquías controlaban, las conexiones entre sus culturas y trayectorias institucionales, las migraciones y los intercambios de ideas, la participación e influencia mutua en los ciclos políticos particulares y la implicación conjunta en guerras y otras operaciones militares.
Es importante señalar que la organización de las unidades de la comparación en casos refleja las propias tendencias individuales de los sujetos y las estructuras políticas contemporáneas bajo las cuales vivían. Como se indica en otros lugares, no supone ningún apriorismo en la asignación de sentimientos o pensamientos, ni tampoco es un anacronismo contradictorio con la voluntad de desnacionalización de los marcos analíticos. En los casos en los que un sujeto no expresa ninguna identificación nacional o lo hace con una nación diferente a la hegemónica en el contexto en el que vive, se indica convenientemente.
El primer estudio de caso es el británico, correspondiente al segundo capítulo. En él se aborda la flexibilidad y fuerte presencia de los conceptos «nación» y «carácter nacional» ya en el siglo XVIII. Con ello se estudia la ambigüedad «inglés/británico», así como el papel de lo escocés, lo galés y lo irlandés. Se analiza también la reacción producida ante el advenimiento de la Revolución francesa y la conformación de una idea de superioridad civilizacional basada en las ideas de libertad y excepcionalidad política positiva.
El tercer capítulo trata el caso francés. Se estudia cómo la conciencia de superioridad de la «civilización francesa» existente en el siglo XVIII convivió con el universalismo liberal surgido en el periodo revolucionario. También se trata el efecto de la vivencia de la «patria en peligro», el papel del Imperio Napoleónico, y el de las resistencias a las transformaciones revolucionarias, donde se pusieron de manifiesto formas alternativas de nación francesa.
El cuarto capítulo está dedicado al mundo hispánico. En él se tratan los usos de «nación española» antes de 1808, el papel de la guerra de 1808-1814, las líneas de fractura territorializadas bajo una misma españolidad común (donde se presta especial atención a narrativas de catalanes) y la cuestión americana como parte inicialmente integrante del proceso de construcción nacional español.
En quinto lugar, se estudia el caso portugués, condicionado por su peculiar historia política de revolución y contrarrevolución. Se exploran los usos de las ideas de «reino» y «restauración» así como el lugar asignado a Brasil dentro del imaginario nacional portugués. Como en el caso de los hispanoamericanos, se utilizan relatos producidos a uno y otro lado del Atlántico.
El capítulo sexto es un ejercicio de comparación que desarrolla lo ya avanzado en el primero y amplía otras cuestiones. Apoyado en las singularidades detalladas en cada uno de los estudios anteriores, privilegia las similitudes y los patrones comunes. El objetivo es responder a las preocupaciones planteadas en el primer capítulo de una manera más holística y efectiva. De esta forma, desarrolla el interés por la historia conceptual en términos más abstractos y completa la formulación del modelo teórico; también pone en valor el papel esencial del conflicto político como motor de la construcción nacional y considera los conceptos de nacionalización y transnacionalidad desde la evidencia empírica de los relatos personales.
Confío en que las limitaciones que toda investigación tiene resulten en este caso posibles vías de profundización