Adónde nos llevará la generación "millennial". Barbara J. Risman

Adónde nos llevará la generación


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arquetipos generacionales. Cada tipo generacional comparte un conjunto de rasgos distintivos de actitud y comportamiento: idealista, reactivo (al idealismo de sus progenitores), cívico (que quiere cambiar el mundo a través de la participación política) y adaptativo (que tiende a la conformidad). La teoría se basa implícitamente en una noción freudiana sobre las niñas y los niños que afirma que estas y estos se convierten en personas adultas reaccionando de manera predecible a los patrones de crianza de sus familias. Según Strauss y Howe, estas generaciones experimentan ciclos cada 80 años, cuatro arquetipos con 20 años por generación. Winograd y Hais aplican este esquema a la generación millennial. Si los y las baby boomers fueron una generación idealista, entonces la generación anterior a la baby boom dio a luz a la generación X, que es «reactiva» y cuya respuesta ante la situación de ser criados/as por familias liberales del laissez faire fue volverse individualistas, alienadas y pragmáticas. Los hijos e hijas de los y las baby boomers más jóvenes, y los hijos e hijas de la generación X son la generación millennial, y serán, según esta teoría, de mentalidad cívica, «centrados en revitalizar las instituciones de la nación y lidiar con los problemas de largo alcance que se derivan del periodo idealista que ahora está abandonando la escena» (p. 25).

      Winograd y Hais argumentan que, dado su lugar en este drama generacional, la generación millennial confiará en la capacidad del Gobierno para ayudar a diseñar un mundo mejor. En el trabajo se citan datos que sugieren que la generación millennial consume menos drogas que sus padres y madres y tiene menos embarazos no planificados y menos abortos. Son «idealistas pragmáticos» que aprueban mucho más los derechos civiles en cuestiones de raza, género y sexualidad que las generaciones anteriores. La mayoría de la generación millennial (92 %) no pone ninguna objeción a tener citas interraciales y casi la mitad apoya la discriminación positiva. En este sentido, es la generación del vive y deja vivir. Y, sin embargo, al haber experimentado el mercado laboral propio de la Gran Recesión, buscan ayuda en el Gobierno. Casi dos tercios están de acuerdo en que este debería garantizar a todas las personas un techo y comida para alimentarse. Los datos que proporcionan la evidencia para este razonamiento provienen de encuestas representativas a nivel nacional.

      En tanto que proviene de la politología, el enfoque de Winograd y Hais (2011) se centra en la política. Citan el entusiasmo de la generación millennial por la presidencia de Obama en 2008 para apoyar su argumento sobre la mentalidad cívica de esta generación. Si bien la candidatura presidencial de Bernie Sanders llegó mucho después de la publicación de su libro, el entusiasmo de la generación millennial por esta hubiera sido utilizado por estos autores, sin duda, para respaldar su hipótesis. En la carrera presidencial de 2016, más del 80 % de la generación millennial apoyó al senador Bernie Sanders en el caucus demócrata de Iowa, y así fue durante la campaña de las primarias demócratas de 2016. La generación millennial, al menos las personas blancas, tanto mujeres como hombres, votaron abrumadoramente por Sanders ante la primera mujer que conseguía una candidatura importante para la presidencia. A la generación millennial le entusiasmó un hombre que se declaraba socialista y que apoyaba la matrícula gratuita para todo el estudiantado, lo cual evidencia el argumento de que las personas adultas emergentes de hoy respaldan la acción gubernamental para resolver problemas sociales. Sin embargo, eligieron al hombre de izquierdas frente a la mujer feminista, lo que puede indicar que sus políticas de género no son tan progresistas o no lo son de una forma tan destacada como lo son otros valores. Utilizando datos de encuestas a pie de urna (Edison Research National Exit Poll) de las elecciones presidenciales de 2016, Kawashima-Ginsberg (2017) muestra que la generación millennial constituyó el grupo de edad con más probabilidades de apoyar a la candidata demócrata Hillary Clinton, pero votaron por ella menos de lo que lo hicieron por Obama en cualquiera de las dos elecciones presidenciales más recientes. Aquí también identificamos una fragmentación entre la generación millennial, ya que dos tercios de todas las personas no blancas votaron por Clinton, pero solo lo hicieron la mitad de las mujeres blancas y un tercio de los hombres blancos. Los hombres blancos sin educación universitaria eran más proclives a votar por Trump; como grupo, en 2016, tenían más probabilidades de votar que nunca antes en el pasado, mientras que otros y otras millennials votaron menos que en el pasado. Una vez más, debemos mostrar cautela al suponer que toda la generación millennial está cortada por el mismo patrón.

      Winograd y Hais citan el creciente éxito educativo de las mujeres y las brechas salariales de género en la población estadounidense más joven para predecir que tanto las mujeres como los hombres de esta generación demandarán un mayor equilibrio entre la vida y el trabajo conforme vayan envejeciendo, y sin embargo, señalan la autosuficiencia de la generación millennial, que apuesta por las iniciativas individuales (así como por los programas gubernamentales) como medidas necesarias para resolver los problemas, lo que derivó en el lema «piensa globalmente, actúa localmente». Estos autores sugieren que la millennial es una «generación criada en unas tecnologías que permiten personalizar cada opción y […] no se trata de adoptar programas que ofrezcan una solución única». Desde esta perspectiva, es individualista al creer que su responsabilidad cívica consiste en aportar soluciones creativas y personalizadas a los problemas sociales, así como en trabajar con el Gobierno para lograr cambios. Son la «próxima gran generación».

      Según la socióloga Ruth Milkman, la millennial es una nueva generación política, aunque no defiende su excepcionalidad. Se basa en la teoría de la generación de Mannheim (1927) para sugerir que la millennial constituye una nueva generación política con experiencia compartida que la distingue de las anteriores. Las experiencias que esta autora sugiere que dan forma a su actividad política implican ser nativos digitales con más educación que las generaciones anteriores, pero que se enfrentan a la precariedad en el mercado laboral. La generación millennial también se ha criado en un mundo presumiblemente preocupado por la igualdad de género y racial, y aun así se topa con la discriminación. Milkman argumenta que este conjunto de experiencias ha llevado a una generación a asumir la interseccionalidad en sus movimientos sociales. En los años transcurridos desde 2008, la generación millennial ha liderado movimientos sociales relacionados con la inmigración (The Dreamers), el racismo (Black Lives Matter), la desigualdad económica (Occupy Wall Street) y la violencia sexual en los campus. De esta revisión, no podemos deducir que la mayoría de las personas de la generación millennial se involucrarán políticamente, pero sí podemos decir que, al menos, algunas tienen preocupaciones más allá de sí mismas. ¿Son estas las mismas millennials sobre las que Twenge (2014) ha escrito? La autora afirma que las personas encuestadas de la generación «yo» son las «más seguras, asertivas, tituladas y desdichadas [subtítulo del libro]» que las de cualquier generación anterior. Según Twenge, esta es una generación a la que se le dijo que podría ser lo que quisiera ser; sin embargo, creció afrontando el desempleo generalizado y la limitación de oportunidades. Se trata de una generación que se siente con derecho a disfrutar de comodidad material y a encontrar un trabajo que le dé sentido; sin embargo, no puede pagar sus préstamos estudiantiles o encontrar un lugar asequible para vivir. La autora critica el repliegue a la autoestima al que dio forma la filosofía de crianza propia de familias y escuelas, es decir, la de criar a una generación más preocupada por los sentimientos que por los logros. La autora argumenta que las familias y las escuelas se esforzaron mucho por criar a la generación millennial para que pensara lo suficientemente bien de sí misma como para que pudiera realizar grandes hazañas, pero luego creció y «después de una infancia de optimismo y altas expectativas, la realidad les golpeó como una bofetada» (p. XI). Twenge expone que esta es una generación a la que se le ha enseñado a sentirse bien consigo misma, y lo hace, ya sea cuando sus logros justifican esos sentimientos o cuando no. Esta investigadora desprende sus hallazgos de una investigación realizada durante una década que incluye más de treinta estudios basados en encuestas representativas a nivel nacional entre once millones de jóvenes estadounidenses, así como de la información cualitativa recopilada entre sus propios estudiantes de la Universidad Estatal de San Diego. La fortaleza de esta investigación es que se ofrecen comparaciones generacionales de las encuestas realizadas anualmente, en las que pueden compararse millennials con baby boomers de la misma edad. En términos generales, Twenge identifica un cambio cultural hacia


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