El infierno está vacío. Agustín Méndez
propuso a Elizabeth Francis fue concederle cualquier cosa que le pidiera, tras lo cual la joven le solicitó ovejas. Acto seguido, el espíritu puso dieciocho a pastar en el terreno que la mujer y su familia ocupaban.62 En The Apprehension and confession of three notorious witches (1589), uno de los nietos de la principal acusada, Joan Cunny de Stisted (Essex), comentó que en una ocasión en la que la casa familiar se encontraba necesitada de leña, su abuela le pidió que fuera al bosque a conseguirla. La tarea, sin embargo, no había podido ser completada porque otro joven robó los trozos que había recogido. Ante este episodio, Cunny ordenó al niño que fuera al terreno del sheriff de la comunidad y se llevara a Jack, un familiar en forma de rana, para ayudarlo. Al llegar al lugar, el espíritu hizo estallar un roble, proveyendo la tan necesaria madera.63 En una sociedad como la inglesa durante la modernidad temprana, donde la mayor parte de la población tanto rural como urbana vivía al límite de la subsistencia, los familiares ofrecían a sus brujas los alimentos que tan frecuentemente escaseaban. Fancie y Tibb, por ejemplo, pusieron a disposición de Chattox un banquete con «carne, manteca, queso, pan y bebida», del que podría comer cuanto quisiera.64
Más allá de brindar riquezas y alimentos o colaborar con la obtención de bienes de consumo domésticos, los familiares eran implacables instrumentos de castigo; las brujas los utilizaban para perjudicar a quienes no las hubieran tratado de manera adecuada o las hubieran fastidiado de algún modo.65 En efecto, el daño a terceros era la actividad que más se les demandaba a los demonios en los panfletos. Los casos más leves se relacionaban con su utilización para dañar ganado y afectar el procesamiento de alimentos y bebidas.66 Con todo, también se les solicitaba acciones más graves que atentaban directamente contra la integridad física de seres humanos. Cuando Grace Thurlowe rechazó el ofrecimiento de Ursley Kemp para ser nodriza de Joan, su hija recién nacida, inició una serie de acontecimientos que acabaría en un cruel puericidio. Aunque inicialmente reacia a confesar, Kemp aceptó frente a Brian Darcy haberle pedido a Tyttey, un gato gris, que se posara sobre la cuna de la pequeña y la balanceara con la suficiente fuerza como para hacerla caer. En consecuencia, la niña acabó muerta en el suelo con el cuello roto.67 La misma malicia fue empleada por Ursley contra su propia cuñada, Elizabeth Kemp, quien por haberla llamado públicamente prostituta y bruja (whore and witch) falleció tras sufrir una lenta agonía durante meses, debido a los actos de magia nociva realizados por la primera a través Jack, un demonio con fisonomía felina.68
En las comunidades rurales inglesas, las calumnias y difamaciones no se tomaban a la ligera. Aun en los estratos más bajos de la sociedad, el honor y el nombre eran valores que debían ser protegidos de todo aquello que pudiera devaluarlos. Una acusación pública de brujería, promiscuidad, robo o asesinato daba origen a una mala fama que aislaba socialmente a quien la recibiera y, con el tiempo, podía derivar en un proceso judicial y hasta una condena.69 El sistema legal inglés contemplaba la peligrosidad de este tipo de rumores, por lo que existía la posibilidad de que los damnificados demandaran a aquellos que los hubiesen acusado verbalmente sin sostenerlo con pruebas. Según se representa en los panfletos, las brujas no confiaban en los canales legales establecidos para contrarrestar las calumnias que sufrían (después de todo, esos textos pretendían demostrar que no eran injurias, sino acusaciones con fundamento), por lo que, como Kemp en 1582, hacían justicia por mano propia. También fue el caso de Mother Sutton, quien en 1613 fue agredida física y verbalmente (flinging stones at her and calling her Witch) por el hijo de Master Enger, el acaudalado gentleman del cual era criada. La mujer y su hija Mary convocaron a sus espíritus para escarmentar al niño de la misma manera que Kemp había hecho con su cuñada: un periodo de padecimientos físicos, debilidad extrema, dolores insoportables, seguido del deceso.70 Tan solo un año antes, nuevamente en el marco de los procesos de Lancashire, Elizabeth Device acabó con la vida de su vecino John Robinson por haberla acusado de ser madre de un hijo extramatrimonial fruto de una relación furtiva con un vendedor ambulante. El medio escogido por Device fue la magia nociva vehiculizada a través de imágenes de arcilla que representaban el cuerpo de la víctima y le trasladaban los daños que se produjeran sobre la figura, accionar recomendado por Ball, un espíritu en forma de perro.71
En todos estos casos mencionados, los espíritus familiares cumplían un rol positivo en la vida de las brujas, de alguna manera su presencia era reconfortante por la compañía que otorgaban y provechosa porque realizaban acciones que –aunque perversas y criminales– eran necesarias y justas desde el punto de vista de aquellas, lo que demostraría que una absoluta demonización de su naturaleza no penetró por completo en las concepciones populares.72 En los panfletos, las nociones de familiares y demonios confluían y se confundían, pero eso no implicaba que los primeros fuesen asociados popularmente con la forma en que la alta cultura teologal concebía a los espíritus diabólicos.73
Portada del panfleto The Wonderfull Discoverie of Witchcraft (1613).
No obstante, como dijimos, la relación entre las hechiceras y los familiares era ambigua. La predisposición de los segundos para cumplir los deseos o llevar a cabo los planes de las primeras con frecuencia coincidía con su inclinación a defraudarlas o ponerlas en peligro. La relación de colaboración y el carácter servicial del familiar coexistían con engaños, amenazas y agresiones. De hecho, muchas de las acciones que a primera vista podían parecer favorables a las brujas, poco después demostraban ser todo lo contrario. Las dieciocho ovejas que Elizabeth Francis recibió por obra y gracia de Sathan desaparecieron al poco tiempo de haber sido vistas por primera vez, frustrando rápidamente las fantasías ganaderas de la bruja, que seguía siendo tan pobre como antes.74 Situación extremadamente similar a la vivida más de medio siglo después por Chattox durante el festín gastronómico que disfrutó gracias a Fancie. A pesar de haber comido hasta el hartazgo, los alimentos ingeridos no habían logrado satisfacer su hambre. Elizabeth y Chattox, pues, estaban en deuda con sus demonios a pesar de haber sido engañadas con falsas promesas de emancipación de las ideas de necesidad y deseo. La situación de debilidad ante sus acreedores metafísicos también la vivió Joan Cunny en 1589, cuando sus familiares Jack y Jyll le ofrecieron sus servicios. Luego de aceptar la propuesta y prometerles su alma inmortal, los mandó a ordeñar el ganado de un terreno colindante, pero en lugar de entregarle la leche la usaron para alimentarse ellos mismos.75 En los tres casos mencionados, los demonios –aunque por medio de engaños– habían cumplido sus compromisos, lo que obligaba a las brujas a hacer lo propio.
Los espíritus familiares consideraban muy seriamente los pedidos que les hacían a las hechiceras. Cuando les indicaban una tarea, lo más conveniente para aquellas era obedecer. El texto que mejor muestra qué ocurría en caso de que sucediera lo inverso es el ya referido The Wonderful Discoverie of Witches. Elizabeth Sowtherns era una de las hechiceras más temidas de Pendle Hill, lideraba una de las familias de practicantes de magia nociva que competían por acaparar la oferta de curaciones y maleficia en la región.76 A pesar del respeto que infundía en quienes