Las teorías literarias y el análisis de textos. Adriana Azucena Rodríguez

Las teorías literarias y el análisis de textos - Adriana Azucena Rodríguez


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con benevolencia.

      —Usted es forastero, señor, no lo niegue. Pero yo voy a tomarlo bajo mi protección. ¡Ya le enseñaré lo que es México, Distrito Federal!

      Su calma me exasperaba. Casi con lágrimas en los ojos, sacudiéndolo por la solapa, le grité:

      —¿De veras no me conoces? ¿No sabes quién soy?

      Me empujó con violencia:

      —No me venga con cuentos estúpidos. Deje de fregarnos y buscar camorra.

      Todos me miraban con disgusto. Me levanté y les dije:

      —Voy a explicarles la situación. Este señor los engaña, este señor es un impostor…

      —Y usted es un imbécil y un desequilibrado —gritó.

      Me lancé contra él. Desgraciadamente, resbalé. Mientras procuraba apoyarme en el mostrador, él me destrozó la cara a puñetazos. Me pegaba con saña reconcentrada, sin hablar. Intervino el barman:

      —Ya déjalo, está borracho.

      Nos separaron. Me cogieron en vilo y me arrojaron al arroyo:

      —Si se le ocurre volver, llamaremos a la policía.

      Tenía el traje roto, la boca hinchada, la lengua seca. Escupí con trabajo. El cuerpo me dolía. Durante un rato me quedé inmóvil, acechando. Busqué una piedra, algún arma. No encontré nada. Adentro reían y cantaban. Salió la pareja; la mujer me vio con descaro y se echó a reír. Me sentí solo, expulsado del mundo de los hombres. A la rabio sucedió la vergüenza. No, lo mejor era volver a casa y esperar otra ocasión. Eché a andar lentamente. En el camino, tuve esta duda que todavía me desvela: ¿y si no fuera él, sino yo…?

      Octavio Paz, “Arenas movedizas [1949]”, en Libertad bajo palabra, México, Fondo de Cultura Económica, 1990, pp. 182-183.

      1. Determinar el tema en cada texto.

      2. Identificar en qué cuento la relación entre tema y obra establece un nexo causal-temporal.

      3. Establecer en cuál texto dicha relación es más fuerte y en cuál resulta más débil.

      4. Determinar la oposición entre intereses de los diferentes personajes a partir del tema del doble.

      5. Dividir la obra en partes, de modo que cada una tenga una unidad temática en sí misma (motivos). Estos temas tendrían que vincularse con el tema general.

      6. Describir a los personajes según el tema: se analiza el nombre propio, la unidad psicológica, sus acciones, reacciones, comportamiento, etcétera.

      Tomashevski incorpora una amplia gama de posibilidades de análisis, de las cuales sólo se han elegido las anteriores como punto de partida. La teoría literaria basada en el estudio del lenguaje estaba en marcha. El formalismo ruso que había desarrollado sus propuestas sin contratiempos en una Rusia ocupada en la guerra y la política comenzó a sufrir las críticas de ideólogos como Trotsky (Literatura y revolución, 1924), hasta la desaprobación definitiva del comunismo. Intelectualmente, el formalismo entraba en discusión con las ideas más centradas en el aspecto social de la obra literaria y con las objeciones de Mijaíl Bajtín. Los principios del formalismo continuarían su evolución en el Círculo Lingüístico de Praga, en el que figuró también Roman Jakobson, junto con Jan Mukarovsky y René Wellek; nuevamente, el estructuralismo fue abatido por cuestiones políticas, ahora por la irrupción de los nazis. Los trabajos de ambos grupos llegaron a manos de estudiantes que sirvieron de enlace entre los países de la Europa oriental y la occidental (Todorov y Kristeva, por mencionar los más representativos), mientras que Jakobson y Wellek emigraron a los Estados Unidos. La lingüística, por su parte, se desarrollaba como ciencia en casi todos los países y su contribución a los estudios literarios se incrementaba en una relación recíproca. Pasadas las guerras mundiales, los estudios literarios exigieron una perspectiva acorde con las transformaciones del pensamiento social, y el estructuralismo representó una opción reveladora.

      El formalismo ruso se caracteriza, además, por ser un grupo teórico interesado en el diálogo con el creador literario. Prueba de ello es la conversación que Shklouski sostuvo con el mexicano Sergio Pitol, de la que da cuenta en su libro El arte de la fuga y que se transcribe a continuación:

      El bagaje teórico ha sido a lo largo de mi vida lamentablemente parco. Sólo a edad avanzada, durante una estancia en Moscú, me acerqué a la obra de los formalistas rusos y de sus discípulos. Conocí a Víctor Shklovski, me invitó a su estudio y lo oí hablar durante toda una mañana. ¡Quedé deslumbrado! No lograba explicarme cómo había podido prescindir hasta entonces de aquel mundo cargado de incitaciones luminosas. Me propuse estudiar, tan pronto como terminara con los rusos, los aspectos fundamentales de la lingüística, las distintas teorías sobre la forma, asomarme a la Escuela de Praga, llegar al estructuralismo, a la semiótica, a las nuevas corrientes, a Genette, a Greimas, a Iuri Lotman y la Escuela de Tartú. La verdad, ni siquiera llegué a mayores en el estudio del formalismo ruso. Leí, eso sí, con indecible placer, los tres volúmenes que Borís Eichenbaum dedicó a la obra de Tolstoi, el libro de Tinianov sobre el joven Pushkin, la Teoría de la prosa, de Shklovski, ya que también su teoría literaria se apoyaba en obras concretas: las de Boccaccio, Cervantes, Sterne, Dickens y Biely. El placer se volvió aún más intenso al llegar a Bajtín y leer sus estudios sobre Rabelais y Dostoievski.

      El arte de la fuga. Trilogía de la memoria, Barcelona, Anagrama, 2007, pp. 187-188.

      Erlich, Víctor, El formalismo ruso. Historia-doctrina, Jem Cabanes (trad.), Barcelona, Seix Barral, 1974.

      Fine, Ruth, La desautomatización en literatura: su ejemplificación en “El Aleph” de Jorge Luis Borges, Gaithersburg, Maryland, Hispamérica, 2000.

      García Berrio, Antonio, Significado actual del formalismo ruso (La doctrina de la escuela del método formal ante la poética y la lingüística modernas), Barcelona, Planeta, 1973.

      Volek, Emil (ed. y trad.) Antología del formalismo ruso y el grupo de Bajtín, Madrid, Fundamentos, 1992.

      8 Boris Eichenbaum, en cambio, considera formalistas “al grupo de teóricos que se habían constituido en una Sociedad para el estudio de la lengua poética (Opoiaz) y que comenzaron a publicar sus trabajos desde 1916”. (“La teoría del ‘método formal’”, en Tzvetan Todorov, Teoría de la literatura de los formalistas rusos, trad. Ana M. Nethol, México, Siglo XXI, 1991, p. 21.)

      9 Para una revisión más detallada de los principios y la reseña histórica de este grupo, se sugiere la lectura del artículo de Boris Eichembaum, ibid., pp. 21-54.

      10 Víctor Shklovski, “El arte como artificio”, en Tzvetan Todorov, Teoría de la literatura de los formalistas rusos, op. cit., p. 57.

      11 Ibid., p. 60.

      12 Ibid., p. 61.

      13 Idem.

      14 Ibid., p. 65.

      15 Ibid., p. 68.

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