Hidráulica agraria y sociedad feudal. AAVV
de pequeño tamaño, formados a partir de derivaciones realizadas en el río Aravó, que alimentan canales paralelos al curso del río, en cuyo extremo se instala un molino. También existe un pequeño parcelario situado en la vertiente izquierda del río Aravó, que era regado por una canalización procedente del torrente de Bena, afluente del Aravó, por donde desciende el agua de deshielo de la nieve (figura 7). Estos espacios aparecen documentados a partir del siglo x, cuando son dominados por los distintos señores feudales de la zona (Monasterio de Cuixà y obispado de Urgell), pero la fecha de su construcción es probablemente anterior. Su gestión terminará en el siglo xiii, en manos de la oligarquía urbana de Puigcerdà (Kirchner et al., 2002).
Figura 7. Parcelario medieval irrigado por la desviación de aguas de deshielo del torrente de Bena (Enveig, La Cerdanya) (Según Kirchner et al. 2002)
En el ejemplo de Puigcerdà puede verse una secuencia muy completa del proceso de construcción de sistemas hidráulicos:
Existentes en el siglo x | Espacios campesinos de tres tipos:-Sistemas hidráulicos caracterizados por derivaciones de ríos que permiten regar pequeñas superficies y alimentar molinos.-Sistemas realizados a partir de la canalización de aguas de deshielo hacia parcelarios de dimensiones reducidas. -Pequeños huertos adyacentes a las casas agrupadas en pueblos regados a partir de fuentes. |
A partir de finales del siglo x | Apropiación por parte de instituciones religiosas de los sistemas hidráulicos caracterizados por derivaciones de ríos y normalmente con molinos. |
Finales del siglo xii | Construcción por iniciativa real de un sistema hidráulico de gran envergadura: canal de 9 km para conducir el agua a la villa real recién fundada con el objetivo principal de alimentar molinos reales y, secundariamente, alimentar una huerta urbana. |
Siglo xiii | Apropiación por parte de la oligarquía urbana de los sistemas hidráulicos de origen campesino. |
CONCLUSIONES
Los dos casos presentados, el de Sant Cugat y el de Puigcerdà, no pueden, por ahora, constituir una muestra suficiente para proponer conclusiones sobre una «hidráulica feudal» que puedan ser generalizables. Sin embargo, creo que sí permiten plantear algunas cuestiones de relieve que contradicen asunciones hasta ahora poco discutidas y que proceden de la historiografía del «crecimiento agrario medieval» o de la atribución a los señores feudales, laicos o eclesiásticos, de decisivas capacidades constructivas en la difusión de los molinos y, en consecuencia, de los sistemas hidráulicos que los alimentan.26
En primer lugar, existen unos espacios irrigados y molinos, con sus correspondientes sistemas hidráulicos, que aparecen en la documentación en el momento en que los feudales se los apropian. No podemos determinar, por ahora, cuándo ni en qué condiciones son construidos. En el momento de su emergencia documental, en el siglo ix o x, estaban en manos presumiblemente de campesinos y, al menos algunos de los molinos, podrían haber sido gestionados de forma colectiva, algo que vendría indicado por la posesión de fracciones de molino. Se trata mayoritariamente de sistemas hidráulicos basados en la derivación de cursos de agua estables, mediante azudes que canalizan agua hacia una acequia. La acequia suele abastecer un solo molino que se sitúa al final de su recorrido, aunque más excepcionalmente puede haber varios, y permite regar un espacio comprendido entre la acequia y el curso de agua, ocupando, a veces, el interior de un meandro de éste. Se trata, pues, de espacios dotados de estructuras hidráulicas que ocupan fundamentalmente fondos de valle. Además, en las zonas estudiadas, estos espacios son dominantes y no es posible identificar ni en la documentación ni sobre el terreno otros espacios agrícolas, de secano, por ejemplo, que formen parcelarios compactos. Sólo en el área de Sant Cugat del Vallès, en los márgenes de algunas zonas húmedas, se documentan algunas parcelas y posibles canalizaciones de drenaje.
En segundo lugar, desde la segunda mitad del siglo x, estos espacios agrarios ya están globalmente bajo el dominio de clase señorial, que se los ha apropiado y los ha convertido en fuentes de renta sin apenas introducir modificaciones ni construir sistemas hidráulicos nuevos. Sólo esporádicamente se documenta la construcción de nuevos molinos. En este sentido, conviene observar que no pueden construirse molinos de forma indefinida o en un número arbitrariamente decidido. Cada molino requiere una canalización y ésta ha de tener un punto de captación y un recorrido con pendiente para que el agua circule y que, al mismo tiempo, alcance el desnivel necesario para instalar la rampa del molino. ¿Hasta qué punto, pues, cuando el monasterio de Sant Cugat se apropia de los sistemas hidráulicos del Vallès Occidental, quedan tramos de cursos naturales de agua libres y adecuados para construir nuevos sistemas hidráulicos sin destruir o comprometer el funcionamiento de los ya existentes? Recordemos que el abad del monasterio se opone frontalmente a que el vicario del castillo de Rubí construya un molino en el torrente de Xercavins, un afluente de la riera de Rubí. Los molinos del monasterio construidos en sistemas hidráulicos de la riera de Rubí se beneficiaban también del agua que aportaba el Xercavins. Hay, pues, poca «hidráulica feudal». De hecho, y con la evidencia existente hoy, no se puede realmente hablar de una hidráulica promovida por los señores feudales.
Finalmente, algunos de los sistemas hidráulicos supuestamente construidos desde instancias feudales o reales deberían ser escrupulosamente revisados. Hemos visto algunos ejemplos de la zona del Rosselló o Cataluña, donde la iniciativa feudal no queda bien demostrada. Tampoco los recs comtals de Girona y Barcelona parecen construcciones promovidas por los respectivos condes. Es imprescindible, pues, realizar un trabajo de campo arqueológico sistemático para discriminar entre lo que son estructuras hidráulicas construidas o promovidas por los monasterios o señores laicos y las que ya existían y pasan a formar parte de sus patrimonios.
En Sant Cugat, nada parece fundamentar que los numerosos donantes de molinos y espacios irrigados se identifiquen con familias de «ricos campesinos» que vayan a ser responsables del ejercicio de dominios castrales, tal como ocurre en el Languedoc (Durand, 2002: 43-44). No quiero calificarlos de «simples rustici» ni «ricos campesinos». Me inclino por considerar estos donantes o transmisores de estructuras hidráulicas, siendo el molino la más notoria, miembros de comunidades campesinas. Ahora bien, la falta de relieve arqueológico, e incluso de precisión textual, hace que por ahora esta identificación sea sólo genérica.
A partir del siglo x, estos campesinos se ven envueltos en procesos de donación o venta de sus bienes, que son mayoritariamente molinos y parcelas irrigables integrados en sistemas hidráulicos construidos en los fondos de valle. La posibilidad de identificar sobre el terreno los espacios acondicionados para el riego y el cultivo y los emplazamientos de los molinos ha permitido describir un paisaje agrario concentrado en los fondos de valle, cuya ocupación ya es muy intensa en el momento en que los documentamos. En cambio, no existen ni sistemas hidráulicos construidos en vertientes ni una agricultura extensiva de secano que produzca parcelarios compactos fuera de los fondos de valle. Por lo tanto, a pesar de que en el siglo x emerge documentalmente un paisaje agrario que podemos describir como formado por espacios de cultivo regados de fondo de valle, dispuestos, por lo tanto, de forma discontinua en el espacio,27 podemos constatar que estos espacios de fondo de valle están ya prácticamente saturados, que no quedan en ellos intersticios donde desarrollar ampliaciones significativas de los sistemas hidráulicos ni donde crear otros nuevos.
A partir de finales del siglo xii y principios del siglo xiii empiezan a realizarse grandes obras hidráulicas promovidas desde instancias reales o urbanas. El de Puigcerdà es un buen ejemplo de un sistema hidráulico, promovido por un rey, consistente en un canal de largo recorrido (9 km), destinado a alimentar molinos harineros y traperos del rey y, secundariamente, a regar la huerta urbana de la villa real. Esta obra tiene por objetivo generar ingresos, por la gestión de los molinos y por las concesiones de agua de riego. Sin embargo, tuvo que realizarse en un espacio ya colonizado agrícolamente desde antiguo, cuyos pequeños sistemas hidráulicos y molinos de fondo de valle, de probable origen campesino, habían