Leer antes. Márgara Noemí Averbach
la obra, en algunos casos, ciertos detalles que ayudan a un buen lector a pensar lo que el autor está diciéndole.
2-Valoración: Además de ayudar a leer bien el libro, hay que recomendar (o no) la lectura. Pero no se trata de una opinión impresionista, un “me gustó” o “no me gustó”, sino de ofrecer una opinión amplia, bien fundada y, sobre todo, atenta a la variedad de lectores que se acercan a la crítica. Quien redacta el comentario tiene su “gusto” personal, sus preferencias literarias, no sólo en lo que respecta a los autores sino también a ciertas poéticas, estilos, temáticas, tonos, enfoques y recursos literarios. Esas preferencias pesan en la valoración, sin duda pero la idea es que los lectores de la crítica sepan de dónde viene la opinión que están leyendo para ubicarse frente a ella.
Por ejemplo: en una enumeración desordenada e incompleta, yo prefiero los libros serios a los cómicos (por personalidad, por educación, me cuesta mucho disfrutar el humor); prefiero la literatura interesada en lo social y no la que se interesa en la psicología individual; prefiero los autores con sintaxis barroca y mucha adjetivación a los autores ascéticos, de sintaxis simple; me gustan los libros de trama compleja pero no los que se basan en citas de otros libros y exigen lecturas anteriores; prefiero la literatura de los siglos XX y XXI a todas las literaturas anteriores.
¿Por qué es importante tener esto en claro? Supongamos que recibo para comentar un libro cómico, o uno de prosa muy breve, seca y concentrada. Mi formación me permite valorarlo como buena o mala literatura más allá de mi gusto personal y, como crítica, debería considerar a los muchos lectores que aprecian la literatura que tiende a lo cómico o la literatura de prosa seca, recortada. Por lo tanto, en una reseña sobre ese libro, es importante aclarar (yo suelo hacerlo) que, para quienes aman el humor o el clasicismo (en el sentido de lo opuesto al barroquismo), el libro que comento vale la pena aunque mi comentario no sea demasiado entusiasta. Por eso afirmo que, en una crítica, la opinión debe ser variada, flexible, compleja.
Por otra parte, la publicación o no de reseñas negativas tiene que ver con políticas editoriales de los suplementos. En este libro, hay pocas notas negativas porque la política editorial del diario en el que más he trabajado es no dar prensa a libros que van a comentarse muy negativamente. Hay algunas, claro, pero son pocas. Desde mi punto de vista, el punto de vista de una traductora, la valoración de los libros traducidos debería incluir un comentario sobre la traducción. Lo que leen los lectores de la novela que se comenta es la traducción, no el original. En general, se acostumbra invisibilizar a los traductores y a su trabajo. Por eso, cuando el espacio me lo permite, yo suelo hacer una valoración de la traducción y también de ciertas políticas editoriales con respecto a los dialectos. Aunque a nosotros, los traductores latinoamericanos, se nos suele exigir una lengua “neutra”, en mi país se venden traducciones escritas en un castellano de España casi incomprensible para los argentinos. Eso es algo que suelo aclarar en mis comentarios: las editoriales deberían hacer una corrección argentina de las traducciones para nuestro mercado y yo creo que un buen crítico debe advertir a los lectores que tal o cual libro es muy difícil de leer por problemas de ese tipo.
Mis reseñas tratan de cumplir con los dos objetivos (guía de lectura y valoración). En general, yo dedico la mayor parte del escaso número de palabras que pueden publicarse en un suplemento cultural a la primera, la guía de lectura, pero la valoración está ahí en ciertas palabras (adjetivos como “excelente, emocionante, aburrido, lento, etc”). La presencia o no de entusiasmo y el tono general de la crítica forman parte de la valoración.
Todo lo que se escribe en una nota está directamente relacionado con la firma. En los suplementos culturales que conozco, los comentarios y reseñas críticos se firman: hay un autor o autora que se declara responsable de lo que ahí se dice y por lo tanto, está claro que se trata de una visión personal sobre un libro determinado.
No hay duda de que la valoración es el más personal de los dos elementos de la reseña; la guía de lectura está más ligada a la formación y a un marco crítico específico, una postura teórica, aunque hay que aclarar que esos elementos también son elecciones personales. Por esa razón, desde mi punto de vista, una crítica debería escribirse en primera persona. Muchas veces (es mi caso) el suplemento no permite ese uso pero hay momentos en que me parece imprescindible. Un ejemplo es la crítica a Un hombre afortunado de John Berger donde mi historia personal pesaba demasiado en mi relación con ese libro como para no hablar de mí misma.
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Hay algo que decir sobre el tipo de lenguaje que se utiliza en el trabajo periodístico. Vuelvo a aclarar que lo que sigue es una opinión personal que no todos comparten.
Cuando mi amiga y yo llegamos por primera vez al diario en el que empezamos a trabajar, el intelectual reconocido que dirigía la sección cultural, un hombre que en ese momento debía tener más de cincuenta años (nosotras teníamos poco más de veinticinco), nos dijo que desconfiaba de los egresados de Letras. Que para él haber pasado por las aulas era más un problema que una ventaja: según él, los universitarios tendíamos a hablar solo para otros universitarios y eso dejaba afuera la mayor parte de los lectores del suplemento.
Con el tiempo, entendí que el “lector promedio” no es el mismo en todos los suplementos. En algunos, se trabaja sobre la suposición de que los únicos que leen las críticas son universitarios o intelectuales con mucha lectura previa y posturas teóricas elaboradas. En esos suplementos, no hay límite para el nivel técnico que puede tener el lenguaje en las críticas.
A mí, esa posición me parece elitista. Hay muchos lectores de libros que leen ficción o libros sobre historia y política sin una base teórica anterior, sin carreras universitarias de ningún tipo o con carreras de otro tipo. Es cierto que cualquiera que lee una reseña tiene cierto interés por la lectura pero es importante escribir para quienes aman los libros (en mi caso, los libros de literatura), no solo para quienes conocen la jerga de los que pasamos alguna vez por las aulas universitarias de las carreras directamente relacionadas con lo literario. En el caso de la escritura para diarios, es indiscutible que el público está supuesto desde la primera obra, como decía Cesare Pavese (aunque él hablaba de la ficción)1.
El lector promedio que yo doy por supuesto, es decir, la persona para quien escribo, no es un intelectual. Por eso, trato de escribir sin jergas específicas. Doy por sentado que la mayoría de quienes me leen desconocen la teoría literaria y no manejan sus términos. Tal vez una de las anécdotas más dolorosas de mi historia como crítica literaria en diarios fue una tarde en que uno de mis tíos, un agrónomo sin demasiado acercamiento a los libros, me dijo que no entendía mis comentarios.
Notas principales
En algunos casos, además de las críticas, los periodistas culturales (para darle algún nombre al oficio que trata de ilustrar este libro) hacen notas más largas para la sección abierta de los suplementos en los que trabajan. Esas notas suelen ser introducciones generales a temas de interés para el suplemento, por ejemplo obras de un autor o movimientos literarios.
El pedido de la nota puede venir desde el diario (ese es el caso más común) o, al contrario, ser un ofrecimiento del periodista. A veces, el suplemento necesita una nota por una efeméride, una visita de un autor conocido al país, un premio importante, cualquier noticia cultural del momento: recuerdo todavía el momento en que Toni Morrison recibió el Premio Nóbel. Yo escribí la nota central del sábado siguiente porque conocía a esa autora estadounidense desde hacía mucho. Cada vez que se otorga el Nóbel de Literatura, los suplementos necesitan especialistas que escriban sobre el elegido y si tienen un crítico que sabe sobre el tema, lo utilizan.
Al contrario, cuando el crítico ofrece las notas, suele tratarse de temas que le interesan especialmente y que supone que el suplemento puede aceptar.. Cuando yo lo hago, suele tratarse de notas sobre algo que está en el candelero del momento: una película, una serie, un libro sobre los cuales quiero decir algo que me parece importante o un debate que se está dando en el mismo suplemento.
Hay similaridades y diferencias entre las metodologías de redacción de estas notas y las que se utilizan en las reseñas. En cuanto a las similaridades, tal vez la esencial es una idea rectora sobre el lector