Jerónimo Muñoz. Víctor Navarro Brotons
del Sol según Peurbach; el libro tercero del Almagesto (longitud del año y teoría del Sol); las Tablas de Alfonso el Sabio, y el resto de libros del Almagesto, es decir, primero una presentación de los modelos según Peurbach, luego una exposición del tema según el Almagesto y las Tablas correspondientes de Alfonso. A continuación, se establece que en el «segundo cuadrienio léase a Nicolás Copérnico y las tablas Pruténicas en la forma dada», y «en el tercer cuadrienio a Ptolomeo, y así consecutivamente». Para el «segundo año», la Geografía de Ptolomeo, la Cosmografía de Pedro Apiano, cartografía, astrolabio, planisferio de Rojas, el radio astronómico y el arte de navegar. En la sustitución, el arte militar. Finalmente, el «cuarto año», «la esfera y la astrología judiciaria por el Cuadripartito de Ptolomeo, y por el Alcabisio (Alcabitius) corregidos». En la sustitución, teóricas de planetas.28
El esquema sería, pues: el primer año, matemáticas y sus aplicaciones; el segundo, astronomía; el tercero, cosmografía, náutica e instrumentos, y el cuarto, astrología. La referencia al segundo «cuadrienio» es harto confusa; sugiere una alternancia entre Copérnico y Ptolomeo en la enseñanza de la astronomía, cada período completo de cuatro años. Otra interpretación, más dudosa, aunque no carente de lógica, sería que, tras exponer la astronomía ptolemaica, el catedrático debería explicar la copernicana, con las tablas de Reinhold derivadas de los modelos copernicanos. En cualquier caso, ahora no se somete el tema «al voto de los oyentes».
En 1582 Muñoz intentó volver a Valencia, gestionando a través de su discípulo Bartolomé Antist el reingreso a sus antiguas cátedras de hebreo y matemáticas. Los jurados acordaron concederle un sueldo de 100 libras por cada cátedra más 50 como ayuda para los gastos de traslado.29 No debió de satisfacerle la propuesta, pues permaneció en Salamanca, donde enseñó también hebreo hasta su muerte, en 1591.30
Muñoz, junto a la enseñanza del hebreo y las disciplinas matemáticas, también llevó a cabo actividades relacionadas con la técnica como asesor o experto, realizando trabajos de agrimensura, hidráulica y cartografía. La primera noticia que tenemos de estas actividades se refiere a la planificación de las conducciones de agua desde el río Júcar a la ciudad de Valencia, un proyecto ya planteado en el siglo XIV. El proyecto fue promovido ahora por el propio monarca, que comisionó a Pere Clavero y a Antonio de Angora, visitadores y jueces del Real Patrimonio. Estos encargaron la nivelación a Jerónimo Muñoz, que realizó sus trabajos entre el 10 y el 19 de enero de 1566.31 Años después, en 1575, encontramos a Muñoz participando como técnico en un litigio de aguas de la fuente de San Vicente, en el término de Liria, en el que se enfrentaron la villa de Liria y el señor de Benisanó. Muñoz actuó como experto nivelador del señor de Benisanó y sus conclusiones no fueron muy del agrado de los vecinos de Liria, por lo que estas se cuestionaron.32 En 1576 participó también como técnico en una visura de la acequia de Moncada. El virrey de Valencia, Vespasiano Gonzaga, el 28 de mayo de 1576 comisionó a Jerónimo Sempere para que fuese a la acequia de Moncada y resolviera el suplicatorio de los síndicos del Puig y Puzol, «per a que la aygua de dita séquia sia ben gobernada y administrada, y desagraviats los del dit Puig y Puçol». Para resolver el tema tendrían que considerar el parecer, entre otros, del «mestre Hieroni Munyós, mestre en arts e de sciències matemàtiques, mestre Miquel Porcar, mestre Gapar Gregori, tots vehins de la present ciutat de València».33 En 1576 Muñoz intervino de nuevo en un pleito de aguas de la acequia de Alèdua.34
Asimismo, en 1587, el licenciado Juan de Tejada, consejero de Castilla, pidió a la Universidad de Salamanca que autorizara a Muñoz a trasladarse a Murcia para ocuparse de un trabajo «de conducción y repartimiento de aguas ordenado por el Rey». Muñoz se ocupó de los trabajos de nivelación y determinó, además con notable precisión, la latitud de Murcia, fijándola en 37º 57’.35 También en 1588 el Ayuntamiento salmantino requirió sus servicios «para ocuparse unos días en dirigir la traída de un golpe de aguas a la ciudad».36
De sus muy relevantes trabajos cartográficos nos ocuparemos más adelante.
Muñoz estuvo casado con Isabel de Valenzuela y tuvo tres hijas, Eudoxia, Jerónima y Estefanía, y un hijo, Francisco. Muñoz hizo testamento ante notario en Valladolid el 2 de octubre de 1591, «estando enfermo en la cama de la enfermedad corporal que Dios nuestro señor fue servido de me dar, y sano de mi juicio y entendimiento natural…». Legó todos sus libros y manuscritos a su hijo Francisco. El 19 de octubre de 1591 la Universidad de Salamanca convocó oposición para cubrir la cátedra vacante por fallecimiento de Muñoz. De ello podemos concluir que falleció este mismo mes de octubre y probablemente en Valladolid.37
1.1. LOS ESCRITOS DE JERÓNIMO MUÑOZ
Muñoz solo llevó a la imprenta cuatro trabajos. El primero de ellos apareció en 1566, en los talleres de los Mey, con el título Institutiones Arithmeticae ad Percipiendam Astrologiam et Mathematicas facultates necessariae. Como el título sugiere y como el propio Muñoz indica, es un texto concebido especialmente para la enseñanza y destinado principalmente a proporcionar los conocimientos de aritmética indispensables para los cálculos astronómicos.
Su segunda obra impresa es Libro del nuevo cometa (1573), que trata sobre la supernova de 1572 y que fue traducida al francés en 1574. A esta siguió, en 1578, un breve folleto de ocho páginas relativo a un eclipse de luna y al cometa de 1577.38
Finalmente, en 1585, dio a la luz en Salamanca Alphabetum hebraicum cum ratione legendi cum punctis, que incluía un tratado sobre los puntos vocales, cuya significación en el hebraísmo posterior a la Políglota de Alcalá ya fue puesto de relieve por Menéndez y Pelayo.
Junto a sus obras impresas, Muñoz dejó una abundante producción manuscrita. Los motivos por los que dejó de publicar sus obras, que no obstante se difundieron, sobre todo a través de sus discípulos, nos los expone el propio Muñoz, al menos en parte, en una carta a un matemático y médico de Viena, Bartholomaeus Reisacherus, a propósito de sus trabajos (y los de Reisacherus) sobre la «nova» de 1572. Si exceptuamos el Alphabetum hebraicum, el estudio sobre la «nova» es la segunda y última obra que Muñoz publicó. Muñoz le envió el libro a Reisacherus, disculpándose por los errores tipográficos originados por la premura con que tuvo que componerse el texto, premura a su vez procedente de lo que califica como una «inoportuna petición» (del rey, como aclara al final de la carta). Tras discutir las observaciones de la «nova» de Reisacherus y Thaddaeus Hagecius, matemático y médico del emperador, Muñoz añade:
Me he reservado muchas cosas, además de las que he divulgado en este librito, indignado porque a cambio de mis realizaciones no sólo no me han dado las gracias, sino que además he sido rociado de injurias por muchos teólogos, filósofos y palaciegos del rey Felipe, por lo que he decidido vivir oculto y, como dice Horacio, ni las alegrías son sólo para los ricos, ni vivió mal quien en vida y en muerte pasó inadvertido. No quiero irritar más a los abejorros, ni gastaré siguiera un cuadrante en divulgar mis obras […] En el futuro invertiré mi dinero mejor de lo que lo hice hasta ahora imprimiendo libros.
Cuando redacté mi primer estudio de conjunto de los trabajos de Jerónimo Muñoz solo había podido localizar, de sus manuscritos, la copia de un extenso comentario al tratado de astrología de Alcabitius que se