Conflicto armado y organización campesina. Raquel Méndez

Conflicto armado y organización campesina - Raquel Méndez


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y hacer es otra cosa, porque allá las cosas se definen por votos y en este mundo de corrupción, y eso la cosa es berraca, no es fácil. Allá llegamos a tener habiendo 4 concejales del Partido Comunista o de la Unión Patriótica, llegar a tener 10 votos a 1, de los cuales el mío era el que respondía por el 1, porque los otros, para mí, se vendieron, porque los políticos, mal llamados políticos, diría yo, politiqueros, aprovechan la necesidad del pueblo (León, D. Entrevista 19 con líder de la ACVC. 24 de febrero, 2018).

      Logramos tener en el Magdalena Medio la mayoría de las alcaldías y concejos, muy buenas representaciones. Recuerdo mucho que, en Yondó, en ese entonces, eran apenas 9 concejales y nosotros de esos 9 logramos obtener 6 en ese cargo. El proceso de la Unión Patriótica fue tan bueno que hacíamos los debates políticos en el interior de las juntas de acción comunal y eran las juntas las que decían «nosotros estamos en condiciones de apoyar a fulano o a fulana para el concejo municipal, al alcalde no definamos 8, 10, 15 candidatos, definamos 2 para la participación democrática y los sometemos a consulta», y así, de esa manera, tuvimos tres periodos de alcaldía y uno en coalición con los liberales que fue en donde entró en crisis la UP. ¿Qué fue lo que hacía la UP en su primer ejercicio? Nombrar los concejales, nombrar el alcalde, bueno, los debates de inversión del presupuesto del municipio lo vamos a hacer con todas las juntas de acción comunal, tanto urbanas como rurales, y son las comunidades las que van a decir hacia dónde vamos a dirigir al presupuesto. De esa manera, en Yondó se construyeron carreteras, escuelas, centros de salud, que hoy en día siguen siendo una preocupación (Orgeda, 2015).

      Los Acuerdos de Paz firmados en 1984 se dieron por terminados en 1986. El presidente Belisario Betancur no consiguió mantener bajo control las fuerzas militares opuestas a los acuerdos. Asimismo, la impotencia del mandatario para acabar con los grupos paramilitares que venían aumentando su presencia en zonas controladas por las guerrillas creó el escenario propicio para que la guerra se incrementara. Las FARC-EP dieron por terminada la tregua y ordenaron que los líderes que habían dispuesto para el trabajo político dentro de la UP regresaran a los frentes de la lucha armada. Con esto, se dieron por terminados los acuerdos y se desvaneció cualquier continuidad de diálogo con esta agrupación.

      A partir de este momento, no solo se eliminó la posibilidad de una salida negociada al conflicto, sino que también se inició un proceso de eliminación sistemática contra los militantes de la UP. Si bien el inicio de los hostigamientos y atentados contra los militantes de la UP había iniciado desde 1984, fue a partir del fin de los diálogos de paz que se dio más frontalmente el exterminio de este movimiento.

      El tratamiento represivo y militar de las fuerzas castrenses y los grupos paramilitares contra las organizaciones sociales y campesinas llevó a que el valle del río Cimitarra pasara de la no resolución de los derechos económicos, sociales y culturales a la violación sistemática y permanente de todos los derechos civiles y políticos.

      Del valle del río Cimitarra hacia la región del Magdalena Medio colombiano: ACVC y sus conquistas

      El Magdalena Medio es una de las regiones de Colombia que más ha estimulado tanto los análisis en diferentes áreas del conocimiento como las referencias al conflicto armado en su historia reciente. Cada una de sus historias, por sí solas, son suficientes para considerarla una región compleja: los vestigios de sitios arqueológicos a ambos lados del río Magdalena que recuerdan las tribus guerreras de los Yariguíes; las distintas visiones sobre el comercio por el río y la explotación del árbol de quina y madera; la explotación de petróleo y la llegada de empresas extranjeras; tierra baldía para campesinos sin tierra; lugar de luchas reivindicativas de trabajadores y campesinos; fronteras internas y tierras de nadie por conquistar; formación de grupos guerrilleros y paramilitares; poca presencia del Estado y altos niveles de violencia, entre otras. Para cada una de las historias de esta incompleta lista, existen distintas, divergentes y contradictorias versiones. A su vez, cada una de estas posturas son expresadas por distintos actores a través de diferentes medios, construyendo social y colectivamente la región que se conoce como el Magdalena Medio, dotándola de representaciones y atributos convenidos, contradictorios, aceptados y reproducidos socialmente.

      Dentro de la región del Magdalena Medio, el valle del río Cimitarra ha sido para la ACVC un medio de identificación, pertenencia, referencia, apego y arraigo; asimismo, de refugio, producción, defensa, control y diálogo. Es decir, ha sido el medio de apropiación y compartimentación del espacio y sus procesos en articulación con otros actores en los ámbitos regional, nacional e internacional. Su materialidad se extiende inicialmente por cuatro municipios (Yondó, Remedios, San Pablo y Cantagallo) a través de 120 juntas de acción comunal, algunas cooperativas y comités de pescadores. En su interior se encuentran tres seccionales (nordeste, media y sur de Bolívar), la zona de reserva campesina, proyectos productivos, aldeas comunitarias, zonas agrícolas, ganaderas, mineras y cocaleras.

      Para la ACVC la región del Magdalena Medio es un espacio de vida y un espacio vivido por y desde los campesinos, pescadores y pequeños mineros que han entrado allí a lo largo del siglo XX. Como se ha visto es un territorio resultado de la colonización, la lucha por la tierra, la participación política y la búsqueda de mejores condiciones en una zona de frontera que se ha venido cerrando bajo la presión de distintas dinámicas. La organización de las juntas de acción comunal, la articulación de sus comunidades y las contradicciones, entre otros aspectos, muestran que la ACVC ha tenido formas particulares de apropiación y defensa del territorio que han desembocado en procesos concretos, entre ellos, y el más sobresaliente, la zona de reserva campesina:

      … la última herramienta que nosotros tenemos en las manos como campesinos es la zona de reserva campesina, porque ni siquiera los campesinos colombianos tenemos derecho a la tierra. ¿Quién es el que tiene derecho a la tierra? El que tiene con qué comprarla. Usted se puede comprar toda esta región y es uno solo, y es el dueño de la tierra y es el que manda porque la compró. Pero en el caso de nosotros, que somos colonos, nosotros somos vulnerables a que nos saquen de la tierra. ¿Quién nos saca? Nos sacan los grupos armados o nos pueden sacar los cultivos de palma africana o la ganadería, a través de sus métodos que tienen para sacar a los campesinos. ¿Cuáles? Bueno, todos auspiciados por el Estado que no paga a sus habitantes, como son los campesinos desplazados de muchas regiones del país, y estamos acá y encontramos estas figuras de zona de reservas campesinas, pues esa es la que nos ata más al territorio (GPAD, Taller colectivo 46 con los fundadores de la ACVC, 2017).

      Esta concordancia entre campesino-territorio recoge una profunda relación con las historias vividas en cada comunidad, lo que le ha permitido a la ACVC tener miradas tanto prospectivas y retrospectivas que refuerzan el sentido de la organización y sus desafíos. De ahí surgen dos elementos fundamentales que le aportan a la idea de región del Magdalena Medio: el río Cimitarra y la propuesta de desarrollo alternativo.

      El desarrollo, por otro lado, en este contexto no es entendido en un sentido capitalista


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