El mercado de la salvación. Eugenio Marchiori
Camus que el de Sísifo es un mito trágico porque su protagonista tiene conciencia de su castigo. A diferencia de Prometeo, él sabe que su tarea no terminará nunca, que día tras día deberá repetirla. Sísifo es un ser sin esperanza. El obrero actual también realiza un trabajo absurdo, pero su trabajo es solo trágico en los “raros momentos en que se hace consciente”60.
Camus encuentra en el regreso, en la pausa del trabajo mientras Sísifo desciende, su fortaleza. Mientras baja de la cima Sísifo es superior al destino impuesto por los dioses. Durante ese lapso piensa en su destino trágico y, paradójicamente, “la clarividencia que debía constituir su tormento consuma al mismo tiempo su victoria. No hay destino que no se venza con el desprecio”61. Entonces, aunque a veces se desciende con dolor, también se puede hacer con alegría. Ni siquiera los dioses pueden evitar el desprecio que Sísifo les tiene. “Toda la alegría silenciosa de Sísifo consiste en eso. Su roca es su cosa. Del mismo modo, el hombre absurdo, cuando contempla su tormento, hace callar a todos sus ídolos”62. A pesar de todo, Camus imagina a Sísifo dichoso.
La maravillosa interpretación que Albert Camus hace del mito de Sísifo es tal vez el argumento más potente para mostrar la admiración que despiertan los “héroes astutos” en algunos círculos occidentales (en general de la región del Mediterráneo). Se repite el mensaje que señalamos antes: más allá de las connotaciones morales, todo aquel que desprecia y desafía a los poderosos termina siendo un “triunfador”, por más que esté condenado al tormento eterno. Sísifo, el “héroe proletario”, prisionero de una roca, logra ser dichoso a pesar de lo terrible y absurdo del castigo que se le impuso. ¿La fórmula? Traicionar, engañar, trampear y, cuando nada de eso es posible, simplemente despreciar a los dioses.
Hefestos: un dios feo, rengo, víctima de la infidelidad conyugal y artesano
Habíamos contado en el primer capítulo que Hefestos es el dios del fuego y de la fragua, la tecnología de punta en los tiempos homéricos. Ahora lo recordaremos para analizar su relación con el trabajo.
Habitualmente señalado como hijo de Zeus y Hera, algunos sostienen que Hera lo engendró sola, por despecho del nacimiento de Atenea, a quien Zeus trajo al mundo sin ayuda63. Otra tradición dice que fue hijo de Talos64, el hábil sobrino de Dédalo, muerto por este. Estas versiones, posiblemente infundadas, pretenden desligar a Zeus de la paternidad de un dios célebre por lo aberrante.
Sobre lo que nadie duda es que Hefestos era físicamente deforme, pecado imperdonable en el Olimpo. Tan feo era que al verlo su madre lo arrojó desde el cielo quedando entonces también rengo65. De esta forma terminante el pequeño dios fue abandonado a su suerte. Tuvo la fortuna de ser recogido por Tetis, la madre de Aquiles, que se apiadó de él y lo crio en una gruta volcánica donde Hefestos aprendió su oficio.
Otras fuentes sostienen que la cojera se le produjo cuando Zeus lo arrojó del Olimpo, luego de salir en defensa de su madre. Siendo que Homero lo suele mencionar como el “cojo de ambas piernas”, no sería extraño que lo hubieran tirado más de una vez.
A pesar de su fealdad, el dios no debió carecer de encantos, ya que se le atribuyen varios amoríos; el más célebre, nada más y nada menos que con la mismísima Afrodita. Aunque Zeus los había unido, la diosa del amor no tardó en seducir a Ares y llevárselo a la cama. Fue Apolo el encargado de darle la noticia al pobre Hefestos mientras fabricaba algún artefacto en su taller.
Para hacer justicia o simplemente vengarse por la traición, Hefestos fabricó una red especial ideada para atrapar a la pareja in fraganti. Lo consiguió frente a la mirada de los otros dioses olímpicos que reían divertidos. Supuestamente las risas estaban dirigidas a los amantes, pero nos figuramos que no faltarían las dedicadas al engañado por su mujer.
Hefestos es un dios atípico para el modelo olímpico: sospechado de bastardo, abandonado de niño por su madre, quien lo arrojó violentamente al vacío; feo, un tanto deforme, cojo y cornudo. A un dios así solo un destino le cabía: el duro trabajo físico que supone el oficio de operario metalúrgico. En pocas palabras, según el estándar de la mitología griega, Hefestos reúne todas las cualidades como para ser el único dios que realmente trabaja.
44. Colli, Giorgio: El nacimiento de la filosofía; Tusquets Editores, Barcelona, 6ra edición, 1996 (1ra edición 1977). Título original: La nascita della filosofía, 1975, Adelphi Edizioni, Milano. Traducción: Carlos Manzano. Página 21.
45. Dédalo había matado a Pérdix, ya que temía que el joven superara sus habilidades.
46. Hybris es el nombre que los griegos le dan a la actitud soberbia de desafiar a los dioses, algo imperdonable. Podríamos decir que es “creérsela”. En español se suele traducir como “desmesura”. Es el único pecado que los dioses no perdonan.
47. La versión que aquí usamos es la que Platón pone en boca de Protágoras, en el análisis de Balaban, Oded: The Myth of Protagoras and Plato’s Theory of Measurment. Incluido en History of Philosofy Quarterly, volumen 4, número 4, 1987.
48. Balaban, Oded; Plato and Protágoras. Truth and Relativism in Ancient Greek Philisophy. Lexintong Books, Boston, 1999. Página161.
49. Explica Balaban: “Freud piensa que el aumento del placer provoca displacer y placer significa una disminución de la excitación. Sin embargo, el placer freudiano es casi igual a la evitación del dolor, mientras que en el principio de Epimeteo ambos son incluidos, placer y disfrute, y evitación del placer o displacer”. Balaban, 1999, pp. 162-163.
50. Balaban, 1999, p. 165
51. Esta sutileza es uno de los principios en los que se sustenta la Economía del Comportamiento. Las personas tendemos a valorar (y por ende a pretender más dinero a cambio) más un bien cuando lo consideramos “de uso” que cuando lo consideramos “de intercambio”. Es lo que justifica, entre otras cosas, el éxito de los remates.
52. Weber, Max: La ética protestante y el espíritu del capitalismo; Editorial Prometeo, Buenos Aires, 2003 (original de 1905).
53. El Rockefeller Center fue pensado hacia fines de los años ’20, punto culminante de la visión tecnocrática de la producción. Momento en el que las ideas taylorianas y fordianas tuvieron su mayor influencia.
54. Camus, Albert: Le mythe de Sisyphe; Éditions Gallimard, Francia, 1942. Edición consultada: El mito de Sísifo, traducción de Luis Echávarri, Editorial Losada, Buenos Aires, 2010. Página 102.
55. Basado en el relato de Luc Ferry que toma a Apolodoro, a Ferácides de Atenas y a un mitógrafo del siglo V a.C. Ferry, 2008, pp. 228 y ss.
56. Tánatos es el dios de la muerte pacífica. Es hermano gemelo de Hipnos, dios del sueño. La muerte violenta y sangrienta es terreno de las Keres, sus hermanas.
57. Hades (que significa “invisible”) es el dios del inframundo, el lugar donde van los muertos.
58.