Incursiones ontológicas VII. Varios autores
de vida no necesariamente debe ir a ese extremo, pero lo que rescato de su mirada es que, definitivamente, el único responsable de construir la esencia de su comportamiento es uno mismo, y por qué menciono esto, porque así seamos seres recién desempacados en la tierra, vamos a construir nuestra forma de vivir; es desde allí, desde ese origen, desde esa primera concepción de actuar en el mundo, que nuestra singularidad y particularidad toman forma.
Somos seres que venimos, no en blanco al mundo, desde el vientre de nuestra madre tenemos preconcepciones de vida y algunos pequeños rasgos de cómo seremos al nacer, traemos una mezcla de dos ADN que se unieron para formarnos, pero de ahí para atrás hay todo un linaje, una historia de personas y sistemas que también nos constituyen, que contienen características biológicas, pero que también abren un espacio gigante para que lo que haya en el exterior nos conforme y nos haga lo que somos, es responsabilidad nuestra poder abrir los ojos, entender que fue lo que vimos, porque lo adoptamos y cuáles fueron sus consecuencias para no caer en el juego de la historia contada, si no entrar en la fenomenología de vida que nos pueda entregar las partes que definen nuestro ser constitutivo en el mundo.
El camino del reconocimiento de la identidad está marcado por todas esas experiencias de vida, recuerdos gratos y desagradables, de sentir en el cuerpo los dolores y las caricias, de emocionarse de todas la maneras pudiendo ver que trascendemos en la existencia con todo lo que hemos vivido, pero sobre todo, ese reconocimiento se transforma cuando aceptamos y entendemos lo que nos trajo al mundo, lo que implico crecer y ser el ser constitutivo que somos hoy, de ahí nos podemos parar con una mirada más poderosa ante el mundo, una mirada que nos da una visual más amplia de cómo queremos ser vistos en adelante, esta es nuestra identidad.
Capítulo 6. ¿Cómo aparecer después de no ser visto? – ¡Mi camino a ser YO!
Para llegar hasta este espacio de reflexión propia y quizás de ejemplo y apoyo para quien pueda leer mis experiencias de vida - porque no estamos solos en el mundo y a muchos nos pasan cosas y situaciones muy parecidas a las de los demás, que podemos revisar, evaluar, comparar y determinar si son útiles para nosotros y nuestros procesos de introspección - y lo que ellas generaron, para construir en mí esta gran grieta de buscar ser visible ante los demás, incluso ser visible para mí mismo, he venido recorriendo un camino donde la indagación y su nivel de profundidad han sido protagonistas en permitirme ahondar y conocer qué está detrás, a los lados, arriba, abajo, en fin, en cualquier dirección, de lo que para mí era lo evidente y lo real. Y cuando me refiero a la indagación, hablo de lo siguiente, ¿Por qué busco ser visible ante el mundo? ¿Para qué deseo que el mundo ponga la atención en mí? ¿Si soy un ser único e irrepetible, si soy particular y especial, si como yo no hay dos seres en el mundo, qué relevancia cobra que tenga que mostrarme al mundo, si en mi particularidad ya soy extraordinario? Este camino de indagación me llevo a cuestionar demasiado mi relación conmigo, cómo me relacionaba con mi ser, mi esencia, con los seres que habitan este planeta, cómo hacia parte de este sistema humano social, y cómo me relacionaba con los demás. Al haber abierto el espacio de indagación ante el mundo, no me quedó otra opción que entrar en él y encausar esta búsqueda de lugar, de propiedad, de pertenencia al mundo y sus sistemas, dándole más significado a ser visible.
En primer lugar, cuando hablo de ser visto por el mundo, debo abrir un poco más este concepto; para eso hago uso de la lingüística y su riqueza en palabras, para aproximarme desde otras definiciones hacia el tema. Como lo realicé en el capítulo anterior, en la búsqueda de sinónimos de ser visible me encontré con cuatro palabras que me permitieron desarrollar el camino para salir del laberinto, hoy puedo decir, que fueron ese hilo de Ariadna que me ayudó a ver la luz al final del camino, para salir de nuevo al mundo con una mirada mucho más poderosa de quien soy yo, lo que puedo hacer, lo que estoy dispuesto a sacrificar y lo que definitivamente no negocio, estas palabras son Identidad, Autenticidad, Singularidad y Particularidad.
Aunque son palabras muy similares, cada una de ellas entrega una particular mirada de la descripción dada para el ser humano, por lo tanto, la Identidad es, para Laing (1961), “El sentido que un individuo da a sus actos, percepciones, motivos e intenciones”, es aquello por lo que uno siente que es “Él mismo”, en este lugar y en este tiempo, tal como en aquel tiempo y en aquel lugar pasados o futuros: es aquello por lo cual se es identificado”. En esta definición ya se comienza a esbozar la identidad del ser individual y como los sistemas generan identidades colectivas, que a su vez aportan características de identidad individuales a cada ser partícipe dentro del sistema pero que permean al ser en su unidad tanto en el presente como en su futuro.
Por otro lado, dice Frankl (1962) “La búsqueda por parte del hombre del sentido de la vida constituye una fuerza primaria no una “racionalización secundaria” de sus impulsos instintivos”, somos seres únicos en el mundo pertenecientes a diferentes sistemas sociales, construyendo características singulares de personalidad, de ser humanos, generando así una figura única, especial, pero que a su vez resuena o se repela con los demás seres que hacen parte del sistema.
Aquí inicia el complemento de esta definición, describiendo esa identidad desde la autenticidad con la que se crean los rasgos del ser, la singularidad y particularidad con las que cada uno de nosotros somos únicos, especiales, hermosos, inquietos, imperfectos, en constante creación.
Teniendo ya un primer esbozo del camino a donde dirigir el espacio de entendimiento de mi Yo, de ese Yo que eche de menos por mucho tiempo y que estuvo escondido detrás de muchas máscaras defensivas que se fueron creando en el transcurso del tiempo, es muy importante, antes de precisar el camino tomado, cómo otros autores y desde otras perspectivas, han podido precisar de diferentes maneras modelos o construcciones coherentes de identidad.
Roberto González y Jorge Manzi de la universidad de la Pontificia en su artículo llamado “Identidad Social y Emociones Intergrupales: Antecedentes de las Actitudes de Perdón y Reparación Política en Chile” (Roberto González y Jorge Manzi, 2013), dan a conocer el siguiente modelo conceptual:
Figura 3. Modelo conceptual de la identidad común y endogrupal como predictoras del perdón y la reparación: el rol mediador de las emociones intergrupales. Los signos positivos y negativos corresponden, respectivamente, a una relación significativa directa o inversa entre las dimensiones del modelo. ” (Roberto González y Jorge Manzi, 2013)
Se estarán preguntando, ¿y qué tiene que ver este modelo con lo que se ha venido construyendo de la identidad?, ¿cuál es la relación a hacer entre el ser visto y el modelo presentado? ¿Si este modelo fue diseñado para conocer la identidad social de la población chilena frente los constantes conflictos sociales que ha vivido en la historia, cómo se puede entender una forma de no ser visto por parte del mundo partiendo de la colectividad? Pues debo decirles que este diagrama estructura muy bien el camino de resignificar el ser visible a la vida y termina de redondear lo construido hasta ahora. En esa búsqueda de identidad están inmersas diversas emociones y sentimientos que orientan el desarrollo del ser; en mi caso, una gran y reconocida rabia aprendida y estructurada, un escasa empatía desarrollada, una confianza transgredida, una culpa creciente y una vergüenza reconocida hacían parte de un espacio de perdón o reparación, además de una muestra de existencia, visibilidad, más que acciones de reparación, se convirtieron en formas de ser visto, de estar presente.
Al revisar el modelo mencionado, donde existe la identidad particular y la grupal, continúo dando forma a lo mencionado anteriormente, nuestra forma de ser frente al mundo es permeada por los diferentes sistemas a los que pertenecemos, lo mencioné en el escrito de la dignidad con mucha especificidad y en todo el recorrido de este camino de mostrar mi historia con mi grieta, esos dos espacios crean nuestra forma de ser, que en mi caso, se vio impactada por los diversos sistemas en los que me movía, mi casa, compuesta por un papa amoroso, y entregado a su hogar, poco tolerante, pero colaborador, con la fuerza necesaria para sacar adelante lo que tuviera que hacer, pero con los rezagos en su ser de una formación violenta y poco conciliadora en los pocos años que vivió en su hogar, una madre trabajadora, intelectual, formada desde muy pequeña para la excelencia, una mujer que creció lejos de su hogar dada la necesidad de sus padres de