La violencia como marco interpretativo de la investigación literaria. Matei Chihaia
del presente artículo se desarrolla en el análisis de autores clave para la comprensión de la violencia desde la perspectiva de la filosofía social. En este marco, los autores que se discuten aquí definen un planteamiento del problema que concibe la violencia como un proceso o fenómeno característico de las sociedades modernas y no tanto como una anomalía en su funcionamiento (Arteaga 2017). Esto implica considerar la violencia como un fenómeno social, no en cuanto conducta, disposición o desviación del individuo sino como una dinámica social. Se analizan teorías que problematizan la violencia en el contexto de los procesos de formación del orden social (Koloma-Schlichte 2017).
La violencia es uno de los fenómenos más complejos analizado actualmente. Una de las principales dificultades consiste en definir qué fenómenos pueden ser considerados como violencia. Los análisis conceptuales sobre la violencia exploran problemas relacionados con el uso descriptivo y normativo del término (Degenaar 2007). El problema de la falta de un concepto que tenga un correlato empírico preciso, implica a su vez la discusión sobre los orígenes etimológicos y los cambios en el significado del concepto de violencia. Lo que incluye, una controversia relativa a una definición adecuada, una diferenciación sustantiva, una evaluación sociopolítica y una evaluación moral de la violencia (Imbusch 2003). A ello, se suma la dificultad de explicar sus causas, efectos o consecuencias. El concepto “violencia” es un concepto analítico-descriptivo, siempre con significado normativo-político. Las teorías normativas o empíricas, que critican o justifican el ejercicio de la violencia buscan aclarar el rol de la violencia en la (re)producción y transformación del orden social. La violencia es un fenómeno complejo porque produce daño y destrucción al mismo tiempo que puede crear orden o estabilidad. La problematización de la naturaleza y función de la violencia aparece como problema central de la teorías sociales y políticas en el siglo XX. Anteriormente había sido tematizada en sus formas concretas como guerra, crimen, desviación, anomalía o en su identificación con el ejercicio del poder, pero no se le había asignado un lugar teórico central.
En este ensayo revisaremos dos debates fundamentales a las teorías contemporáneas sobre la violencia. Nuestra tesis es que ha habido un desplazamiento en la función y el significado que la violencia ha desempeñado en diferentes teorías sociales y políticas. Proponemos una distinción entre lo que denominamos teorías “clásicas” sobre la violencia y teorías “contemporáneas”. Esta distinción se explicará a partir de dos problemas, el primero de ellos, discute la relación entre poder y violencia, el segundo se pregunta por la legitimación de la violencia. Este cambio en la función de la violencia señala el movimiento por el que va de la marginalidad en la teorías clásicas hacia la centralidad en las teorías contemporáneas. Se distingue entre teorías del poder como opresión, poder como dominación y poder como violencia para explicar el giro por el que se resignifica la violencia y se le dota de un sentido crítico en las teorías contemporáneas. Este movimiento en la esfera del análisis significa una nueva concepción de la violencia e implica nuevas metodologías para su análisis.
2. Teorías clásicas y contemporáneas sobre la violencia
La violencia representa un problema actualmente porque dejamos de concebirla como aceptable o necesaria. Las teorías clásicas sobre la violencia ponen el centro de su análisis en la función de la violencia para la continuidad histórica, política o económica como lo fundamental (Arendt 2005: 18). No se problematiza la violencia como objeto central porque esta se halla determinada en función de la persistencia de un proceso que permanece asegurado por lo que precedió a la acción violenta y que va más allá de la violencia misma. De acuerdo con Hannah Arendt en Sobre la violencia (1970), la comprensión dominante de la historia ofrece una versión de esta determinada por una lógica de medios y fines (lógica teleológica). Arendt recurre a Hegel como ejemplo de esta formulación, para quien la historia es un matadero de masacres que lleva a cabo los objetivos de la razón.
Pero aún cuando consideremos la historia como el ara (Schlachtbank) ante el cual han sido sacrificados la dicha de los pueblos, la sabiduría de los Estados y la virtud de los individuos; siempre surge la pregunta: a quién, a qué fin último ha sido ofrecido este enorme sacrificio? (Hegel 2005: 145)
De acuerdo a la lectura de Arendt de Hegel, la violencia es un momento más en el desarrollo de las contradicciones sociales que forman parte de un proceso de progreso (Arendt 2005: 43). Desde esta lógica (teleológica), la violencia puede por un lado, ser concebida como un momento necesario que no rompe con el continuum temporal y que sirve como guía de acción para el futuro; por el otro, se presenta como la única interrupción posible a este proceso automatizado. Arendt ejemplifica el primer caso con la concepción de Marx sobre la historia, según la cual “la violencia (Gewalt) es la comadrona (Geburtshelfer) de toda sociedad vieja que lleva en sus entrañas otra nueva” (Marx 1986: 639). Si bien en el capítulo 24 de El Capital Marx sostiene que la violencia es sólo un momento en el desarrollo de la historia, esto no implica que sea la causa de los cambios en la sociedad sino de las contradicciones inherentes a ella. Para Marx la emergencia de toda sociedad está precedida pero no causada por eventos violentos, que compara con los dolores del parto. La violencia así determinada, se considera una potencia que designa el modo del desarrollo histórico, que explica la transición de un evento a otro.
En dirección opuesta, para Fanon, la violencia sí constituye la única solución frente a un estado de dominación colonial, en Los condenados de la tierra (1961) afirma el poder purificador y transformador de la violencia:
¿Qué es pues, en realidad, esa violencia? Ya lo hemos visto: es la intuición que tienen las masas colonizadas de que su liberación debe hacerse, y no puede hacerse más que por la fuerza […] Porque la violencia, y ahí está el escándalo, puede constituir como método, la consigna de un partido político […] Hay que reflexionar sobre esta problemática de la violencia. (Fanon 2014: 65–66)
Si bien Fanon sostiene que sólo la violencia posibilita la inversión de los valores impuestos por el colonizador, este es consciente de los límites de la violencia en la lucha contra el colonialismo. Por sí mismos, el odio y la agresión fracasan en la búsqueda de la liberación. La violencia es condición necesaria para la independencia, aunque no suficiente para la realización de su liberación. Para Fanon la pregunta no consiste en aceptar o no la violencia, sino en asegurar que su uso esté orientado a su superación y no a su auto-preservación. La violencia en este caso se haya justificada por el fin que se propone, sólo la violencia ejercida por el pueblo y organizada, en cuanto acto de resistencia y no sólo como acto espontáneo, permite romper con el proceso automatizado del poder colonial dominante. La inevitabilidad y necesidad de la violencia depende, de acuerdo a esta concepción, de una noción instrumental de la misma. La violencia es un medio requerido por un fin que la justifica y la limita, una herramienta que depende de una instancia que la soporta y la trasciende, sea esta una concepción de la historia, del progreso, del bien, de la libertad etc. Sin embargo, todos estos casos esconden una paradoja, la violencia en cuanto instrumento requiere de una justificación que nunca alcanza y sin embargo, se le presenta como inevitable o necesaria para el desarrollo histórico, una forma de gobierno o un proyecto emancipatorio.
Teorías como las de Hegel, Marx y Fanon comparten una concepción instrumental de la violencia que revela un problema. Algunas de estas teorías, como la de Hegel, evidencian la ausencia de problematización específica de la violencia, así como las limitaciones que la noción instrumental de la misma implica. Estas teorías enfrentan alguno de los siguientes problemas: o son ciegas a las formas concretas de la violencia (sus mecanismos, su fenomenología), o ignoran las condiciones concretas que producen la violencia (sus causas) y se centran principalmente en su aplicación como puro medio para cumplir fines determinados (objetivos). Sin embargo, ya en Marx o Fanon, a pesar de seguir atrapados en una concepción instrumental de la violencia, se realiza un desplazamiento que Arendt ve. Estas teorías señalan que la violencia no es un fenómeno transitorio o excepcional sin más, sino que es inevitable en cuanto elemento constitutivo de las formas de organización social moderna en términos de clase y raza. La diferencia entre Marx y Fanon se da en un segundo desplazamiento, mientras que para Marx, al igual que Hegel, la violencia es inevitable y constituyente de los procesos históricos,