Feminismo. El secuestro de una causa justa. Annemarie Haensgen
se convierten en cuatro olas irrefrenables de demandas y reivindicaciones que buscan terminar con la injusticia de la discriminación de las mujeres en los diversos campos del desarrollo humano.
En un momento en que el tema del feminismo ha recobrado una inusitada fuerza de la mano de las ideas del pensamiento de izquierda -que ya desde los sesenta viene sumando nuevas causas y banderas para aumentar su influencia en el mundo-, me pareció interesante contar con un texto que dé cuenta de la evolución del movimiento feminista desde una mirada histórica neutra o, si se quiere, menos ideológica. Ello nace de la incomodidad que me provoca el desconocimiento de sus objetivos originales en el contexto de sus raíces históricas, atendido el rechazo casi transversal que hoy provoca su mención o defensa en ciertos círculos sociales y políticos, que sólo ven su derivación más radical. La razón que subyace en este esfuerzo supongo que resulta evidente: soy feminista y no soy radical ni de izquierda.
La idea de realizar un recorrido por la historia del feminismo para tener una visión general del tema no es, por supuesto, original, sino que tiene muchísimas y destacadas versiones en distintos países que me sirvieron de guía para profundizar en un tema que siempre me ha apasionado. Mi intención no es otra que la de acercar al lector interesado a través de una compilación de breves reseñas biográficas de feministas; la mención de las obras fundamentales que representan esta corriente sociopolítica; y el surgimiento de nuevas corrientes que hoy se suman a su causa. De esta manera busco proporcionar una visión general del movimiento y su evolución. El objetivo de hacer este texto sin la carga ideológica del actual relato neomarxista surge de la experiencia personal que significó el estudio de muchas de las obras consultadas, que me conducían inevitablemente al pensamiento de la izquierda radical como única fuente que explicara su origen y desarrollo, lo que definitivamente no calza con la realidad histórica.
El feminismo se llama así porque nació de mujeres cuyo único objetivo era luchar por el derecho a tener las mismas oportunidades de desarrollo y dignidad que los varones. No fue su intención desatar una guerra contra los hombres, sino crear las condiciones para un mundo más justo e inclusivo.
Algunas académicas y filósofas del feminismo han estructurado su historia en cuatro olas del movimiento. Esta es la visión a la que voy a adherir por estimar que resulta una perspectiva que clarifica su evolución.
La primera ola feminista comienza en el período de la Ilustración, aquel movimiento filosófico, literario y científico que se desarrolló en Europa y sus colonias durante el siglo XVIII, y que representó una importante modernización cultural y el intento de transformar las caducas estructuras del Antiguo Régimen. Las mujeres tienen un despertar político y social al alero de los principios de igualdad, legalidad y fraternidad que inspiran a la revolución francesa y la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos de América. Su objetivo es simplemente que se le otorguen los mismos derechos que a los hombres.
La segunda ola del feminismo corresponde a la etapa del sufragismo y el activismo político, que persigue incorporar a la mujer masivamente a la educación formal en todos los niveles y al poder político.
La tercera ola feminista, llamada también feminismo contemporáneo, se caracteriza por la revolución social y un cambio en el lenguaje que pone al centro de la discusión la interseccionalidad y la abolición del “patriarcado y el capitalismo” como causantes primarios de la opresión de la mujer.
La cuarta ola feminista se alza como un feminismo en el que surgen nuevos objetivos y estrategias para la lucha social a partir de las banderas del multiculturalismo, la ecología y el activismo online.
La investigación sobre el tema y el desarrollo de la historia del movimiento en diversos puntos del planeta me llevó a constatar que el feminismo liberal clásico -o de la igualdad jurídica- fue el que inspiró a las feministas que se reflejan en la primera ola. Por el contrario, el discurso del feminismo radical actual se encuentra secuestrado por la ideología de género y la filosofía posmoderna, que ha permeado todos los ámbitos de la cultura y la sociedad a través de lo que se ha denominado la “batalla cultural”. De ahí la importancia de desarrollar este texto con una visión neutra del movimiento, haciendo un recorrido por su evolución y sus múltiples corrientes, intentando soslayar el tinte ideológico que exhiben la mayoría de las obras consultadas a través de la compilación breve y no exhaustiva de biografías y reseñas de las obras principales que constituyen su teoría, así como la descripción sumaria de estas nuevas corrientes.
Creo que en su origen el feminismo como movimiento social y político nunca pretendió ser un movimiento ideológico de derechas o izquierdas, sino plantearse como un movimiento social universalista, transversal y reivindicativo de derechos humanos fundamentales, que agrupara bajo el mismo paraguas a la mitad de la humanidad históricamente visible y a la mitad silenciada, lo que hasta ahora sólo ha logrado verdaderos avances y resultados tangibles en el mundo occidental.
En el mundo siempre han existido mujeres extraordinarias que han brillado por sí mismas y han dejado huella en la historia por sus talentos. Sin embargo, sólo hablamos de feministas cuando nos referimos a aquellas que dejaron prueba de sus reivindicaciones frente al estatus de su condición de mujer, considerada históricamente como inferior al hombre en los distintos ámbitos, buscando quizás despertar la conciencia colectiva sobre esta arbitraria creencia ancestral. Es así como, para hacer una cronología histórica del movimiento feminista, cabe remontarse a las primeras constancias escritas que hacen una vindicación de igualdad de derechos entre hombres y mujeres en cualquier ámbito.
El diccionario de la R.A.E. en su 21° edición señala que la palabra “feminismo” significa: “(Del lat. Fémina, mujer, hembra, e-ismo)m. 1. Doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres./ 2. Movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres”. La definición me parece parcial y pobre, aunque demuestra claramente lo que la mujer ha tenido que enfrentar a lo largo de la historia. Aparece de manifiesto en cualquiera de las dos acepciones de la R.A.E. que el mundo siempre estuvo dividido entre hombres y mujeres como dos categorías diferentes, en las que los primeros eran los que detentaban tradicionalmente el poder y en consecuencia, los derechos, mientras que las segundas estuvieron sometidas y, por tanto, invisibilizadas, con lo cual tuvieron que luchar primero para ser reconocidas como seres humanos dotados de mente y espíritu, y luego como personas sujeto de derechos.
El camino de la conquista que ha tenido que hacer la mujer a lo largo de los siglos por dicho reconocimiento ha sido lento, largo y muchas veces doloroso. En los inicios de este siglo XXI recién podemos afirmar que la igualdad de la mujer como persona no se cuestiona en los países del mundo occidental, al menos a nivel teórico, atendido que la igualdad de derechos fundamentales en tanto su calidad de persona humana se encuentra consagrada ya desde mediados del siglo XX en la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948.
Las precursoras
Son tantas las precursoras del feminismo que algunas se pierden en los anales de la historia. Sin embargo, todas ellas se caracterizaron por su individualidad y excepcionalidad en una sociedad que no reconocía ningún protagonismo a las mujeres. Sus vidas y acciones se vieron invisibilizadas mayoritariamente por una cortina del silencio y la omisión en los registros históricos de sus contemporáneos. Aún así, algunas trascendieron a su época y han llegado a nuestro conocimiento.
La poeta griega Safo de Lesbos -o Safo de Mitilene-, contemporánea de Homero, por ejemplo, se caracterizó por su cultura y libertad en la escritura de algunos poemas que todavía subsisten. Notable también fue Hipatia de Alejandría (370-415), matemática y filósofa griega cuya inteligencia y extraordinarios logros científicos y matemáticos llevaron a que la Iglesia la acusara de hereje y fuera cruelmente asesinada por una turba de fanáticos cristianos. Por su parte, Hildegarda Von Bingen (1089- 1179) fue una mujer cuya cultura y conocimientos abarcaron distintas áreas del saber, como filosofía, biología y música, desempeñándose además como abadesa durante el Sacro Imperio Romano Germánico. Otro ejemplo