Ética. Miguel Ángel Polo Santillán

Ética - Miguel Ángel Polo Santillán


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en que uno ha sido educado desde la niñez tiene, en estas condiciones, no poca importancia” (EN, II, 2, 1103 b).

      Eso le permite a Aristóteles relacionar éthos con héxis (costumbre, hábito, disposición adquirida). Esta forma de entender la virtud ética ha tenido doble importancia:

      i) La forma aristotélica se constituyó en el sentido clásico de la virtud ética, entendida esta como una disposición adquirida por hábito, un modo de comportarnos que se logra como segunda naturaleza.

      ii) La forma aristotélica de entender la ética hizo que se centrara la atención en las acciones (sin ellas no es posible hábito alguno) y las cualidades del agente, pero quedó olvidada la dimensión más amplia del êthos: el cuidado de la estancia, la preocupación por la morada en la que vivimos y recreamos, el espacio vital que nos sostiene y hacemos.

      Siguiendo esta línea, Maliandi sostiene que la ética es la tematización del ethos:5

      En el lenguaje filosófico general, se usa hoy ethos para aludir al conjunto de actitudes, convicciones, creencias morales y formas de conducta, ya sea de una persona individual o de un grupo social, o étnico, etc. En este último sentido, el término es usado también por la antropología cultural y la sociología. El ethos es un fenómeno cultural (el fenómeno de la moralidad), que suele presentarse con aspectos muy diversos, pero que no puede estar ausente de ninguna cultura. Es, como se verá luego, la facticidad normativa que acompaña ineludiblemente a la vida humana. Cuando se quiere destacar el carácter concreto de esa facticidad, en oposición a la “moralidad” (entendida entonces como abstracta o subjetiva), se suele hablar, siguiendo en esto a Hegel, de “eticidad” (Sitt lichkeit) (1994: 14).

      Así, el éthos tiene una dimensión de facticidad normativa (códigos de normas, sistema de valores, concepciones sobre lo que es moral y lo que no lo es). Sobre ese éthos es el que reflexiona la ética.

      En latín, la distinción entre êthos y éthos no es clara, porque ambos términos se traducen con el mismo término ‘mos’ (Aranguren 1965: 24). Aunque algunos autores todavía reconocen diferencias, se termina siempre con una “indiferencia lingüística”. Sin duda, esto bajo el influjo de Aristóteles. Así, ‘mos’ también es el modo de ser que se adquiere por hábito. Dice santo Tomás:

      El nombre de virtud moral viene de ‘mos’ en el sentido de inclinación natural o cuasi natural a hacer algo. Y el otro significado de ‘mos’, es decir, costumbre, es afín a este, porque la costumbre en cierto modo se hace naturaleza y produce inclinación semejante a la inclinación natural (Suma Teológica, 1-2, q.58, a. 1).

      El término latino de donde viene ‘moral’ no trajo un significado nuevo, solo fue para traducir el término griego. Por eso, hasta la época premoderna, no hubo diferencia sustancial entre ética y moral.

      El êthos como morada o modo de ser continuó su camino por otros medios, especialmente con la dimensión de la “morada interior”, es decir, de la conciencia moral, tema que aparecerá con la ética cristiana, asunto casi no tratado por la reflexión ética griega.6

      ¿Qué podemos aprovechar de la etimología? Para empezar, por lo menos hay dos razones de su importancia:

      a) Abre la perspectiva de volver a relacionar la ética como morada; como cuidado de la morada interior, comunitaria y natural. Esta preocupación por la morada se hace relevante en las éticas personal, social y ecológica.

      Otra expresión de la importancia de la morada es la relación de la ética con la economía y la ecología, dado que etimológicamente nos estarían indicando que las tres tienen que ver con la morada, la casa, el lugar donde se habita.

      Planteado desde la ecología, Guatt ari (1996) ha propuesto tres tipos:

      – Ecología mental.- Implica ver y transformar nuestro ser personal (ideas, pensamientos, sentimientos, comportamientos, modos de relacionarnos, etcétera).

      – Ecología social.- Tiene que ver con problemas como las injusticias sociales, además de la justa organización de una sociedad.

      – Ecología medioambiental.- Nos exige tener en cuenta el impacto que recibe el medioambiente por parte de la acción humana, para reducir los efectos negativos.

      b) Vuelve a poner de relieve la importancia de la morada; no solo de las acciones, las costumbres y el buen comportamiento, sino también de otros factores que tendieron —poco a poco— a dejarse de lado: las condiciones sociales (económicas y políticas), el campo y las estructuras que generan las formas de vida, la dimensión psíquica de la personalidad, etcétera.

      1.2.2 La forma griega de definir la ética

      Según Zubiri (1948: 223), en Sócrates no encontramos que lo ético sea una meditación sobre, sino que consistió en vivir meditando. Reflexión y vida hallaban unidad en este pensador griego, lo que marcó un estilo de afrontar los problemas morales en el mundo antiguo.

      De modo similar, Aristóteles, al distinguir el saber teórico del saber práctico, coloca a la ética como un saber práctico.7 Dice que no estudiamos ética “[…] para saber qué es la virtud, sino para aprender a hacernos virtuosos y buenos; de otra manera, sería un estudio completamente inútil” (EN, II, 2, 1103b, 27-29). Y en las últimas páginas de la misma obra reitera: “[…] no es suficiente el saber teórico de la virtud, sino que hay que esforzarse por tenerla y servirse de ella, o de algún otro modo hacernos hombres de bien” (EN, X, 9, 1179b).

      Ese es el mismo sentido que darán a la ética los pensadores postaristotélicos como los epicúreos y los estoicos, cuyo tema predominante fue el ético. En síntesis, la vivencia socrática de la ética hizo que las reflexiones éticas no pudiesen alcanzar el estatus de ciencia apodíctica. Además, por la propia naturaleza de los asuntos que trata: los actos humanos en un contexto comunitario. Tal es el carácter que le impregnó Sócrates a la ética. Hasta Séneca (siglo I d. C.) seguía diciendo: “Busquemos, por consiguiente, qué es lo mejor que ha de hacerse, y no lo que es más acostumbrado; y qué es lo que nos coloca en posesión de la felicidad eterna y no lo que agrada al vulgo, que es pésimo intérprete de la verdad” (De la vida bienaventurada II, 2).

      Esta no distinción entre ética y moral tiene dos sentidos: a) por un lado, lo que hoy llamamos moral era en el mundo antiguo el éthos, el ámbito de las costumbres, los hábitos, las acciones humanas. Y la ética era incluir un valor diferencial en el éthos, más aún, una forma en la que el éthos puede alcanzar su realización. Aun haciendo la diferencia entre el éthos y la ética, esta última tiene un sentido práctico; es decir, que se expresa en la vida personal y comunitaria. b) Este surgimiento de la ética se debe a la inclusión del logos (palabra-razón-sentido) en el mundo de las acciones humanas. Compartir razones para dar sentido, ordenar y orientar las acciones y la vida humana. Por eso, la ética podría ser entendida como sabiduría práctica, como un aprendizaje racional sobre el vivir bien.8 Por lo general, esta será la misma línea que se seguirá en el mundo medieval. No obstante, ¿cómo aprender a vivir bien? En eso se diferenciarán las distintas doctrinas filosóficas, a pesar de compartir el mismo paradigma naturalista.

      1.2.3 La forma moderna de definir la ética

      La modernidad trae nuevos presupuestos, como el de convertir al ser humano en sujeto que funda la realidad y la praxis. No cabe duda de que Descartes traza los nuevos caminos para el mundo moderno. En primer lugar, el hombre es definido por su subjetividad, por su yo subjetivo. De ese modo, traza una línea divisoria con la naturaleza concebida como mecanismo. Será la razón subjetiva la que se encargará de conocer y actuar. Más aún, el conocimiento científico debería ser fundamento de la acción moral. Pero como es consciente de que la ciencia había avanzado poco, apuesta por una “moral provisional”, lo que indica que hay que esperar para que el conocimiento


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