Comprendiendo las parábolas de Jesús. Klyne Snodgrass

Comprendiendo las parábolas de Jesús - Klyne Snodgrass


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posible que haya un cambio en el énfasis o en el auditorio, lo cual se arguye con las parábolas como los obreros de la viña (Mt 20.1-16) o del juez injusto (Lc 18.1-8). Ambas son parábolas difíciles. Sin embargo, al menos para la mayoría de las parábolas, el contexto que dan los evangelistas no es una distorsión, sino una ayuda necesaria para comprenderlas. Mi aprensión no es por un contexto histórico específico, sino por el marco de referencia adecuado dentro del ministerio de Jesús para comprender la parábola específica.

      Solo tres parábolas proveen una explicación en detalle donde se asigna relevancia alegórica a las características del relato: el sembrador, el trigo y la cizaña, y la red. Algunas parábolas no tienen conclusión explicativa, un nimshal que hace explícita la naturaleza de la analogía. Ellas son bien claras sin el nimshal o pretenden provocar el pensamiento para que el lector efectivamente provea el nimshal (p.ej., la parábola del hijo pródigo; Lc 15.32). Otras parábolas –siguiendo las formas o los géneros del Antiguo Testamento, la apocalíptica, y rabínica– incluyen un nimshal, que generalmente inicia con “Así también” (houtōs, Mt 18.35) u “Os digo” (como en la parábola de la oveja perdida, Lc 15.7). Las parábolas jurídicas, por su naturaleza, expresamente requieren un nimshal. Bien podría darse el caso de que una parábola no precisara un nimshal con el relato original de Jesús, pero fue necesaria cuando el evangelista la incluyó en su narrativa (o viceversa). Si se ha provisto un nimshal, quizá fue para enfatizar el propósito de Jesús, pero la única interrogante prudente respecto de cualquier nimshal sería si está conforme con el propósito de la parábola. Lo importante es que muchas parábolas necesitan una conclusión y una explicación para establecer su punto.147 Todas las parábolas del Antiguo Testamento tienen una explicación de conclusión, o una introducción que explica la analogía al principio. Las parábolas apocalípticas con frecuencia se presentan como misterios hasta que se da una explicación.148

      Las parábolas greco-romanas tienen explicaciones, y las rabínicas con frecuencia tienen largas explicaciones que detallan la intención de la analogía, como incluso se evidencia con un vistazo ocasional. Argüir que las parábolas de Jesús no necesitan de interpretación, o que las interpretaciones son agregados posteriores, evidencia un prejuicio contra la realidad y argumenta contra todo lo comprendido sobre las parábolas en otros lugares.149

      No contamos con la ipsissima verba de Jesús, ni deberíamos esperarlo, y los intentos de reconstrucción no podrán proveernos. James Dunn tiene razón, el único Jesús al que tenemos acceso, es el Jesús que se recuerda, y su impacto con sus discípulos.150 La posición de Dunn es una evocación de Martín Kähler: el único Jesús que existe es el Cristo histórico, bíblico.151 Cualquier otra cosa es un invento de la imaginación. Esto no quiere decir que uno defienda la posición de aquellos que omiten el énfasis del análisis histórico de Jesús, sino que es un reconocimiento de la naturaleza de nuestros documentos.

      Ninguno de estos comentarios tiene la intención de sintetizar la investigación. Cada parábola se tiene que analizar respecto a su forma, contenido, estilo de redacción, conformidad con su contexto, o cualquier otra interrogante crítica que surja en el transcurso de la investigación. Las páginas a continuación tienen el propósito de prestar atención a cada parábola. Las teorías de cuál de los relatos es la más prístina de las parábola se debe determinar por el análisis de los relatos, y no de cualquier teoría de las relaciones sinópticas, y por supuesto de ninguna teoría de fecha temprana del Evangelio de Tomás. La hipótesis de las “dos fuentes” puede ser correcta, pero yo no estoy convencido, y no quiero que una teoría sobre el texto determine el análisis del texto.Los lugares que algunos arguyen que Mateo y Lucas emplearon versiones diferentes de Marcos y Q, o una versión de Marcos que no tenemos152 no infunden confianza. La imagen puede ser, y creo que así es, mucho más complicada de lo que implica las introducciones al estudio del Nuevo Testamento. Estoy convencido de que el Evangelio de Tomás se originó en el siglo segundo como un resultado oral secundario. No depende directamente de ninguno de los evangelios canónicos, pero sí de la tradición de los evangelios canónicos, que en gran parte habrían circulado oralmente.153 Sin embargo, una teoría de orígenes no resuelve el asunto. Cualquier Evangelio, sin que importe cuán tardío, concebiblemente podría preservar un relato prístino de una parábola, y la única solución es el análisis de cada parábola y sus temas. Ese análisis viene a continuación de una investigación de las parábolas en el mundo antiguo.

       Capítulo 2

       Parábolas en el mundo antiguo

      Jesús no fue la primera persona en contar parábolas y, a pesar de su originalidad y creatividad, las formas que empleó no eran nuevas.1 Las parábolas de diversículos tipos se conocen casi en todas las culturas y aparecen en varias clases de literatura. El material más antiguo semejante a la parábola o parabólico que conozco data del siglo veinticuatro a.C.,2 pero puede haber otras más antiguas. Hasta cierto punto, los eruditos cristianos y judíos han sido culpables de provincialismo e imperialismo cultural cuando estudian las parábolas, porque con frecuencia han ignorado o despreciado las de otros contextos. Sin restar importancia a las parábolas rabínicas, necesitamos una visión más amplia cuando analizamos parábolas similares a las de Jesús. La expresión parabólica es una forma común del pensamiento humano, conocida en todas las culturas. Especialmente las parábolas budistas y chinas tuvieron gran influencia. Las fábulas de Esopo en el mundo griego son claramente similares, incluso si su relato tuvo propósitos diferentes y a pesar de que usualmente referían plantas y animales. De hecho, Jülicher clasificó las parábolas narrativas de Jesús como fábulas.3 Aunque las diferencias son obvias, uno trata con el mismo proceso de pensamiento. Estas historias tampoco crecieron repentinamente en suelo griego, como sabían los colectores de las fábulas de Esopo, porque ellos mismos han propuesto un origen “sirio”.4 Algunos eruditos sugieren que hay influencia de historias budistas en las fábulas de Esopo y en las parábolas rabínicas.5

      Pero, si el pensamiento parabólico es preponderante en todas las culturas, hasta donde sabemos, nadie antes de Jesús empleó las parábolas en forma tan consistente, creativa y eficaz como él. Tampoco nadie las utilizó así después de él. De todas maneras, ello no significa que se debe ignorar o descalificar el valioso aporte de otros que aplicaron el método parabólico, sea este Ahiqar, los rabinos judíos, Epicteto, Blaise Pascal, Søren Kierkegaard, o muchos otros de diversas culturas y épocas. No podemos lidiar con las parábolas en general, pero necesitamos examinar el contexto religioso y cultural pertinente para el estudio de las parábolas de Jesús, que incluye el Antiguo Testamento, los escritos judíos primitivos, el contexto grecorromano, la iglesia primitiva, y los escritos judíos postreros.

      El Antiguo Testamento es la principal influencia en el uso que hace Jesús de las parábolas. El género de las parábolas de Jesús, la forma de pensar parabólica, las imágenes, y el uso de las parábolas en la literatura sapiencial y especialmente como instrumentos proféticos, indican esa dirección.6 Se ha subestimado esta influencia obvia en las parábolas de Jesús,7 sin embargo, no tenemos evidencia de que otras fuentes influenciaran a Jesús, o de otras parábolas anteriores a él que demuestren nada semejante al uso que Jesús les da. Veremos que hay formas relacionadas, pero fuera del Antiguo Testamento no hay mucho material semejante a la forma de las parábolas de Jesús. No hay parábolas narrativas en los manuscritos del Mar Muerto, tampoco aparecen en la literatura apócrifa o en los escritos pseudoepigráficos que preceden al ministerio de Jesús. Si seguimos a Jacob Neusner, en afirmar que “no sabemos lo que no podemos mostrar”, debemos ser muy cautos de tomar simplemente las parábolas rabínicas como la clave para entender las parábolas de Jesús,8 aunque ellas sean muy importantes. Además, centrarnos simplemente en los escritos rabínicos es ignorar la cuestión principal de la relación de las parábolas de Jesús y de los rabinos con los tipos similares de discurso en casi cada cultura. ¿De dónde desarrollaron los rabinos el procedimiento? También para ellos, además de cualquier otro elemento que conlleve, el Antiguo


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