Arriva Italia. Marcos Pereda
carrera, que podemos verla. Eso sí, tenemos que quedarnos después un rato más, para recuperar el tiempo. Ya vienen, es increíble lo rápido que van, ¿no? Qué va, si por esas mismas carreteras vi yo una vez huir a Salvatore Giuliano y algunos de los suyos montados en un coche y esos sí que iban rápidos. ¿Tú viste a Salvatore? Sí lo vi, hasta un día pasó por casa, era moreno, muy moreno, y siempre estaba sonriendo. Y regaló a mi madre unas monedas, recuerdo que lo hizo así, le puso una pequeña bolsa en las manos y le dijo, tome señora, para los niños. Eso hizo. Tú qué vas a haber visto a Giuliano. Sssshhhh, callad, no se mienta el nombre. Ya vienen, ya vienen. Este año la carrera no se le escapa a Coppi. Pues a mí me gusta Magni. ¿Ese? Ese es un calvo suertudo, no fastidies. Ya llegan. Fiiiiiuuuuuu. ¿Lo viste? Sí, qué rápido iban. Y cuantos colores. Ha sido como un arcoíris que se desboca. Sí, eso mismo.
Que ya llegan, que ya llegan, qué haces que no bajas. Pero deja todo eso, hombre, déjalo, que llegan los ciclistas, ¿no los ves, allá a lo lejos? Dicen que ayer el Vesubio volvió a soltar humo, ¿no? Sí, pero parece que no será nada, cuenta mi madre que cuando el Vesubio se pone realmente travieso le decía su abuela que el aire se pone así, como más denso, y que casi se puede masticar, y que esta vez no pasará nada porque está el aire fresco y transparente. Sí, eso es verdad. Parece que llega escapado Bartali. ¿Bartali? ¿Y eso como lo sabes? Pues porque lo he escuchado por la radio. La radio, la radio, qué sabrá la radio. Mira, mira, por ahí viene, es un pequeño grupo. Qué rápido van. ¿Ves, ves? Era Bartali. ¿Bartali, quién? Sí, hombre, el de la camisa verde, el que llevaba una gorra para atrás. Yo no he visto ninguna camisa, ese no era Bartali. Tú lo que pasa es que eres muy de Coppi.
Que vienen, que vienen. Tranquilo, hombre, si por aquí pasan a toda velocidad, pero luego tienen que acercarse a la Piazza. ¿Cómo, a San Pedro? Sí, me han dicho que les va a bendecir el Santo Padre. ¿El Papa? ¿Y qué tiene que ver el Papa con el Giro de Italia? Hombre, dicen que si es íntimo amigo de Bartali, ¿no? Igual es por eso. ¿Tú crees? Sí. Y, a ver, quién te lo ha dicho a ti, ¿eh?, quién. Pues un amigo mío que trabaja en el Vaticano. ¿Que trabaja? Bueno, que estuvo el otro día allí, pidiendo algo para poder comer. Ah, eso sí. Ya llegan, ¿ves? Viene primero un pequeño grupo y luego todos los buenos. Dicen que por ahí, a lo lejos, han tenido que desviarse porque la carretera estaba llena de agujeros. ¿De obuses? Eso cuentan. Son tiempos duros, sí. Ahí están, ahí están. Vai Coppi, vai Bartali.
Ya vienen, ya vienen, vamos, no te retrases. Por el mismo Cristo Nuestro Señor, no te retrases. Pero vamos, deja eso. Amén. Que no les vamos a ver, qué estabas haciendo. Pero, ¿cómo voy a dejar de rezar el Santo Rosario? ¿El Rosario? Pero que llegan los ciclistas, ¿no te das cuenta? Está bien, vamos para allá. Oye, ¿y tú quién crees que ganará este año? ¿Este año? Coppi, es el mejor con mucha diferencia. Pero, ¿cómo que Coppi? Pero si tú eres un sacerdote, tú tienes que ir con Bartali. Y eso ¿por qué, vamos a ver? Pues porque Bartali es Gino el Piadoso, es el amigo del Papa, es el hombre de Acción Católica, el que va a misa todos los domingos. ¿Y Coppi no va a misa? Qué va a ir ese… bueno, igual va, pero no con la misma devoción. No importa, este año ganará Coppi. Vamos, tú tienes que ser de Bartali. Que no, que te digo que no… Bartali es un gran campeón, es fuerte, duro, rocoso, pero Coppi… Coppi es…… algo especial cuando pedalea. ¿Algo divino? No blasfemes, te pido por favor que no blasfemes. Allí vienen. Vai Coppi, vai. Vamos, vamos, al final te acabarás hincando de rodillas…
Vamos a verlos, ¿no? Vamos, que llegan. No me metas prisa, hombre, si yo ya lo he visto todo, ¿no te he contado que estuve aquí en 1946, cuando lo de Giordano Cottur y los americanos? Pues claro que me lo has contado, y tampoco hace tanto de eso, y además a Giordano yo le conozco mejor, que hasta he salido a entrenar con él alguna vez. Aquello sí que fue importante, deberías haber estado allí, qué cantidad de gente… Dicen que este año viene fuerte Magni. ¿Qué? Que llega fuerte Fiorenzo Magni, que podría ganar. No digas tonterías. Ya vienen, ya vienen. Luego te explico dos o tres cosas sobre ciclismo.
¿Los ves, los ves? Ha merecido la pena subir hasta aquí, no me digas que no, así los puedes ver un montón de rato, en todas esas curvas enlazadas. Y además mira qué paisajes, la grandiosidad de los Dolomitas, el Rifugio Pordoi allá arriba, sí, sí que ha merecido la pena, aunque hayamos tenido que darnos un calentón por estas pendientes, ¿verdad? Ya llegan, ya llegan, mira, creo que es Coppi, sí, es Coppi, veo su maglia rosa. ¿Y Bartali, dónde estará Bartali? Míralo, anda un par de curvas más abajo, lo ves, es el que va de verde, allí, a lo lejos. Van solos, los dos van solos. Pues claro, niño, quién quieres que aguante la pedalada de esos dioses, quién. Ya vienen, ya vienen.
¿Vienen o no vienen? Porque nos estamos quedando helados, a quién se le ocurre venirse hoy al Bondone, con lo bien que podíamos haberles visto en Trento, y no aquí arriba, con toda esta nieve, y este frío que nos acabará matando. ¿Sabes algo de cómo va la carrera? Nada, la radio no funciona, y por aquí no pasa un coche desde hace un rato. Pues ya ves, lo mismo hasta han suspendido la etapa y tenemos que bajarnos a casita sin ver ni un solo corredor, y eso ya sí que sería… Mira, mira, ¿ves allá abajo? Parece que suben autos, y por lo despacio que van deben de ir con una bici. Menuda vista tienes, distinguiendo detalles con esta nevada. Espera, espera y verás. Tú quién crees que puede ser. Ni idea, yo desde que Coppi y Bartali no andan he dejado el ciclismo de lado, ahora lo mismo me da uno que otro. Hombre tampoco es eso. Que sí, tú no lo puedes comprender, porque eras muy joven, pero aquello fue totalmente diferente, auténticas multitudes en las carreteras, la carrera abriendo todos los periódicos, la gente totalmente dividida, con respeto, sí, pero con fiereza, que si eras de Coppi parecía que tenías que juntarte siempre en las tabernas con cuadrillas de aficionados de Coppi, y si eras de Bartali lo mismo. ¿Tanto? Tanto, pero mira, por allí llega. ¿Quién, quién es? No lo sé, pero observa cómo sube. Y lleva manga corta, si debe haber cinco grados bajo cero. Y con esta ventisca. Vai, vai. ¿Quién era? Dicen por aquí que Gaul, el luxemburgués. Era increíble cómo trepaba. Y su rostro, ¿viste su rostro? Sí, iba lívido, como muerto. Mira, allí viene otro. Es Magni, es Magni. Pero cómo va a ser Magni, si se rompió la clavícula hace una semana. Que es Magni te digo, vai Fiorenzo, vai. Un sufridor admirable. Sí, pero iba inclinado, torcido sobre la bicicleta, reptando como un perro. Coppi y Bartali, no habrá nunca nadie como ellos. Nadie.
Ya vienen, míralos, ya han entrado en la Arena milanesa, ahora darán unas vueltas, disputarán la etapa, luego saludarán al público. Míralos, míralos, ¿los ves? Llevan casacas azules, verdes, moradas, rojas. Mira, allí, al final del grupo, la maglia nera. Y al frente, casi en cabeza, la maglia rosa. Míralo, debe de ser glorioso vestirla, ¿no?, aunque sea un día, aunque sea de prestado antes de que los buenos la cojan. Sí, el ambiente es magnífico, hay que sentirlo, se me pone la piel de gallina. Sí, sí, qué pasa, a veces también un viejo puede derramar un par de lágrimas, emocionarse, ¿no? No está mal. Es recordar el pasado, tiempos peores, sí, pero tiempos que vivimos. Porque tú no lo recuerdas, claro que no, pero hubo cuando esto, estos hombres, eran para nosotros casi tan importantes como nuestra propia vida. Sí, fueron momentos difíciles, claro, momentos extraños. Habíamos discutido entre nosotros, como dos hermanos queridos pero vengativos, y parecía que jamás, jamás, podríamos volver a abrazarnos. Y entonces, pero tú de esto no te acuerdas, entonces, digo, ellos salieron, y recorrieron el país de arriba abajo. Entero. Bueno, casi entero. Y nos hicieron volver a sentir orgullosos, nos hicieron volver a amarnos, volver a tender las manos. Vimos que había un mañana allí donde antes solamente parecía haber un ayer. Ellos, sobre todo ellos dos, claro, pero también los demás, nos hicieron, casi nos obligaron, a sentirnos de nuevo como una nación. Y aquello fue tan especial… Tú no puedes entenderlo, y seguramente es mejor, mejor que no lo concibas, mejor que no lo imagines, mejor que no hayas visto los muros derruidos, la ausencia de ventanas porque no había paredes, el terror de las alarmas en mitad de la noche. No lo has vivido, y ojalá no lo tengas que vivir. Solo te digo que entonces el Giro, las bicicletas, ellos dos, vinieron a salvarnos. A salvarnos, seguramente, de nosotros mismos. Y lo consiguieron, es verdad que lo consiguieron. Y sí, por eso ahora se me caen dos o tres lágrimas, déjame, soy un viejo cansado, un viejo que recuerda, recuerda demasiado. Me valdría con que tú, precisamente tú, no les olvidaras.
Italia,