Salud del Anciano. José Fernando Gomez Montes
hacen prescripciones sintomáticas sin tratar de buscar una explicación sindromática a las múltiples quejas de ellos. Además, no valoran el riesgo-beneficio del medicamento y en ocasiones la sintomatología sobreagregada se debe más al plan terapéutico que a la misma enfermedad de base, debido a interacciones medicamentosas que el médico desconoce.
Prescripción de medicamentos de reciente salida al mercado: esta es una situación frecuente y tiene riesgos para los ancianos, ya que la mayoría de las pruebas clínicas sobre la utilidad de los medicamentos se hace en grupos de personas más jóvenes y no se incluyen ancianos con multipatología. Aunque el medicamento ofrezca utilidad real es prudente esperar de seis meses a un año antes de decidir su utilización en ancianos.
Instrucciones al paciente: tal vez sean las instrucciones al paciente las que permiten obtener una mayor adherencia al tratamiento, disminuir los errores en la medicación y optimizar el manejo de los medicamentos por parte del anciano. Es importante conocer cómo percibe la enfermedad, la eficacia de tratamientos anteriores y la experiencia, si la hubo, con los medicamentos que se van a prescribir. Las formulaciones complejas generalmente no se siguen y existe poca adherencia a los tratamientos cuyos propósitos y finalidades no hayan sido explicados en forma clara e inteligible. La educación es un factor fundamental para evitar el abuso de medicamentos.
Es el proceso de retiro de una inadecuada medicación, supervisado por un profesional de la salud, con el objetivo de manejar la polifarmacia y mejorar los resultados en salud. A partir de la década de los 90 en Norteamérica y Europa se comenzaron a desarrollar estrategias para la disminución de la polifarmacia (prescripción de >5 medicamentos/día) y de la prescripción inadecuada en la población anciana (en la cual se incluye el proceso de desprescripción).
Desprescripción es un proceso que requiere la identificación sistemática de todos los medicamentos que consume el anciano, la priorización de los medicamentos que deben ser suspendidos, la determinación de la mejor forma de hacer la suspensión del medicamento y la monitorización y seguimiento del plan desarrollado.
Seguridad económica al envejecer
La economía del envejecimiento ha sido analizada principalmente en países desarrollados, en los cuales la historia da cuenta de estructuras económicas muy diferentes a las que se presentan en América Latina y, específicamente, en Colombia donde hay una parte importante de la población que participa en el sector informal, donde existen grandes desigualdades en la distribución del ingreso, bajos niveles de cobertura social y carencias en los sistemas de pensiones que se traducen en una gran heterogeneidad y vulnerabilidad económica y social, lo cual hace necesario el análisis de la economía del envejecimiento en estas latitudes.
De otro lado, la titularidad y garantía de derechos respecto de la seguridad de ingresos durante toda la vida sigue siendo un asunto pendiente en la agenda social de la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, en los cuales gran parte de la población continúa viviendo la incertidumbre económica como uno de los aspectos más preocupantes de su vida diaria. En las últimas décadas, se han incrementado los desajustes de los sistemas de protección social, en consecuencia, la protección es desigual y los riesgos de enfermedad, desempleo y discapacidad se traducen en la reducción o en la pérdida de recursos económicos para satisfacer las necesidades que toda sociedad debería garantizar como un derecho fundamental. Los ancianos no solo tienen menos recursos (cuando los tienen), sino que deben invertirlos en su seguridad social.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), los aspectos más relevantes en el estudio de la población anciana, más allá de lo demográfico, son las implicaciones económicas, sociales, culturales y psicológicas, así como las jubilaciones, la salud, los cambios en los hábitos de consumo, los arreglos residenciales y los cuidados que demandan los ancianos.
En el análisis económico se destacan tres aspectos. En primer lugar, las pensiones de jubilación inciden en las contribuciones de los trabajadores y en el tesoro nacional. En los países donde la población de ancianos es importante, como en los países de mayor desarrollo, la carga pensional se hace cada vez más onerosa para el Estado y para la población más joven que trabaja, sobre todo, cuando los individuos no han ahorrado para su vejez. En segundo término, los estudios demográficos señalan que el crecimiento de la proporción de ancianos incrementa los gastos en salud, ya que las enfermedades crónicas y la prevalencia de discapacidades, que son las que más afectan a esta población, tienen tratamientos complejos y costosos. Una tercera característica es la transformación acelerada de la demanda de cuidados de las personas dependientes por motivos de salud dentro de los hogares, así como los hogares y cuidados geriátricos institucionales.
En este capítulo se analizan los siguientes aspectos: seguridad económica, participación económica y laboral, ingresos y pensiones, pobreza, trabajo y ocupación y ayudas familiares, considerados los más relevantes en torno a la economía del envejecimiento.
La seguridad económica de los ancianos se define como la capacidad de disponer y usar de forma independiente una cierta cantidad de recursos económicos regulares y en montos suficientes para asegurar una buena calidad de vida. El goce de la seguridad económica permite satisfacer las necesidades objetivas y ser independiente en la toma de decisiones. Además, mejora la autoestima, al propiciar el desempeño de roles significativos y la participación en la vida cotidiana como ciudadanos con plenos derechos. Así, la seguridad económica es la cara opuesta de la pobreza, puesto que permite generar las condiciones para un envejecimiento con dignidad y seguridad.
El estudio de la seguridad económica de los ancianos comprende dos aspectos: 1) situación económica y 2) posición económica. La situación económica está determinada por el poder adquisitivo, que puede provenir de diversas fuentes: trabajo, ahorros, jubilaciones o pensiones, rentas, entre otros. Obedece directamente al nivel y tipo de consumo, el cual depende de la edad, el estado de salud, de los arreglos de residencia y de cuántos servicios corran por cuenta del Estado a través de servicios gratuitos o subsidios.
La particularidad del estudio de la situación económica en la vejez es la necesidad de incluir la trayectoria de vida como un elemento subyacente, debido a que el poder adquisitivo tiene que ver con la posición económica anterior y con las decisiones y circunstancias a las que se vieron sometidas las personas en otras etapas o momentos del curso de vida. Se plantea que la etapa más importante en la determinación de la situación económica en la vejez es la inmediatamente anterior a la jubilación. Sin embargo, las evidencias niegan esta posición ya que, por una parte, en las etapas previas igualmente se definen factores relevantes tales como el nivel educativo, la elección de determinada carrera y el número de hijos y, por otra parte, la jubilación no es un hecho universal, menos aún para las mujeres.
La posición económica en la vejez se evalúa a partir de los ingresos o los bienes de los individuos que componen el grupo de ancianos en relación con otros grupos de edad o con la población total. Sin embargo, también es importante estudiar las diferencias al interior de la misma generación, básicamente porque en la vejez son más evidentes las desventajas que se acumulan a lo largo de toda la vida. Esto implica identificar aquellas variables estratificadoras de mayor importancia, en las cuales el género se puede traducir en mejor o peor posición económica de acuerdo con la trayectoria de vida de las personas. La posición económica de los ancianos