El pequeño doctor. Alfred Vogel

El pequeño doctor - Alfred Vogel


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(anginas), una enfermedad insidiosa

      He observado con frecuencia como las toxinas de una amigdalitis mal tratada producían secuelas mucho más graves que las mismas anginas, como otitis media, reumatismos articulares y manifestaciones de artritis. Las toxinas producidas por la infección de las amígdalas pueden llegar incluso a producir una lesión cardíaca con fallo parcial de alguna válvula del corazón. Hace poco, una paciente me contó su caso, que tiene que ver con lo descrito. Estaba sana y había tenido partos normales, hasta que una amigdalitis mal atendida dio al traste con su salud. Sus médicos coincidieron también en señalar que la lesión de una de sus válvulas cardíacas era consecuencia de la propagación de las toxinas de las anginas padecidas. Por si fuera poco, la medicación alopática terminó afectando a su estómago e intestinos. La que había sido una mujer rebosante de salud se había convertido en una enferma de gravedad.

      No debemos tomar a la ligera las anginas ni descuidar su tratamiento si queremos evitar recaídas. No hay que tener prisa en salir a la calle, sobre todo si hace mal tiempo, ya que podría costarnos caro, pues las bajas presiones atmosféricas empeoran sensiblemente los efectos de la amigdalitis. Las personas con déficit de calcio y de constitución linfática son propensas a padecer esta enfermedad, lo que nos indica la conveniencia de procurarnos una alimentación rica en calcio y tomar algún preparado natural de calcio, como, por ejemplo, un compuesto de calcio y ortiga.

       Medidas eficaces contra la amigdalitis

      Otros medicamentos naturales han mostrado su eficacia terapéutica en estos casos. Ante todo, es necesario administrar tempranamente Lachesis D10, del que tomaremos, por regla general, cinco gotas tres veces al día disueltas en un poco de agua caliente. A su vez, pincelaremos con regularidad (de dos a tres veces al día) la garganta con ácido láctico natural del 15% al 20%. Para ello, emplearemos un fino pincel mojándolo en un concentrado de suero láctico sin diluir. Si lo hacemos apenas hayamos notado las primeras molestias, es posible que podamos erradicar totalmente una amigdalitis incipiente. Además, podemos aumentar nuestras defensas tomando extractos de equinácea recién recolectada, ya que contiene una sustancia natural que activa la respuesta inmunitaria del organismo y ejerce un efecto antiinflamatorio. Si los bronquios también se ven afectados, convendrá añadir unas gotas de imperatoria.

      El uso de procedimientos de aplicación externa nos ayudará también a combatir esta enfermedad. Las cataplasmas de hojas de col van bien, pero aún tienen un efecto más intenso las de rábano rusticano (muy picante) rallado, junto con la adición de requesón. El uso de requesón o de zanahoria rallada junto con el rábano rusticano suaviza el efecto de este último y evita que su acción irritante sea demasiado intensa. Para conseguir el efecto deseado, basta mezclar una tercera parte de rábano rusticano con dos terceras partes de requesón o de zanahoria rallada.

      Para deshacernos de los últimos restos de toxinas, es necesario seguir un tratamiento posterior a base de gotas para los riñones junto con gotas para el hígado. También los baños sudoríficos (de vapor) contribuyen a una rápida eliminación de las toxinas. Mientras dure el tratamiento cuidaremos de que nuestra dieta sea pobre en proteínas y rica en sustancias vitales. Vale la pena realizar un tratamiento a fondo de las amigdalitis, sin ahorrar esfuerzo y dedicación, para evitar la aparición de posibles secuelas que, como sabemos, a veces pueden ocasionar daños irreparables.

       Fiebre del heno

      No resulta nada agradable ni fácilmente soportable, padecer la llamada fiebre del heno (rinitis alérgica primaveral) mientras otras personas gozan del esplendor de la floración que tiene lugar en la naturaleza. Una vez que aparecen sus manifestaciones, no es posible quitárnosla de encima de forma rápida. Para poder vernos libres de este trastorno, hay que iniciar antes un tratamiento preventivo con suficiente antelación; a más tardar, en febrero. Todas aquellas personas que conocen su predisposición a padecer este trastorno deberían adoptar las medidas necesarias ya durante el invierno, y no esperar a que llegue la época de floración de árboles y plantas.

      Existe una cura de probada eficacia que consiste en diez inyecciones subcutáneas (debajo de la piel) de un preparado homeopático a base de ácido fórmico y un preparado fitoterápico. Para asegurarnos de su éxito, habrá que repetir esta cura a principios del siguiente año. No hay que olvidar tomar con regularidad un preparado de calcio y ortiga a lo largo de todo el año. Resulta muy efectivo untar diariamente las fosas nasales con una crema a base de lanolina, lo que ayudará a evitar la sequedad de las mucosas. Al mismo tiempo se tomará: Galeopsis, Kalium jodatum D4, Arsenicum album D4 o un complejo homeopático contra la fiebre del heno. También resulta muy útil tomar diariamente una o dos cucharaditas de miel de abeja. En cuanto a la dieta, esta debe basarse en alimentos naturales y evitar los productos desnaturalizados y las grasas animales.

      Quienes sigan estas prescripciones de forma rigurosa y vayan repitiendo el tratamiento hasta la curación completa verán como van librándose poco a poco de este fastidioso trastorno propio de la alegre época de la floración de las plantas.

       Como combatir el flujo vaginal

      La moda femenina actual es en parte responsable de que cada vez haya más muchachas y mujeres adultas que padezcan un intenso flujo vaginal. En tiempos pasados, cuando todavía era usual entre las mujeres abrigarse bien en invierno, solo una pequeña minoría padecía esta dolencia. Para mantener el calor corporal usaban gruesas medias de lana, ropa interior cálida, amplios vestidos de lana y un calzado adecuado aunque los hogares no dispusieran de calefacción central y solo la sala de estar y la cocina estuvieran bien caldeadas. Hoy, en cambio, nuestras habitaciones suelen estar caldeadas en exceso y nos parece normal vestirnos con prendas ligeras, aunque estemos en pleno invierno. A esto se le ha sumado la frívola moda de mantener una delgadez corporal más allá de lo razonable, lo que contribuye a que se produzcan enfriamientos con mayor facilidad. La agitada vida que llevamos y la consecuente necesidad de reducir la jornada laboral a favor de disponer de más tiempo libre conduce a un sobreesfuerzo del organismo. Si a ello se añade una cierta debilidad constitucional, es fácil que se produzcan enfriamientos con las consecuencias que estos suelen acarrear.

      El flujo vaginal se debe a un catarro de la mucosa vaginal. Hay que tratarlo a fondo, como todos los demás catarros de las mucosas, sobre todo si tenemos en cuenta lo molesto que puede llegar a ser y lo mucho que puede debilitar a quienes lo padecen. En esto también se parece a los demás catarros de las mucosas, contra los que hay que luchar tenazmente si queremos librarnos de ellos. Nunca hay que desatender los padecimientos que afectan a las mucosas, sean las que sean. Las mucosas pueden verse afectadas por influencias externas y estar expuestas a infecciones bacterianas. Esto las obliga a una lucha constante que solo pueden vencer si se encuentran protegidas con bacterias benéficas que luchan por destruir las bacterias nocivas procedentes del exterior. Es el caso también, por ejemplo, de la flora bacteriana bucal, que protege la mucosa de la boca contra los gérmenes perjudiciales que se hayan podido introducir en ella.

      En mujeres sanas, las mucosas de los órganos genitales normalmente segregan ácido láctico que las protege contra el desarrollo de bacterias nocivas. Si la producción de ácido láctico es demasiado débil, las posibilidades de defensa contra las mencionadas bacterias disminuyen sensiblemente, lo que en determinadas circunstancias puede favorecer el desarrollo de un catarro de dichas mucosas.

      Hay que evitar también errores alimentarios que pueden inhibir o debilitar el crecimiento de las bacterias productoras de ácido láctico. En estos casos, las bacterias invasoras nocivas empiezan a tomar posiciones, por lo que el organismo se ve forzado a adoptar otras estrategias de combate activando la secreción de mucosidad, enviando leucocitos y linfocitos a luchar contra los colonizadores nocivos para poder expulsarlos del organismo. El resultado es el llamado flujo vaginal o leucorrea.

      Podemos contribuir a combatir eficazmente este trastorno si recurrimos al empleo de ácido láctico. Las mujeres afectadas


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