Las luchas del deseo. Felix Guattari
MARTÍNEZ, VILLA ALEMANA, 19 DE MAYO DE 1991
Félix Guattari fue y sigue siendo un pensador singular, qué duda cabe. Y esto no sólo lo deberíamos advertir en el empleo de dicho adjetivo, que ya marca abiertamente una línea de inclinación para su pensamiento. Hoy consideramos que su visita a Chile, en mayo de 1991, da cuenta de esta singularidad de un modo excepcional; creemos que hay que volver a reconstruir la escena de esta visita, tomando distancia. Reconstrucción que ahora se muestra urgente, que requiere poner sobre la mesa hipótesis para las razones de esta visita y, sobre todo, para proporcionar nuevas entradas para recorrer los estratos y captar las fuerzas que animan nuestro presente, sus gérmenes y sus devenires.
Nacido el 30 de abril de 1930, el parcours de Guattari nunca se pudo resolver entre la militancia política y la salud mental. Si somos justos: se mantuvo en el medio. Analizado por Jacques Lacan y miembro de la École Freudienne desde 1969, nunca dejó de estar comprometido con la extrema izquierda antiestalinista. Jean Oury, fundador y director médico de la Clínica Psiquiátrica de La Borde, le abrirá las puertas en 1950, y le permitirá desarrollar un trabajo sistemático, en un entorno hospitalario caracterizado por la libre circulación de los enfermos, la rotación del personal y por romper la dicotomía impuesta por el poder médico. Esa orientación hacia la psicoterapia y el análisis institucional tiene como testimonio la fundación del Centro de Estudios, Investigaciones y Formación Institucionales (CERFI), que se mantuvo en operaciones entre 1965 y 1987), y que publicó la revista Recherches. Primero concentrado en la lucha contra la guerra de Argelia (fundó la “Voie Communiste”, que funcionó entre 1955 y 1965) y luego en el mayo francés, desde los años 1970 sus preocupaciones se volcaron a la defensa de militantes de la Autonomía Obrera italiana, a participar activamente en el movimiento de radios libres en Europa, y, desde los años 1980, como un activista comprometido con los movimientos ecologistas.
Todo lo anterior nos da una idea muy discreta de sus preocupaciones al momento de interesarse por Chile y llegar a visitarlo. Pero, es preciso recordarlo, aguardando, antes de su visita, hay un diálogo. Si bien este diálogo de Félix Guattari con Chile podría datarse con varias actas de nacimiento, y sin saber todavía qué quiere decir dicho “diálogo”, lo cierto es que hay un hecho crucial. Hecho que, precisamente, hace treinta años, imprime por anticipado el sentido del volumen que aquí presentamos. En 1989 aparece publicado el libro Cartografías del deseo, bajo el sello de Francisco Zegers Editor. Se trataba de una compilación de textos, de un trabajo editado “para presentar a Guattari al lector chileno”,1 asumiendo probablemente que Guattari era prácticamente un desconocido para quienes rondaban nuestras lenguas.
Hoy podemos decir, luego de pasados treinta años, que sus escritos han sido copiosamente traducidos a varios idiomas, entre ellos el inglés, el alemán, el portugués y el japonés. Las Cartografías fueron un primer gesto para Chile, pero no solitario, por probar la suerte de un pensamiento inaudito en nuestros territorios más próximos: es la segunda traducción de Guattari hecha en Latinoamérica en lengua castellana (en 1976 apareció Psicoanálisis y transversalidad, en Siglo XXI de Argentina y México, y en 1981 se había publicado una selección especial para presentarlo a los lectores brasileños, Revolução Molecular: Pulsações Políticas Do Desejo, una recolección de escritos especialmente reunidos y editados por Suely Rolnik en Editora Brasiliense). Con dificultades, sin hacer concesiones simples al marxismo o al psicoanálisis, se venía fraguando un territorio que todavía quedaba abierto en su trazado.
Cartografías del deseo contiene un conjunto de textos seleccionados y traducidos por Miguel Denis Norambuena, un chileno radicado en Ginebra, y formado por el mismo Guattari en la clínica de La Borde.2 Tal como señala Norambuena, el volumen “gozó de una total libertad de confección, libertad no sólo para la selección y recopilación temática, sino también para la traducción, pues Félix, que aborrecía los lazos de dependencia fantasmática o pragmática hacia su persona, sólo era abordable en un contexto empático de recíproca autonomía de vuelo”.3 Guattari se había interesado fuertemente por Latinoamérica y Chile, por razones evidentes. Por un lado, por lo que significó el gobierno de la Unidad Popular (1970-1973), con sus procesos inéditos a nivel social y político, y por la violencia impactante del Golpe de Estado que destruyó su proyecto. Por otro, por cómo se podía experimentar a nivel subjetivo y cuáles serían las implicaciones de ello en un escenario posdictatorial. Su relación de amistad con Norambuena de seguro lo mantuvo al tanto de la imbricación de estos procesos. Dada la inmensa sensibilidad y el cuidado de Guattari con la naturaleza heterogénea de los procesos de reorganización política, resistencia y recuperación de la democracia, su interés por Chile, más que orientarse a la política de las grandes relaciones de poder, lo llevarían a detenerse en los laberintos de una micropolítica.
Para poder entender las razones que lo llevaron a Chile, y que lo llevaron a conjeturar sobre su proceso, es indispensable tener en consideración su temprano vínculo con Brasil. Lo visitó repetidas veces, un total de siete visitas, y lo recorrió con una frecuencia cada vez mayor a medida que pasaban los años.4 En Brasil, como es bien sabido, Suely Rolnik jugó un papel fundamental a la hora de hacer presente la obra de Guattari. La relación de Rolnik con Guattari data de inicios de la década de 1970, cuando Rolnik escapa de la dictadura militar hacia París. Conoce a Guattari mientras asiste al seminario de Deleuze, y empieza a ser analizada por él y a participar en La Borde. Una vez que regresa a Brasil, traduce y publica una selección de textos de La révolution moléculaire5 bajo el título de Revolução Molecular: Pulsações Políticas Do Desejo. Sin duda, se trata de un primer intento por dar a conocer el pensamiento de Guattari en este rincón del planeta, poniéndolo explícitamente en comunicación con las producciones de subjetividad en Latinoamérica. Así mismo, el libro contribuyó a preparar el ambiente para las reuniones y discusiones que Guattari mantendría en Brasil durante los años siguientes con militantes sindicalistas, miembros de organizaciones de trabajadores y con personajes del entorno psiquiátrico y psicoanalítico de Brasil.6
El caso de Chile es muy interesante. Según lo documenta François Dosse de una manera muy sucinta, Guattari se interesa por la historia de Miguel D. Norambuena, a quien conoce hacia finales de la década de 1970, por mediación de David Cooper. Guattari viaja con Norambuena a Chile en mayo de 1991, y “poco después publican una obra en español, con una introducción de Norambuena, compuesta de una compilación de conferencias pronunciadas por Guattari en Chile”.7 Puntualmente, sobre las consecuencias de la visita de Guattari a Chile, Dosse entrevistó a Norambuena y a partir de dicha conversación pudo escribir que “las tesis del esquizoanálisis tuvieron un efecto innegable y notorio”.8 Si bien es cierto que el lazo que se estrechó entre Guattari —su persona, su pensamiento— y las realidades latinoamericanas, se formó a pulso en el intercambio singular con quienes buscaron hacerse camino ante la brutalidad de las represiones políticas y su concomitante destrucción de los tejidos sociales, y que, desde esos lugares, ello permitió abrir muchas de las ideas de Guattari hacia nuestras experiencias recientes, quizá todavía sea muy pronto para afirmar que estas ideas tienen “un efecto innegable y notorio”. Y quizá sea, recién hoy, que podemos empezar a advertir esta herencia.
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Cartografías del deseo, el libro publicado en Chile en 1989, nace como resultado del intento de dar a conocer el pensamiento de Guattari en nuestro país, en un momento especialmente decisivo. El 5 de octubre de 1988 se votó el plebiscito nacional que hizo posible decidir si Pinochet seguía o no el poder hasta 1997. El resultado fue el “No”: a finales de 1989 se realizaron elecciones presidenciales