El odio y la clínica psicoanalítica actual. Carmen Gloria Fenieux

El odio y la clínica psicoanalítica actual - Carmen Gloria Fenieux


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rel="nofollow" href="#ulink_60a4c190-c398-5125-86a5-fd5975e55f74">6 Esta situación me recuerda a un grupo de pacientes que parecían entender y coincidían con las interpretaciones del analista, pero nos damos cuenta que silenciosamente las alteran y, en consecuencia, las perciben de una manera muy distinta. Ellas no introducen nuevas preguntas ni posibilidades y solo confirman la imagen de mundo del paciente, solo le muestran lo que ya “sabe”. “Muestra” por ejemplo, que el analista está irritado o es seductor. Si el analista está alguna vez un poco irritado, entonces esto es todo lo que el paciente reconoce y cualquier otro aspecto es eliminado, confirmando así un cuadro interno de la situación analítica en el que el paciente cree, y que, en su fuero interno, estima que el analista comparte sin reconocerlo.

      AMOR VERSUS ODIO. LA INSPIRACIÓN PARA VIVIR8

       Robert D. Hinshelwood

      El psicoanálisis clásico ha tendido a priorizar la analogía del flujo de energía y sus vicisitudes. Esta analogía dependía del descubrimiento del arco reflejo en siglo XIX y las teorías psicofísicas como las de Fechner (Elements of Psychophysics, así como Elemente der Psychophysik, publicadas en 1860). Recientemente ha habido un cambio lento, pero definitivo, que nos aleja del modelo de los instintos y del modelo energético y que nos acerca al estudio de los afectos y de sus significados. Como lo observó Brierly: “Con pocas excepciones, [nuestros pacientes] todos y cada uno de ellos se quejan de algún desorden en el plano de los sentimientos” (Brierly, 1937, p. 267). Este cambio de énfasis que está dirigido hacia los sentimientos y las significaciones va más en la línea de una teoría de la información, que de una teoría de la energía. Al mismo tiempo, está más dirigido hacia la tecnología de las computadoras, que hacia la analogía del sistema eléctrico.

      Freud fue ambiguo acerca de su énfasis sobre la energía. A veces, parecía seguir a sus pacientes en el énfasis que ponían a sus sentimientos en relación a otros, así como en relación a sus objetos. De esta manera, en trabajos como “Duelo y melancolía” (Freud, 1917) priorizó las relaciones con objetos y los sentimientos asociados —en el caso del texto de melancolía, los afectos fueron los de tristeza y duelo—. En cambio, en su trabajo sobre las vicisitudes de los instintos (Freud, 1915), una de sus ideas centrales fue opuesta a lo anterior: “El amor no solo admite un opuesto, sino tres. Además de la antítesis ‘amor- odio’, hay otra que es ‘amar- ser amado’; y además de esto, amar y odiar tomados juntos, son lo opuesto a la condición de despreocupación o indiferencia” (p. 133).

      Como esta cita insinúa, Freud habló de sentimientos como una manera de caracterizar los instintos. Sin embargo, la condición resbaladiza entre biología por un lado y experiencia mental por el otro, fue resuelta por él en el curso de la historia del psicoanálisis a favor de los instintos.

      El psicoanálisis británico siguió un curso diferente, y Melanie Klein encontró rápidamente una afinidad con ello cuando se instaló en Londres en 1926. Ellos tendían a mantenerse relativamente independientes de Viena. Cuando Anna Freud (1927) publicó su fuerte crítica a Klein, el psicoanálisis británico apoyó mayoritariamente a Melanie Klein (ver simposium en la International Journal of Psychoanalysis en 1927). Klein no se formó como médico o bióloga y, por lo tanto, no estaba constreñida por los modelos conceptuales clásicos que se derivan de la aproximación científica de la medicina y la psicología. Ella fue directo al sufrimiento de los pacientes:

      Frecuentemente se me ha preguntado cómo fue que yo abordé a los niños de la manera que lo hice, la cual es una manera enteramente no ortodoxa y en muchos casos, opuesta a las reglas que existen para el análisis de adultos. Aún no puedo responder qué fue lo que me hizo sentir que la ansiedad era lo que debía tocar y porqué procedí de esa manera, pero la experiencia confirmó que yo estaba en lo correcto y hasta cierto punto, el comienzo de mi técnica de juego me remonta a mi primer caso. (Klein, 1959, p. 24)

      Aparentemente su foco fue distinto desde un comienzo, y ella pensaba que ¡iba en contra las reglas! Klein se concentró en los afectos y realmente no entendía la naturaleza científica de los instintos, o quizás ella no estaba interesaba en tales abstracciones científicas. Nunca usó en sus escritos términos como ‘energía psíquica’ o ‘modelo económico’. Así es, como uno de los comentadores de la teoría psicoanalítica de los afectos concluyó: “Alguno de los conceptos centrales de la teoría de Klein puede provechosamente ser leído como un discurso sobre los afectos y sus leyes de funcionamiento” (Stein, 1999, p. 79).

      Klein enfocó su atención en el sentimiento de ansiedad, y no solo en la teoría metafísica. La ansiedad fue también el foco de sus interpretaciones:

      Klein enfocó su atención en el punto de máxima ansiedad en la transferencia […]. Inicialmente […] las interpretaciones pueden aumentar la ansiedad, la resistencia y la hostilidad, sin embargo, la ansiedad se reduce cuando el analista entrega la interpretación con el temple correcto y está dispuesto a adaptarse y corregir sus ideas de acuerdo a las respuestas del paciente. (Steiner, 2017, p. 16)

      Más aún, las defensas y resistencias no son en contra de la energía instintiva, sino en contra de las ansiedades: “Klein principalmente atribuye la resistencia a los cambios en la producción de la ansiedad” (p. 26). De esta manera, las dinámicas psíquicas ocurren en relación a la ansiedad y los afectos, más que en relación a la energía o los instintos. Nunca fue parte de la práctica de Klein ni de la escuela de las relaciones objetables la evaluación cuidadosa por parte del analista de las investiduras versus las contrainvestiduras.

      Entonces, ¿de dónde viene la ansiedad? Nuevamente hay supuestos distintos. Para Freud surge de la acumulación de la energía instintiva que es reprimida por las defensas del yo operando en relación a una realidad inclemente o sobre un superyó castigador. Para Klein, la ansiedad provocaba las defensas. Sin decirlo, ella reescribió los orígenes de la ansiedad en sus primeros trabajos. La ansiedad proviene del amor y odio, o, mejor dicho, del amor versus el odio.

       La técnica de juego para niños y niñas

      Como muchos psicoanalistas que siguen el trabajo de Freud (1909) con el Pequeño Hans, Klein observó a los niños que atendía incluyendo al propio. Sus observaciones eran detalladas y sensibles. Primero Ferenczi (su primer analista) y luego Abraham (su segundo analista) la animaron a desarrollar un método para analizar niños. Otros analistas de la época trabajaban adaptando el método psicoanalítico para infantes, pero principalmente con el objetivo de confirmar, como el caso del Pequeño Hans lo había hecho, las teorías elaboradas por los psicoanalistas de pacientes adultos.

      Klein, hasta cierto punto, adoptó una aproximación más libre y observó las emociones que los niños expresaban. Le entregaba a cada uno un set de pequeños juguetes. Esto le permitía ser testigo de los dramas emocionales que preocupaban al niño, especialmente aquellos que lo perturbaban.

      Las narrativas de los juegos de niños le entregaban un acceso directo a lo que Freud había llamado ‘fantasía inconsciente’ (Freud, 1910, p. 266). Al principio tendía a observar el núcleo de la principal fantasía que Freud describió, la historia de Edipo, con los juguetes representando las figuras clave, en todas sus formas. Sin embargo, observó más allá de eso y se dio cuenta de aspectos de la historia que perturbaban a los niños/as. Esta perturbación podía ser manifestada directamente como ansiedad, pánico o cólera. Pero, frecuentemente, era la inhibición del juego el punto en que la fantasía era sentida como peligrosa por el niño.

      Una de sus niñas más pequeñas era Ruth, una niña de 4 años y medio que Klein atendió en 1924 (Frank, 2009). Ruth estaba tan ansiosa, perturbada y desconfiada de los otros, que no podía quedarse en la misma habitación con el analista extraño. De modo que su hermana adolescente tenía que permanecer en la habitación todo lo que durara las sesiones. La hermana había comentado a la analista que no tenía ninguna esperanza de que Ruth jugara con ella:

      Un


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