Pensamientos y afectos en la obra de Elizabeth Jelin. Sergio Caggiano
la democracia: derechos humanos, ciudadanía y sociedad en América Latina (1996, co-editora); Pan y afectos: la transformación de las familias (1998, nueva edición en 2010); Los trabajos de la memoria (2002, reeditado en 2012 y en 2019); Fotografía e identidad: captura por la cámara, devolución por la memoria (con Ludmila Da Silva Catela y Mariana Giordano, 2010); Por los derechos: mujeres y hombres en la acción colectiva (con Sergio Caggiano y Laura Mombello, 2011); La lucha por el pasado. Cómo construimos la memoria social (2017); y Global entangled inequalities: Conceptual debates and evidence from Latin America (2018, co-editora). Varios de estos libros fueron publicados también en inglés.
Entre los premios que recibió Jelin se destacan el premio Konex en sociología (2006), el Premio Bernardo Houssay a la Trayectoria en investigación en ciencias sociales, otorgado por el gobierno argentino (2013), y el Doctorado Honoris Causa otorgado por la Université Paris-Ouest, Nanterre La Défense (2014).
Familia y juventud
— Empecemos por tu familia. ¿Quiénes eran tus padres?
— Mis padres eran judíos de un shtetl polaco, venidos a la Argentina. Eran de origen bastante pobre. Mi papá llegó en 1930. Es una historia que puede ser para una novela o una película. Mi papá tenía dieciocho años. Sus tres hermanas mayores habían migrado de Polonia a Estados Unidos antes de la Primera Guerra Mundial. Él era el menor de once hermanos. Después de la Primera Guerra Mundial, cuando Estados Unidos cerró la inmigración judía y puso cuotas, ya la camada siguiente de hermanos, en la década del veinte, empezó a venir a la Argentina. Mi papá fue el último, cinco vinieron antes que él: dos varones y tres mujeres. Él llegó a los dieciocho años, solo. La familia estaba instalada en Posadas, Misiones, de modo que mi papá entró por Brasil, por el puerto de Santos, pasó a Uruguay por Paso de los Libres, y entró a Posadas. En ese trayecto, por los vínculos de uno de mis tíos, que era comunista, lo recibían y guiaban familias comunistas judías del interior de Brasil.
Mi papá vino solo, sin saber la lengua. Sus hermanos mayores tenían un almacén de ramos generales y pusieron un almacén de ramos generales en Eldorado, un pueblo de la provincia de Misiones. El se fue a Eldorado y trabajó en el almacén y en el comercio de madera. Después, cuando nos mudamos a Buenos Aires (en 1946), se dedicó al comercio de la madera, en muy pequeña escala.
— ¿Y tu mamá?
— Mi mamá, que era hija de madre viuda, también la menor de como doce hermanos, se crió en el mismo pueblito de Polonia que mi papá. Ella era dos años menor que él. Se conocían desde chiquitos, cuando Polonia se convirtió en Polonia después de la Primera Guerra Mundial. Entonces todos los chicos del shtetl fueron juntos a la escuela. Mi mamá tenía seis años, y mi papá ocho. Se conocían desde siempre. Empezaron a ser amigos, medio novios, cuando tendrían doce o catorce años.
Cuando mi papá vino a Argentina en 1930, mi mamá tenía dieciséis, y hay una correspondencia entre ellos durante unos dos o tres años, que después se interrumpe. Es porque mi papá le dijo a mi mamá que se venga a la Argentina a casarse con él, y mi mamá dijo que no podía dejar a su mamá viuda. Luego la correspondencia se retoma en el 37, cuando mi mamá sí decidió venir a la Argentina. Hay cartas que incluyen la descripción de las dificultades de conseguir la visa para Argentina en el año 38. Ya estaba vigente la Circular 11 y las restricciones a la inmigración.2 Hay una carta maravillosa, que yo usé en un paper sobre Eldorado (Jelin, 2009), en que mi mamá narra el momento en el que consiguió la visa en el Consulado Argentino en Varsovia. Es conmovedora, por lo que cuenta de toda la otra gente desesperada, que no lo logró. Llegó en septiembre del 38. Mi papá fue a Montevideo a esperarla, y se casaron en el Hotel de Inmigrantes. Tengo el acta de matrimonio del Hotel de Inmigrantes, antes de que mi mamá pasara migraciones.
Esa es la historia del origen de esta llegada. Estuvieron ocho años separados. Enseguida, mi mamá quedó embarazada de mi hermano mayor, y ahí empezó otra historia.
— ¿Cuántos hermanos fueron?
— Nosotros fuimos cuatro. Un hermano mayor y tres mujeres.
— ¿Y dónde se criaron?
— La familia tenía una pata en Misiones y otra en Buenos Aires. Pero todos nacimos en Buenos Aires, por el servicio médico. Nos mudamos para Buenos Aires definitivamente en el año 46, por cuestiones de educación. Íbamos a la escuela del Estado en la mañana y a la escuela judía en la tarde. No es como ahora que hay escuelas judías que son integradas. Y la secundaría fue igual; yo iba a la escuela normal y al seminario judío. Te diría que en mis padres había una preocupación por la educación y la salud muy fuerte. Los movimientos de la familia eran por razones de educación o salud. Y eso fue un motivo central en toda la trayectoria.
Era una familia muy judía. Mi papá toda la vida fue un iconoclasta. Siempre contaba cómo, cuando tenía que ayunar en Iom Kipur, se escapaba con la bicicleta a comprar comida y comer por otro lado. Mi papá era un narrador excepcional, y le encantaba contar historias de su juventud y de cómo era Misiones en la década del treinta. Después una lo leyó y corroboró en los cuentos de Horacio Quiroga. Mi mamá era diferente. Hay que recordar que mi mamá vino en el 38 y toda su familia murió en la Shoah. Mi mamá siempre tuvo el síndrome de sobreviviente. Aunque no fue sobreviviente en un sentido estricto por no haber estado en un campo de concentración, fue la sobreviviente de su familia; salió de Polonia en el último momento. Vivió siempre con esa angustia, y con la necesidad de mantener lazos emocionales con su origen.
Estudios de pregrado, sociología en la UBA, 1958-62
— ¿Y cómo es que llegás a la sociología?
— Era muy estudiosa. Me salté unos años de la escuela primaria y secundaria. En el seminario judío, por el año 56 ó 57, tomé sociología. Se enseñaba en hebreo y lo daba una profesora que era la hija de uno de los grandes idishistas, que también era profesor nuestro. Presentaba una manera de pensar la sociedad que a mí me atrajo mucho.
Entré a la universidad en el 58, un momento en que se estaban creando carreras nuevas. Y entré sin saber qué iba a seguir. Primero pensé que iba a estudiar ciencias de la educación, por esta orientación de la época a ser maestra. En el seminario judío la parte didáctica era mucho mejor que en la escuela normal nacional. Después pensé en ciencias de la educación y sociología. Pero como el primer año era común, se podía postergar la decisión. En el primer año me hice bastante amiga de mis actuales amigas psicólogas, entonces me volqué más a la psicología. Empecé a tomar materias de psicología y de sociología, prácticamente todas las optativas. La idea de estudiar ciencias de la educación la descarté muy rápidamente, porque tuve una experiencia de ser maestra por un mes y me di cuenta de que no era lo mío. Me fui inclinando por el campo de las ciencias sociales. No estoy segura de por qué opté por la sociología sobre la psicología. Quizás fue por el entorno social de la carrera de sociología. Sociología era un mundo chiquitito, con compañeros y compañeras militantes; era un lugar donde había posibilidades de participar en trabajo de investigación.
Todo esto ocurría mientras yo tenía dieciséis años. Era la más chiquita de la facultad. Mi mundo era un mundo de gente que tenía unos años más que yo; muy pocos habían ingresado igual que yo.
— ¿En qué consistía la carrera de sociología en ese momento? ¿Qué temas se tocaban, quiénes eran los profesores?
— Gino Germani daba Introducción a la Sociología.3 Las materias de primer año (Historia, Filosofía) eran dictadas por profesores de otro lado. Tulio Halperín Donghi era adjunto de Luis Aznar, quien era el titular de Historia.4 Tulio daba las clases teóricas los sábados en la mañana, las daba a quinientos por hora y nosotros le pedíamos que baje el ritmo y no lo hacía. No podíamos tomar notas. En filosofía estaba Ángel Vassallo.
Luego, en el segundo año, Germani dio Sociología Sistemática; sus ayudantes eran Miguel Murmis y Eliseo Verón. Norberto Rodríguez Bustamante dictaba Teoría Sociológica; tenías que leer mucho Weber y Durkheim. La metodología la daban Germani y Mario Bunge.5 Esa fue una materia importante. Recuerdo el curso sobre la filosofía de la ciencia, con Bunge. También tomé un curso sobre lógica con Gregorio