El fin del dragón. Eduardo Rosalío Hernández Montes

El fin del dragón - Eduardo Rosalío Hernández Montes


Скачать книгу
que el libro llama “Árboles de abedul”, cuyos troncos pueden ser transformados también en tablones de madera, resultando en lo mismo que con los de roble, solo que de un color más claro, pero de misma utilidad.

      Como conclusión, durante el proceso de recolección de madera, el hombre tuvo que acudir a su mesa de trabajo constantemente para crear más hachas de madera, ya que, aunque hayan mejorado un poco la eficiencia de la actividad, estas se rompen fácilmente con el uso continuo, mas no supone un gran problema, considerando que la cantidad de este recurso tan útil que es la madera va en aumento.

      Después de un largo tiempo, ya un poco exhausto, el hombre cree tener suficiente madera para todo lo que pudiese necesitar, así que recoge su mesa de trabajo y, por extraño que suene, la guarda en su pantalón junto con el hacha de madera que estaba usando. Se tira al cálido césped y come unas cuantas manzanas, mientras observa el lento pasar del sol junto con las nubes y el relajante hondeo de las hojas de los árboles desde su perspectiva.

      Pero el momento de paz y tranquilidad solo fue breve, ya que su intención era solo apaciguar su estómago con un par de manzanas y recuperar energías. Y una vez cumplido lo anterior, se levanta del suelo, y con una mirada un tanto seria y con la espada de madera en mano, se dirige hacia el estanque de agua que había encontrado antes.

      Al llegar, su sorpresa es evidente cuando se da cuenta de que de nuevo están los tres cerdos salvajes indefensos justo donde los había visto antes, por lo que, sin dudarlo, empuña su espada de madera, y cuando cree estar preparado, sale de entre los matorrales y corre rápidamente hacia uno de los cerdos, al cual persigue de cerca y sin interrupción. En esta ocasión, ya con sus movimientos escurridizos memorizados, basta con acercarse lo suficiente y acertar un golpe con la espada de madera para derribar al cerdo y dejarlo vulnerable sobre el suelo, siendo este el momento perfecto para el hombre, quien enseguida pone fin a los alaridos y al pataleo incesantes del cerdo clavándole la espada directamente en el pecho, aunque con dificultad por la falta de filo. Como resultado, acaba con la vida del animal con el menor sufrimiento posible, y así consigue varias “Chuletas de cerdo crudas”, según afirma el libro; ahora por fin podrá comer algo además de manzanas. Sin embargo, la carne no luce muy exquisita estando cruda, por lo que considera que lo mejor sería cocinarla de alguna manera… Aunque, desafortunadamente, en este instante el sol comienza a ocultarse y todo se torna muy oscuro.

      En este momento, el hombre empieza a entrar en pánico, ya que andar por este mundo desconocido sin luz que lo cobije podría ser muy peligroso. Lo más indicado sería resguardarse en un refugio improvisado, y con la información que tiene en su libro y con toda la madera que recolectó, él mismo podría construir uno. Pero el tiempo está en su contra, y al estar privado de luz, reconoce ruidos de todo tipo por doquier, lo cual lo abruma todavía más. Aunque en este momento de inquietud recuerda que también puede crear palas y picos de madera en la mesa de trabajo, herramientas que podría utilizar para cavar un agujero en el suelo y pasar la noche dentro de una pequeña cueva. Así que, sin perder más tiempo, saca su mesa de trabajo de su bolsillo, la coloca en el suelo, crea una pala y un pico de madera y comienza a cavar en la tierra justo debajo de él. O al menos esto último le gustaría, pero los sonidos inexplicables de alrededor se vuelven más fuertes, y por el miedo no puede apartar la mirada de lo que sea que haya cerca, reconociendo que no podrá cavar un agujero en el cual protegerse antes de que aquello que lo acecha desde la sombras… decida aparecer…, pero tampoco piensa quedarse inmóvil esperando lo peor, así que antes de cualquier otro imprevisto recoge su mesa de trabajo y corre desesperadamente sin rumbo aparente, aunque en realidad observa a sus costados en todo momento, no solo por si aparece algún monstruo, sino también para intentar reconocer el entorno, determinando así su ubicación y la de su objetivo, siendo este el gran hueco que hizo la bestia explosiva en la tierra, mismo al que por fortuna llega en poco tiempo gracias a que no estaba muy lejos y al rastro de árboles que fue derribando; donde de inmediato clava su pala y comienza a cavar, topándose así al poco tiempo con una capa de roca sólida, contra la que el pico de madera no parece ser el más indicado, pero aun así sirve para abrirse paso al menos un poco, aunque con bastante exigencia física y desgaste rápido en su estructura, lo cual obliga al hombre a detenerse un par de veces para colocar su mesa de trabajo y crear más picos de madera.

      De cualquier forma, a pesar de los percances, el hombre logra hacer un gran hueco entre toda la roca, lo suficiente para considerarlo como refugio provisional, omitiendo el hecho de que se trata de una pequeña, fría y oscura cueva. Aunque todavía falta algo muy importante: cerrar la entrada para impedir que algún invitado no deseado pueda entrar. Para eso, se le ocurre la idea de crear una puerta de madera para poder entrar y salir fácilmente, puesto que prefiere no bloquear el acceso con piedra o tablones de madera por la preocupación de que el techo se derrumbe y quede atrapado en la oscuridad, valiéndose también de la idea de que una bestia explosiva no podría abrir la puerta al no tener manos…, aunque siempre existe la posibilidad de que literalmente explote junto con la puerta (un pequeño detalle que pasa por alto). Pero cuando coloca la mesa de trabajo dentro de la cueva y busca la receta de la puerta en el libro, curiosamente, en este aparecen nuevas recetas, o al menos eso alcanza a ver con la limitada luz de la luna que llega a la cueva; y esta vez el material principal es la piedra que consiguió picando, misma con la que puede crear nuevas cosas como “Escaleras de piedra”, “Palancas”, “Losas de piedra”, “Muros de piedra”, “Hornos de piedra” y, más importante aún, ¡herramientas de piedra! Además de ser esto último lo más atractivo, el horno de piedra es el que atrae su atención, sobre todo porque es justo lo que necesita para poder cocinar las chuletas de cerdo. Pero además de las creaciones con piedra, se da cuenta de que también hay recetas para crear “Cofres de madera” y “Botes de madera” que hasta ahora no podía hacer, pues, como ve, requieren de muchos tablones de madera, con los cuales no contaba sino hasta que ocupó para hacer las hachas y picos de madera.

      Ya con las cantidades necesarias, el hombre, además de la puerta de madera, crea un horno de piedra y un cofre de madera, para cocinar las chuletas de cerdo y para guardar y ordenar todos los materiales que ha conseguido, respectivamente.

      En cuanto la oscuridad comienza a cubrir por completo el interior de la cueva, el hombre rápidamente coloca la puerta de madera en la entrada, empotrándola contra la roca, y enseguida intenta encender el horno para poder iluminar la cueva…, aunque hasta ahora olvidaba dos cosas muy importantes: ¿cómo prenderá el fuego? y ¿cómo lo mantendrá sin combustible alguno en el horno? No tenía idea de cómo conseguir lo que en su cabeza parecía irrelevante. Pero en este momento de desesperación, inhibiendo su razonamiento, introduce todos los materiales que tiene dentro del horno hasta colmarlo… Sorpresivamente, en cuanto lo hace, una gran llama se produce de forma espontánea en el interior del horno de piedra, algo que deja al hombre sin palabras y lo hace retroceder, pues ahora tiene fuego sin la necesidad de generar alguna chispa o energía que encendiera las llamas, aunque también por el inesperado fogonazo que casi le quema el poco vello facial que tiene.

      Ahora el hombre dispone de luz y calor, aunque, intrigado sobre qué es lo que mantiene el fuego con vida, observa fijamente el interior del horno, descubriendo así que el combustible que se está consumiendo son los palos, tablones de madera y troncos, aunque también hay algo más que parece estar liberando chispas…, algo delgado y aplanado que no deja de producir un sonido como el de la bestia explosiva… “¡Las chuletas de cerdo!”, reconoce; mismas que metió descuidadamente junto con todo lo demás, por lo que, al momento en el que se percata de su error, sin pensarlo dos veces, mete las manos al fuego y saca la carne cruda…, que ahora ya no está del todo cruda, además de la piedra, tierra y demás objetos que introdujo, para mantener el fuego controlado y que no se extinga. Ahora bien, coloca las chuletas en la parrilla de la parte superior del horno, cocinándose así uniformemente, mientras que al mismo tiempo la cueva se cubre de luz y calor agradables, pero solo por poco tiempo, ya que, lamentablemente, la madera no dura mucho tiempo como combustible para mantener el fuego encendido, y en cuestión de pocos minutos solo quedan brasas. Para ello, solo habría que meter más tablones, solo que, antes que quemar toda la madera que tiene, el hombre piensa que tal vez podría utilizar las herramientas de madera que había creado anteriormente, ya que, de cualquier manera, después podría crear nuevas, e incluso podría hacerlas de piedra.

      Y


Скачать книгу