Soy mujer. Patricia Bennett

Soy mujer - Patricia Bennett


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con muchas ganas de llegar al trabajo y presentarle mi idea al resto del equipo. A pesar de no haber dormido demasiado, me sentía eufórica. Me di una ducha, preparé café para las dos y me puse unos vaqueros ajustados, una camiseta de algodón y zapatillas deportivas; juré que nunca más volvería a sufrir el intenso dolor de pies que tuve el primer día.

      Ni siquiera esperé a que Lola saliera de la ducha; le dejé una nota en la nevera “Te veo en el trabajo XOXO”, me recogí la melena en una coleta alta y salí de casa con mi portátil bajo el brazo; quería llegar un poco antes para preparar una presentación perfecta.

      Cuando llegué a mi puesto, vi a uno de mis compañeros en la sala de diseño, por lo que supuse que había tenido la misma idea que yo.

      —Buenos días, Sam, qué madrugadora —se trataba de Alex, otro trabajador en prácticas al que Jack había encomendado la misma tarea que a mí, por lo que en este momento era mi competencia directa.

      Alex era un chico joven, alto, bastante moreno de piel y con el pelo rapado, del que impresionaban sus enormes ojos grises y su amplia sonrisa. Había llegado desde la universidad de Nueva York, y se notaba que venía de buena familia por su educación a la hora de hablar con todos nosotros, y sus buenos modales en todo momento.

      —Buenos días, ¿estás preparando la presentación de tu diseño? —le pregunté animadamente.

      —Algo así —respondió sin demasiadas ganas de continuar la conversación.

      Por su gesto pude percibir que yo para él también me había convertido en competencia, y que no estaba dispuesto a compartir conmigo ni una sola de sus ideas; algo que no me afectó demasiado porque confiaba mucho en mi propuesta.

      —Buenos días, chicos, veo que os habéis tomado en serio el proyecto que estamos preparando. —dijo Jack entrando en la sala mientras se quitaba la chaqueta. Mi jefe tendría unos treinta y tantos años, y a pesar de no ser demasiado alto, las incipientes canas de su barba y el pelo perfectamente engominado con raya a un lado, lo hacían bastante atractivo.

      —Buenos días, Jack —respondimos los dos al unísono como si estuviésemos en un jardín de infancia. Mientras Jack se acomodaba en su mesa, dejó escapar una leve carcajada por lo ridículo de la situación.

      —Vamos a ver, ¿quién quiere ser el primero en presentar su proyecto?

      —Yo mismo —respondió rápidamente Alex dando un paso adelante.

      Desde el primer momento, cuando vi reflejarse en el proyector un logotipo en diferentes tonos rosados, pude notar cómo se me formaba un nudo en el estómago. Zapatos de tacón, barras de labios, vestidos y lazos de todos los tamaños decoraban el nombre de la marca de una forma, para mi gusto, de lo más ridícula.

      Alex comenzó su presentación con mucha seguridad, exponiendo que las mujeres somos criaturas bellas, con infinidad de trucos para sacarnos todo el partido posible como la ropa, el maquillaje o los zapatos.

      Notaba cómo empezaba a ponerme roja de rabia cuando de repente entró Paul, me miró, y acto seguido echó un vistazo a la pantalla. En ese momento comprendió todo lo que estaba pasando allí. Se sentó a mi lado y me dio un pequeño codazo con intención de tranquilizarme, lo que no tuvo demasiado efecto.

      Cuando mi compañero por fin terminó, respiré profundamente para relajarme, y preparé mi portátil para mostrarle a Jack mi propuesta. Allí estaba, el logotipo de la marca con sus colores base: amarillo y azul.

      Alrededor había dibujado los rostros de mujeres de todo tipo, rodeadas de símbolos como un ordenador, un libro, un pincel, una nota musical o un microscopio.

      —Lo primero, he de decir que las mujeres somos seres humanos, que todas somos bellas y que todas poseemos un cerebro para poder pensar por nosotras mismas. No creo que nos definan objetos de belleza o moda, sino lo que realmente soñamos, que puede ser encontrar el trabajo perfecto, triunfar en el deporte, escribir un best seller o llegar a la luna.

      Proseguí mi presentación mientras los tres hombres de la sala me miraban boquiabiertos, a pesar de que yo no entendía demasiado bien el motivo; ¿Es que ni siquiera lo habían pensado antes? No me lo podía creer. ¿De qué tipo de mujeres habían estado rodeados toda su vida?

      Cuando acabé mi disertación, Paul se levantó apresuradamente para aplaudir, pero lo que me importaba de verdad era la opinión de Jack, que aún me miraba perplejo.

      —Está claro que ambos habéis hecho un gran trabajo, pero me gustaría hablar con cada uno de vosotros a solas. Sam y Paul por favor, esperad fuera —dijo con el semblante serio.

      Salimos en silencio de la sala y cuando cerramos la puerta, Paul me miró directamente a los ojos sonriendo.

      —Los has dejado planchados, no se lo esperaban en absoluto y menos viniendo de una mujer —dijo entusiasmado-

      —No creo que haya dicho nada extraño, y el punto de vista femenino pienso que es demasiado relativo. Es mi opinión, no la de todas las mujeres.

      —Ya lo sé, no te pongas a la defensiva; lo único que digo es que ya era hora de que una mujer le plantara cara a ese estirado de Alex —afirmó sonriendo—. Por cierto, me gusta mucho más este estilo; esos vaqueros te sientan de maravilla.

      En ese momento se abrió la puerta y escuché a Jack pronunciar mi nombre. Me topé con Alex sin cruzar las miradas y entré en la sala con apariencia de seguridad, aunque en realidad estaba aterrada.

      —Siéntate por favor —me pidió amablemente.

      —Dime Jack —respondí con voz temblorosa.

      —Escucha, tu propuesta ha sido cuanto menos interesante, y a pesar de que la de tu compañero es bastante más vistosa, he decidido incluir tu diseño entre los posibles para aparecer en la portada del buscador. Por el momento no le digas nada a Alex, no le he confirmado nada todavía —noté cómo mi corazón empezaba a latir cada vez más rápido y una sensación de euforia se apoderaba de mi.

      —Muchísimas gracias, Jack, ha sido un placer colaborar en este proyecto.

      —Muchas gracias a ti Sam, seguro que más de uno se llevará una sorpresa con tu trabajo.

      Salí de la sala con ganas de saltar, bailar y gritar, y allí estaba Paul esperándome; sin pensarlo dos veces, le di un abrazo enorme y a lo lejos pude divisar la cara de desprecio de Alex, mientras hablaba con sus compañeros. No me afectó en absoluto, en ese momento sentí que había dado un gran paso tanto para mí, como para el mundo.

      4

      Cuando llegó la hora de salir, subí corriendo a buscar a Lola a su oficina para contarle la gran noticia, pero no la encontré por ninguna parte. Cogí el móvil para llamarla mientras entraba en el baño y allí estaba, pero no sola, sino sentada en el lavabo mientras besaba apasionadamente, abrazando entre sus piernas a Alex, mi peor enemigo en esos momentos.

      —Perdón chicos, no quería interrumpir — en aquel instante ambos se separaron bruscamente mientras se colocaban, como si yo fuera un profesor y aquello el instituto.

      —Hola Sam, ¿qué tal ha ido tu presentación? —dijo algo avergonzada.

      —Pues si te vienes a tomar algo conmigo te lo cuento con pelos y señales.

      Alex salió del baño sin despedirse y me apoyé en la pared esperando a que Lola terminara de atusarse el pelo en el espejo. Salimos del baño caminando apresuradamente hacia la puerta de salida, para comentar lo que acababa de ocurrir, y cuando salimos del edificio fue como sacar la cabeza del agua.

      —Bueno cuéntame, ¿qué tal ha ido todo? —preguntó Lola entusiasmada.

      —¿Perdona? ¿Cómo que qué tal ha ido? ¿Qué es lo que acaba de pasar ahí dentro?

      —Es que como estabas tan concentrada en tu proyecto estos últimos días no te he querido distraer con mis cosas.

      —Pero ¿desde cuándo? ¿Cómo? —inquirí sobresaltada.


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