Diecisiete instantes de una primavera. Yulián Semiónov
cartas y apelaciones, se reunió con todo tipo de personas, llamó a todas las puertas. Pero cuando sintió que toda esperanza se había evaporado, no dijo una palabra a su padre. Durante dos años estuvo descargando trenes por la noche con el fin de obtener dinero para enviarle paquetes a la cárcel, escena autobiográfica que aparecerá en su primer libro publicado, Agente diplomático.
El padre del escritor, Semión Alexandróvich, fue liberado en abril de 1954 parcialmente paralizado debido a los daños causados en su columna vertebral. Quienes lo vieron dicen que se había convertido en un anciano a sus cuarenta y siete años. Yulián Semiónov le dedicó su novela más famosa, Diecisiete instantes de una primavera.
A mediados de los años cincuenta, el futuro escritor vio sus cuentos publicados en varias revistas populares de la época: Ogonyok, Literaturnaya gazeta, el diario Smena. Mayormente eran notas sobre sus viajes y la gente interesante que en ellos había conocido: exploradores polares, geólogos, cazadores, trabajadores del bosque boreal…
Desde entonces Yulián Semiónov trabajó como corresponsal en el extranjero para los principales periódicos soviéticos. De hecho, siguió ejerciendo de periodista hasta el final de su vida, incluso cuando ya se había convertido en un escritor mundialmente conocido, un oficio a menudo lleno de peligrosas aventuras. Estuvo cazando tigres en los bosques boreales, visitó estaciones polares, la construcción de la línea de ferrocarril Baikal-Amur y la apertura de una mina de diamantes en Siberia. Siempre se mantuvo en el centro de los acontecimientos más importantes de esos años: Afganistán, la España de Franco, Chile, Cuba, Paraguay, participó en la caza de nazis escondidos en América Latina, conoció a los líderes de la mafia siciliana y acompañó en operaciones de combate a las guerrillas de Vietnam del Sur y de Laos.
A principios de la década de 1960, algunas de sus historias fueron llevadas a la gran pantalla y rápidamente lo convirtieron en uno de los escritores de detectives más populares de la Unión Soviética. Pero la auténtica gloria le llegó a Semiónov gracias a una serie de novelas bajo el título genérico de Crónicas Políticas, con el nexo común de su protagonista, el espía soviético Isaiev-Stirlitz.
Este agente doble apareció por primera vez en las páginas de la novela Contraseña no requerida, publicada en 1966. En los años siguientes, y hasta los últimos días de su vida, Semiónov estuvo perfilando la biografía del personaje que él creó, desde los comienzos de su trabajo en el servicio secreto. Stirlitz aparece en catorce obras escritas durante casi veinticinco años.
El nombre «real» de este héroe es Vsévolod Vladímirov. Nace el 08 de octubre de 1900 en la región de Transbaikalia, donde sus padres viven en el exilio político. Allí se conocieron y se casaron. Su padre, Vladímir Vladímirov, profesor de derecho en la Universidad de San Petersburgo, es un revolucionario profesional que ha discutido con Lenin. Su madre es la ucraniana Olesia Prokopčuka.
Vsévolod Vladímirov comenzó a trabajar como informante en el servicio de prensa del comandante de la Guardia Blanca Kolchak, bajo la falsa identidad del capitán Maxim Isaiev. La identidad del aristócrata alemán Max Otto von Stirlitz es creada cuando lo envían a Alemania en 1933, después de que Hitler llegue al poder.
El famoso director de cine soviético (y amigo íntimo del escritor también) Roman Karmen hizo la siguiente reflexión sobre Isaiev-Stirlitz: «Novela a novela Semiónov hace evolucionar y madurar a Maxim Isaiev como comunista, como soldado, como antifascista. Vemos a Isaiev-Stirlitz durante la guerra civil española, en los días de combate cerca de Huesca y el Jarama. Mijaíl Koltsov y yo conocimos allí a muchos Stirlitz: fueron los que plantaron cara a los nazis en la primera batalla, la primera de todas. El lector seguirá los acontecimientos que tuvieron lugar en los primeros días de la segunda guerra mundial; acompañaremos a Stirlitz durante los inquietantes días de la primavera de 1941, cuando Hitler comenzó la guerra contra Yugoslavia (la novela Alternativa, escrita por Semiónov en Belgrado y Zagreb, aclarará muchos detalles aún desconocidos de la compleja estructura política de ese periodo); nos reuniremos con él en la Cracovia condenada por los nazis a la destrucción, y veremos cómo Stirlitz contribuye a la salvación de esta maravillosa ciudad desde su puesto de ayudante de la comandancia alemana; lo seguiremos en su misión más peligrosa durante esos Diecisiete instantes de una primavera, que tanto significaron para el destino del mundo en los últimos meses de la guerra, cuando yo era un cineasta en el frente que acompañaba a nuestras tropas por las carreteras del Reich derrotado».
En 1969, el escritor terminó esta novela, la más popular de la saga, Diecisiete instantes de una primavera, epónimo de la producción televisiva soviética de doce episodios, dirigida en 1973 por Tatiana Lióznova. El Stirlitz interpretado por Viacheslav Tíjonov, uno de los actores más famosos del cine soviético, se convirtió de inmediato en un héroe popular, el favorito de todos y el protagonista de muchas bromas. Su nombre se ha convertido en sustantivo en lengua rusa, con el significado de alguien que es sutil, capaz de conspirar con destreza y, lo que es más importante, una persona muy afortunada. Ha sido y sigue siendo admirado por los adultos, y los niños juegan a imitarlo. La magnífica actuación de todas las estrellas favoritas del cine soviético (Leonid Bronevoy, Óleg Tabakov, Rostislav Plyatt, Eugen Evstigneev, Lev Durov) combinada con el arrebatador argumento, hizo de esta película una serie de culto y una obra maestra del cine mundial.
Por cierto, la novela a partir de la cual se rodó la serie está construida sobre una base documental. Detrás de cada línea de la biografía y las actividades del coronel Maxim Maximóvich Isaiev hay personas concretas, personajes reales del espionaje soviético que lucharon contra el fascismo. Muchos de sus nombres están desclasificados hoy en día.
En una ocasión preguntaron a Yulián Semiónov en una entrevista: «¿Qué pretende ofrecerle al lector en primer lugar?», a lo que el escritor respondió: «Información. El libro político, escrito a la manera de una obra de aventuras o de detectives, debe ser lo más cercano posible al documento. La lucha del ser humano por la información es fascinante. Cuanto más precisa sea la forma con la que observamos el documento, mejor informaremos a las personas. […] La información es un concepto complejo. Por ejemplo, creo que Gustave Flaubert fue quien mejor informó a la opinión pública europea sobre el destino de la mujer francesa del siglo XIX, dándole el nombre de Emma Bovary. Hay que saber dónde, cuándo, quién. Solo entonces podremos recurrir a los corazones y a las conciencias de los lectores. Solo entonces responderán. Las personas informadas no son ni sordas ni ciegas. Es por eso que la búsqueda de documentos que confirmen mi conciencia cívica es tan importante para mí».
El éxito de la novela estuvo muy influenciado por el hecho de que Yulián Semiónov fue el primer escritor de la Unión Soviética al que se le permitió entrar en los archivos del servicio secreto más famoso del mundo, el KGB. La razón era muy sencilla: al todopoderoso director del KGB Yuri Andropov (quien más adelante llegaría incluso a dirigir brevemente la Unión Soviética) le gustaba la creatividad del joven escritor e invitó a Semiónov para que conociera casos interesantes en los archivos del KGB, susceptibles de convertirse en argumentos de futuras novelas. En uno de los expedientes sobre Extremo Oriente se encontró el escritor con la historia de un oficial de inteligencia, joven y misterioso, enviado por Yerzinsky, el director de la Checa (la primera contrainteligencia soviética), en misión secreta al Pekín ocupado por los japoneses en la década de 1920.
Pero la imagen del Stirlitz creada por Yulián Semiónov combina rasgos de varios espías soviéticos posteriores y famosos, como Kutnesov, Sorge, Abel y otros.
La trama de Diecisiete instantes de una primavera se basa en hechos reales ocurridos durante la segunda guerra mundial, la llamada operación Sunrise. En febrero de 1945, mientras trabajaba para el contraespionaje nazi (con el rango de Standartenführer, lo que corresponde aproximadamente a coronel) Stirlitz recibe del Centro de Inteligencia de Moscú la misión de averiguar cuál de los máximos dirigentes del Reich pretende iniciar por separado negociaciones de paz con Occidente. Yulián Semiónov conoció personalmente a, al menos, uno de los participantes en los hechos reales: un empleado de la residencia en Berna del famoso espía estadounidense Allen Dulles, Paul Blum.
Los contactos secretos de los líderes políticos,