Para mi biografía. Héctor Adolfo Vargas Ruiz

Para mi biografía - Héctor Adolfo Vargas Ruiz


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jugar y me sonó la flauta, porque a los pocos días ingresé al curso con 700 hombres más, de donde salimos la gran mayoría con destino a Bucaramanga. Una vez instalado allí, el Comandante, con hojas de servicio en mano, en la distribución que hizo del personal, me destinó a la Secretaría del Comando, en donde me mantenía en permanente contacto con toda la oficialidad.

      Aroma de Pomarrosa Bambuco

      Estrofa 1

      Aroma de pomarrosa

      transpiras de tus encantos

      y de tu boca sabrosa (bis)

      asoma el fuego a tus labios.

      Estrofa 2

      La luz de tus grandes ojos

      vuelve diáfanas las noches

      para saciar mis antojos (bis)

      y amarte con gran derroche.

      Dos opulentas magnolias

      me hacen volver a ser niño

      para sentirme en la gloria (bis)

      bajo tu suave corpiño.

      De hormiga santandereana

      formáronse tus caderas

      y por esbelta y lozana (bis)

      está en ti mi vida entera.

      Aroma De Pomarrosa

      Estando en esta actividad, hubo, no sé con qué motivo, una cordial reunión de oficiales, celebrada con tragos, reunión a la cual fui invitado, pues ya había indicios de que yo tocaba y cantaba; así que pronto apareció un tiple cuando el ambiente estaba comenzando a alegrarse. Después de interpretar mi repertorio, los aplausos y las felicitaciones no se hicieron esperar. Desde aquel instante, las reuniones culturales eran más frecuentes que el trabajo y la simpatía hacia mí mejoraba notablemente sin dificultad para entenderlo, porque para representar artísticamente a la Institución, se me escogía con alguna frecuencia para cantar en Radio Bucaramanga. Así transcurrió algún tiempo, hasta el día en que, tras de unos fuertes quebrantos de salud, me llevaron a internarme en la Clínica Bucaramanga para una apendicetomía. Fue entonces cuando nació la idea de hacer un acróstico para la única niña que me visitó en mi lecho de enfermo, pues yo la galanteaba desde mucho antes y ella con su visita me correspondió, al verme sin acudiente en tierra extraña. Estos son los versos del acróstico:

      Évila Galvis

      En estas largas noches de interminables horas,

      Vencido de dolor, de insomnio y de fatiga,

      Inundan mi cerebro recuerdos que algún día

      Latentes me dejaran tus gracias seductoras.

      Ahora, ¡qué me importa que mi dolor prosiga!

      Gustoso esperaría otras noches más largas;

      Aún me siento fuerte y así mis esperanzas

      Las veo florecer en ti con fe más viva.

      Vuelco así mis pesares sobre el mar del olvido, pues

      Invocando tu nombre e imagen divina

      Siente valor mi alma, siento amor y alegría.

      (Bucaramanga, mayo 1949)

      F3 Evila Galvis.jpg Évila Galvis

      Recuperado ya de mis quebrantos, regresé a mi trabajo. El ambiente para mí seguía satisfactorio, más no así para Bucaramanga y para el resto de Santander. Los genocidios, las muertes atroces, la zozobra, la angustia y la desconfianza general iban en ascenso, pues en Bucaramanga, una vez localizadas las futuras víctimas, los sicarios esperaban a que entrara la noche, llamaban a la puerta, desocupaban sus mortales armas en la humanidad de quien saliera a abrir y al día siguiente no se daba abasto de hacer levantamientos de cadáveres, mientras que en los púlpitos, ahincadamente los sacerdotes exhortaban a los feligreses a acabar con los ateos comunistas, enemigos de la iglesia.

      Cuatro Lustros Parodia de Cuatro Milpas Valse Víctor Cordero Aurecoechea

      Estrofa

      Cuatro lustros tan sólo han pasado

      del gobierno que era mío ¡ay, ay, ay, ay!

      de aquel gobiernito

      que hacía justicia y daba libertad.

      Los potreros dejó sin ganado

      el bribón conservador ¡ay, ay , ay, ay!

      y quemó viviendas

      y quemó hasta El Tiempo y El Espectador.

      Coro

      Si me prestan atención los llevo

      a la Ceiba, a Enciso, al Playón y a Galán

      a que miren escombros y ruinas

      y todos los muertos que hay sin enterrar.

      Los culpables de toda esta tragedia

      los tienen con sueldo ¡qué barbaridad!

      y llevan fusiles

      y hasta gasolina pa’ todo arrasar.

      Hoy los pueblos lloran por la ausencia

      de buena administración ¡ay, ay, ay, ay!

      ya no hacen justicia

      y la democracia toda se acabó.

      Nuestra Patria se siente agobiada,

      pues ya en sus gobiernos no puede confiar,

      porque mandan matar a sus hijos

      que a Ella le han dado tanta dignidad. (Coro)

      De pronto, oí la voz del Comandante que me ordenaba presentarme al instante en su despacho.

      -¡A sus órdenes! mi Comandante.—

      -Vargas, - me dijo- te he llamado para comunicarte que la Dirección General me acaba de autorizar para ascender al grado de Tenientes a dos de mis mejores Policías Militares y, entre ésos, tú tienes muy bien ganado ese derecho; así que lo único que tienes que hacer es llenar este formulario que pongo en tus manos.- Lleno de emoción, me puse a llenar el formulario, pero cuando llegué al espacio para la filiación política, el Comandante me vio titubear y, al notar que yo pasaba por alto tan importante requisito, me preguntó el porqué de esa omisión:

      -Mi comandante –le dije- es que yo soy liberal.-

      Esa confesión me bastó para que al día siguiente estuviera de nuevo en la fila, despojado de toda consideración y tildado, además, de conspirador.

      Por aquellos días se difundía la noticia de que la Policía Militar iba a ser relevada por una legión de chulavitas, gentes reclutadas en la región norteña de Boyacá, que se caracterizaban por su sectarismo político-religioso, noticia que no tardó mucho tiempo en verificarse, porque a los pocos días fuimos sacados sorpresivamente casi la mayoría de los 700 policías militares con destino a Bogotá, despojados de armamento y demás prendas y hacinados en camiones descarpados y fuertemente vigilados y así, en una sola jornada y sin permitírsenos parar para tomar una gaseosa, llegamos ante la presencia del Coronel Cuervo Araos, que en esos momentos era el Director de la Escuela General Santander, quien, enterado de nuestra situación política, nos recibió con una arenga tan acusadora que por poco nos manda fusilar.

      F4 Ana Elisa Sanchez Castellanos (mamá).jpg Ana Elisa Sánchez Castellanos, Madre

      Luego, en lo que a mí respecta, me tocó volver al asfalto, pero en este caso con más temores que antes y con menos porvenir, pues, como si fuera poco


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