Nuevas dinámicas del derecho procesal. Julián García Ramírez
hoy cobran vida temas relacionados con la inteligencia artificial (IA), la robótica, el internet de las cosas (IoT), blockchain, bitcóin, los vehículos autónomos (drones o vehículos que se conducen solos), la impresión 3D (tridimensional), la nanotecnología, la biotecnología (secuenciación genética, activación o modificación de genes, proyectos de genoma humano, biología sintética, trasplantes humanos, entre otros), la ciencia de materiales, el almacenamiento de energía, la computación cuántica, neurotecnologías, ropa conectada a internet, sensores, teléfono móvil implantable, entre otros (Schwab, 2016a).
Todo esto involucra un impacto en diversos mundos: físico, digital y biológico, así lo afirma Schwab (2016a, p. 7). En este sentido, como bien lo desarrolla el autor, la C4IR implica la convergencia de distintas tecnologías: físicas, digitales y biológicas. En las primeras se hace referencia a vehículos autónomos, impresión 3D, robótica, nuevos materiales, drones, nanomateriales, entre otros. En las segundas se observa el internet de las cosas, dispositivos conectados a internet, sensores, radiofrecuencia, blockchain, bitcóin. Y en los biológicos, importa la genética, la secuenciación genética, el genoma humano, la biología sintética, la modificación genética, el trasplante humano, la bioimpresión, entre otros.
La C4IR se caracteriza principalmente por tres aspectos: la velocidad, esto es, el ritmo exponencial al que va creciendo; la amplitud y profundidad, es decir, la combinación de múltiples tecnologías que implican un cambio de paradigma, ya que “no solo está cambiando el ‘qué’, y el ‘cómo’ hacer las cosas, sino el ‘quiénes’” (Schwab, 2016a, p. 8), sino el impacto de los sistemas, esto es, su transformación. Es una revolución que armoniza e integra diversas disciplinas:
Hoy, por ejemplo, las tecnologías de fabricación digital pueden interactuar con el mundo biológico. Algunos diseñadores y arquitectos ya están combinando el diseño por ordenador, la fabricación aditiva, la ingeniería de materiales y la biología sintética, para crear sistemas que involucran la interacción entre microorganismos, nuestro cuerpo, los productos que consumimos e incluso los edificios que habitamos. (Schwab, 2016a, p. 14)
En efecto, en el mundo existen cinco centros para la C4IR: China (Beijing), India (Mumbai), Japón (Tokio), Estados Unidos (San Francisco); y el 30 de abril de 2019 se inauguró en la ciudad de Medellín el primer centro de la región y de Colombia, el cual se une a los ya existentes.
El primero de ellos fue el centro de Estados Unidos en el 2017. Se encuentra ubicado en San Francisco, cuenta con proyectos en seis focos: 1) inteligencia artificial y aprendizaje automático; 2) internet de las cosas y ciudades inteligentes; 3) Blockchain y tecnología de contabilidad distribuida —que se ocupa de contratos inteligentes y sistemas monetarios—; 3) política de datos en drones; 4) disponibilidad de pruebas genómicas, avances en la medicina para precisión, diagnóstico y análisis predictivos; 5) movilidad autónoma y urbana; y 6) drones en el espacio aéreo del mañana.
En el 2018, nacieron tres nuevos centros: 1. En China, busca avanzar en la cooperación global en la ciencia y la tecnología, adoptar herramientas para una gobernanza ágil, protocolos, directrices y estándares de la industria para acelerar la adopción de tecnologías emergentes. 2. El centro para la cuarta revolución industrial en la India, anunciado el 23 de enero de 2018 por el primer ministro Narenda Modi, enfocado en cuatro áreas tecnológicas: inteligencia artificial y aprendizaje automatizado, tecnología blockchain, drones y espacio aéreo del futuro e internet de las cosas, robótica y ciudades inteligentes. 3. El centro de Japón, con sede en Tokio, se fundó en julio de 2018, su finalidad es trabajar en cuestiones de gobernanza que impliquen reformas regulatorias de las tecnologías emergentes. Sus actividades se centran en tres aspectos: movilidad autónoma y urbana; política de datos de salud e internet de las cosas; robótica y ciudades inteligentes (WEF, 2020).
Por su parte, Colombia y Latinoamérica no se quedaron atrás. Desde la C4IR, se creó en Medellín un espacio gestionado por Ruta N (Centro de Innovación del Departamento de Antioquia), con proyectos gestionados entre el Gobierno Nacional en cabeza del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, la Alcaldía de Medellín y el Foro Económico Mundial. Se dice que es un espacio para “servir como un apoyo para el desarrollo de políticas públicas y definiciones normativas relacionadas con las tecnologías de la llamada cuarta revolución industrial” (Becerra Elejalde, 2019b). En este se abordan temas relacionados con la inteligencia artificial, el internet de las cosas y la tecnología blockchain de seguridad encriptada, se priorizan esas tres tecnologías. Al respecto, el ex director de Ruta N Alejandro Franco (2019) indicó: “En el primer proyecto buscamos mejorar los procesos de las entidades de control a través de la inteligencia artificial”. Su propuesta partió como piloto en el trabajo que desarrolla la DIAN, así como la aplicación en el fortalecimiento de la seguridad del ciudadano y política criminal. En cuanto al internet de las cosas, expresó que la actividad se ha orientado en el diseño de políticas que “permitan la integración del análisis de datos para la solución de apremiantes problemas de centros urbanos y rurales, incluyendo la movilidad” (Franco, 2019); y en lo relacionado con el blockchain afirmó que la apuesta es crear una carpeta única digital contentiva de protocolos para el manejo de información en la implementación de proyectos que se relacionen con servicios de entidades estatales, a fin de que dichos datos sean también aplicados en catastro, en todo lo relacionado con los bienes y trazabilidad de propiedad de estos (Becerra Elefalde, 2019a).
Conforme a lo expuesto, es claro que la C4IR impacta diversos mundos: el físico, el digital y el biológico; y cada centro se enfocará en ello con los proyectos que desarrolla y desarrollará a futuro. Estos mundos, como los denomina Schwab (2016a), se verán impactados y transformados; una de las áreas que contribuirá a ello es el uso de la biotecnología en diferentes esferas.
2.3 La biotecnología: uno de los mundos que impacta la cuarta revolución industrial
2.3.1 Conceptualización y evolución de la biotecnología
Ciencia deriva de scientia, scire, que significa saber. La ciencia constituye un sistema de conocimientos para comprobar algo, es la elaboración de datos experimentales y las inferencias sobre estos. Según Enrique Falcón Oteiza (2009, p. 82) y Pabón (2016, p. 19), se debe basar en la objetividad y eliminar toda opinión o subjetividad.
Para lograr tal objetivo se recurre a múltiples disciplinas. Una de ellas es la biología, entendida como aquella “ciencia que trata los seres vivos, considerando su estructura, funcionamiento, evolución, distribución y relaciones” (RAE, 2019), cuyas manifestaciones prácticas son la biología celular y la biología molecular. En la primera se estudian fenómenos biológicos desde su estructura celular y en la segunda el estudio se efectúa desde la estructura molecular.
Cuando se combina la biología con la tecnología, desde hace algunos años y hoy con mayor impulso con la C4IR, se habla de la biotecnología, con ella se impacta el mundo biológico al que refiere la C4IR. La biotecnología es una tecnología impulsada por la ciencia (Pacheco et al., 2006).
La biotecnología es un término que se debe al ingeniero Karl Ereky en 1919. Se le define como aquella disciplina que combina la biología con la tecnología para solucionar problemas. De acuerdo con la Real Academia Española, es “el empleo de células vivas para la obtención y mejora de productos útiles, como los alimentos y los medicamentos” (RAE, 2019). Es un área multidisciplinar que toma en cuenta la biología, la química y otros procesos empleados en diversas áreas como la agricultura, la farmacia, la ciencia de los alimentos, las ciencias forestales y la medicina para encontrar la aplicación de estos sistemas mediante la aplicación de tecnologías innovadoras (Centro de Biotecnología, Genética y Tecnología de Chile, 2020). A su vez, Moure (2005) entiende la biotecnología como “el conjunto de técnicas y procesos que emplean microorganismos para desarrollar productos y servicios útiles” (p. 257).
Para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos [OCDE] (2009),