Sociología de las organizaciones - Una visión latinoamericana. Tirso Suárez Núñez

Sociología de las organizaciones - Una visión latinoamericana - Tirso Suárez Núñez


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donde anidaba la conducta individual, pero a su vez están bajo la influencia de los factores grupales (familia, escuela) y estos a su vez recibían la presión de las fuerzas sociales y económicas de un conjunto mayor (organización, industria, Estado-Nación-territorio) (ver figura 1-1). No obstante, este juego de interinfluencias de los niveles de análisis, cada uno de ellos es autónomo. De esa manera Comte luchaba por aislar y darle su espacio a la sociología, como el esfuerzo por lograr la explicación de la vida y la conducta grupal humana desplegada en la familia, la escuela, la industria o territorio (Elias, 1978).

      Figura 1-1 Niveles de Influencia de la Conducta Social Humana Fuente: Elias, 1978

      El trabajo de Compte, desarrollado entre 1830-1842, incluyó tanto la fundación de la sociología como la manera particular de abordarla que denominó “positiva” o científica; adicionalmente se esforzó por señalar las dificultades propias de un individuo (el científico social) que busca comprender la sociedad de la que forma parte y que lo envuelve, insistiendo en la importancia del método para tratar de superar dichos obstáculos. Por ello recalcaba la importancia de la observación para comprobar las proposiciones o ideas en el terreno de los hechos, señalaba que toda teoría positiva (científica) debe necesariamente estar basada en observaciones, pero para hacer tales observaciones, adicionalmente, nuestras mentes requieren una teoría de alguna clase, de lo contrario las observaciones no tendrían una dirección y su interpretación no sería posible a falta de una conexión teórica. Este interjuego teoría-hechos-teoría, es uno de los más grandes aportes de Compte (Elias, 1978).

      Otro de los grandes exponentes de la sociología fue el francés Emile Durkheim quien la definió como el estudio de los hechos sociales, insistiendo en la necesidad de integrar al individuo a la sociedad, en la existencia de un orden social, en la coherencia y en la cohesión de la sociedad, que eran las preocupaciones de la época de la fundación de la sociología, allá por los años finales del siglo XIX, cuando surgían las crisis económicas y políticas ligadas a la industrialización naciente —que generaba una nueva división social del trabajo y a una creciente diferenciación— que a su vez impulsaban la transformación de los valores que dejaban ser comunitarios y unificadores, para ser individuales y poco aglutinadores. ¿como conservar a la sociedad unida, bajo esas condiciones? era la pregunta que inquietaba a los científicos sociales de la época. De entrada, Durkheim desechaba la fuerza de las creencias y prácticas religiosas para concentrarse en la conciencia colectiva de la sociedad, poniendo énfasis en aquello que somete al individuo al grupo, definiendo la sociología por el hecho social, destacando la fuerza que trasciende a cada individuo y reside en el grupo (Bernoux, 2009). Para un recuento de las principales corrientes y debates de la sociología actual, es altamente recomendable la obra de Corcuff (2013).

      La sociología se centra, como ya se dijo, en la vida y la conducta social en el mundo moderno, nace a partir de la revolución industrial inglesa de finales del siglo XIX, cuando ciertos pensadores intentaron entender su impacto en el Occidente; hoy que el mundo es diferente, a causa de la globalización, las nuevas tecnologías de información y comunicación, junto con migración, concentración de la riqueza, drogas, violencia y terrorismo, la tarea de la sociología es ayudarnos a entenderlo y a anticipar su futuro probable aunque difícilmente sea capaz, por si sola, de modificar su rumbo.

      Adicionalmente, a la sociología se le considera una ciencia incomoda, porque revela cosas ocultas y a veces reprimidas, como por ejemplo, cuando descubre que el léxico de los estudiantes o su inteligencia se explica más por el origen social o el capital cultural heredado de la familia, que con lo aprendido en su paso por la escuela; o cuando muestra que el mundo científico es un terreno en el que se compite por intereses específicos sean estos: premios como el Nobel , la prioridad del descubrimiento, el prestigio, etc. que aun cuando no son exactamente incentivos económicos ordinarios, dejan ver que el trabajo científico no es precisamente una actividad “desinteresada” como suele decirse. Esto y otras cosas por el estilo, incomoda a los que leen y financian a la sociología. Más aún, en realidad las posibilidades que tiene de desilusionar o de contrariar al poder son tanto mayores cuanto mejor cumple su función propiamente científica. Bourdieu (1990), por su parte, se niega a responder ¿para qué sirve la sociología?, porque pedirle a la sociología que sirva para algo, es siempre una forma de pedirle que esté al servicio del poder. Sin embargo, no es socialmente neutra, porque cumple una función social, entre otras razones, porque casi toda autoridad o poder, debe buena parte de su eficacia a la existencia de mecanismos poco evidentes y la gran tarea de la sociología es justamente develarlos.

      Sin embargo, el conocimiento sociológico puede tener contribuciones prácticas para la acción pública como las que señala Giddens (1991):

      •Comprensión de las situaciones sociales: Haciendo más clara o comprensible una situación social, por ejemplo, la pobreza, la sociología puede mejorar la efectividad de los programas y proyectos (políticas públicas) diseñados para combatirla.

      •Conciencia de las diferencias culturales: La investigación sociológica proporciona un medio de ver el mundo social desde una diversidad de perspectivas culturales, ayudando con ello a acabar con los prejuicios que los grupos tienen, los unos sobre los otros. Con este conocimiento, la elaboración y evaluación de políticas públicas en materia de vivienda, por ejemplo, dispone de información genuina de las diferencias culturales persistentes en la sociedad sobre las que busca actuar, elevando con esto las posibilidades de lograr un buen desempeño.

      •La sociología puede enseñarles a los grupos sociales cosas sobre ellos mismos, es decir, aumentar su autoconocimiento. Cuanto más sepan las personas sobre las condiciones de su propia acción, y sobre el funcionamiento de la sociedad en general, tanto más probable es que puedan influir en las circunstancias de su propia vida, como ejemplos aplicables del autoconocimiento, están los grupos que luchan por equidad de género, los ambientalistas, etc.

      Por otra parte, la acción pública no se ve exenta de controversias morales y políticas como las que se discuten a menudo sobre las verdaderas intenciones de los programas sociales gubernamentales o grupales, tales como: coacción al voto, manipulación ideológica, imposición de valores, etc. Por ello Giddens (1991) se pregunta ¿deben los mismos sociólogos defender de forma activa y llevar a efecto acciones a favor de programas prácticos de reforma o cambio social? Hay quienes argumentan que la sociología solo puede preservar su objetividad si quienes la practican son cuidadosamente neutrales, pero aún si esto fuera posible, quedar al margen no necesariamente es ser neutral o imparcial en el examen de las cuestiones sociológicas, pues existe un nexo insoslayable entre el estudio de la sociología y las exigencias de la conciencia social.

      Nadie que tenga conocimientos sociológicos puede ser inconsciente de las desigualdades de que existen hoy en el mundo, de la falta de justicia social y de las privaciones sufridas por millones de personas. Sería extraño que los sociólogos no tomaran posición sobre estos fenómenos y sería tan ilógico como poco práctico exhortarles a que


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